domingo, 15 de marzo de 2009

Por miedo, no nacionalizan los bancos

Por Rudolf Hommes

El Colombiano, Medellín

Marzo 15 de 2009

 

En el primer año de su gobierno, Felipe González recibió una visita de Henry Kissinger, quien quería saber, entre otras cosas, si iba a nacionalizar los bancos. El presidente español le contestó que él era socialista, pero no bobo. Para un gringo ser socialista y nacionalizar bancos son dos cosas que van juntas. Complementariamente, si un gobernante de los Estados Unidos nacionaliza un banco, ahí mismo le endilgan el rótulo de socialista, a menos que se trate de Ronald Reagan. Y si nacionaliza el CITI, Bank of America y Wells Fargo al tiempo van a decir que es comunista. Después de Carter y hasta que llegó Obama, los políticos norteamericanos evitaban casi a cualquier costo que los clasificaran como liberales. Aún hoy en día, ser visto como socialista o con tendencias socialistas es la muerte política en ese país, y ser comunista es como ser diablo.

Obama ya está tomando serios riesgos como político por desear hacer un leve viraje a la izquierda, pero no se ha atrevido a nacionalizar los bancos. Quizás teme que los republicanos se rebelarían en contra de una decisión de esa naturaleza y que esta podría verse como una amenaza a la libre empresa y al sistema capitalista, dos de los tótems más emblemáticos de la sociedad norteamericana. Curiosamente, en Europa continental y en Inglaterra están nacionalizando los bancos que fallaron y el público lo ve como una decisión necesaria.

En Colombia, a los conservadores les ha gustado nacionalizar bancos y a los liberales les ha tocado privatizarlos. En los años 80 del siglo XX los principales bancos del país estuvieron controlados por el Estado. Los gobiernos de entonces se hicieron cargo de algunos de ellos para que no se quebraran e intervinieron otros para que no cambiaran de dueño. Con el tiempo se desarrolló en el país una legislación adecuada y una conceptualización bastante práctica del problema: hoy todo el mundo está de acuerdo en que el sector financiero necesita una supervisión profesional, independiente y estricta, que debe mantener niveles adecuados de solvencia frente a los riesgos que asume, y que si a pesar de todo esto viene una crisis y pone en peligro su estabilidad, el Estado puede tomar control de los bancos, diluir a sus propietarios y prevenir la crisis con recursos públicos. Saneados los bancos y superada la crisis, es posible que algunos políticos quisieran dárselos a ISA o a EPM para que los manejen, o cosas por el estilo, pero la mayoría estaría a favor de privatizarlos para recuperar la inversión y evitar que el clientelismo se apodere de ellos.

Curiosamente, esta lección no la han aprendido en Estados Unidos, en parte porque no miran qué se hace exitosamente en otros países, y por conveniencia (o inconveniencia) política. El problema es que si en ese país no nacionalizan los bancos sino que siguen metiéndole plata a ese barril sin fondo no se va a recuperar la confianza ni va a alcanzar la plata. Los administradores de esas instituciones no parecen entender dónde están parados. En Colombia, por ejemplo, el presidente del CITI anuncia que ese banco no va a ser nacionalizado, sin comprender que todo el mundo se sentiría mucho más tranquilo si lo nacionalizaran. No requeriría tanto capital porque contaría con capital garantía que, aunque virtual, genera confianza y se podría saber qué está sucediendo por dentro y qué tan grandes son las pérdidas. Quizás Obama debería dejar las células embrionarias y la religión para después y atreverse a nacionalizar a los grandes bancos de una vez para salir de eso y dejar que arranque la economía.

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