lunes, 1 de junio de 2009

Resultados de la Gran Encuesta

RCN y Revista Semana

http://www.canalrcn.com/noticias/index.php/nacional/resultados-de-la-gran-encuesta/

Bogotá, Junio 1 de 2009

 

Bogotá, Colombia (RCN). Cuando falta exactamente un año para las elecciones presidenciales, tenemos los resultados de la Gran Encuesta, contratada por Noticias RCN, la FM, Radiosucesos RCN y la Revista Semana y realizada por la empresa Ipsos Napoleón Franco. El escenario sin Álvaro Uribe como candidato ubica en el primer lugar al ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos y en segundo lugar al ex ministro de Agricultura Andres Felipe Arias. Aquí están los resultados.

 

¿Suponiendo que las elecciones para presidente de Colombia se celebraran hoy, por quién votaría usted? (todos los candidatos sin incluir a Álvaro Uribe).

Juan Manuel Santos

Andrés Felipe Arias

Sergio Fajardo 

19 porciento

12 por ciento

8 por ciento

Carlos Gaviria 

8 por ciento

Antanas Mockus 

4 por ciento

Germán Vargas Lleras 

4 por ciento

Gustavo Petro

4 por ciento 

Noemí Sanín 

4 por ciento

Piedad Córdoba 

2 por ciento

Alfonso Gómez Méndez 

1 por ciento

Fernando Araújo

1 por ciento

Alfonso López Caballero

1 por ciento 

Anibal Gaviria Correa

1 por ciento

Héctor Elí Rojas

1 por ciento

Cecilia López Montaño

1 por ciento

Luis Eduardo Garzón

1 por ciento

Otro candidato

1 por ciento

Votaría en blanco

6 por ciento

No votaría

6 por ciento

Aún no sabe por quien votaría

15 por ciento


A la pregunta: Suponiendo que las elecciones para presidente de Colombia se celebraran hoy ¿Por quien votaría usted? (Todos los candidatos, incluyendo a Álvaro Uribe). Los encuestados respondieron:

Álvaro Uribe

57 por ciento

Sergio Fajardo

6 por ciento

Carlos Gaviria

 5 por ciento

Juan Manuel Santos

 4 por ciento

Gustavo Petro

4 por ciento

Andrés Felipe Arias

3 por ciento

Germán Vargas Lleras

2 por ciento

Antanas Mockus

 2 por ciento

Alfonso Gómez Méndez

 2 por ciento

Noemí Sanín

1 por ciento

Piedad Córdoba

1 por ciento

Héctor Eli Rojas

1 por ciento

Alfonso López Caballero

1 por ciento

Luis Eduardo Garzón

1 por ciento

Carlos Holguín Sardi

1 por ciento

Otro candidato

1 por ciento


¿Usted está de acuerdo o en desacuerdo con el referendo para cambiar la Constitución de tal manera que el presidente Uribe se pueda lanzar a una segunda reelección?

• De acuerdo: 65 por ciento
 
• En desacuerdo: 35 por ciento
 

Si hay un referendo para decidir si el presidente Uribe se puede lanzar a una segunda reelección ¿Qué tan probable es que usted a votar ese día?

• Definitivamente votará: 53 por ciento
• Probablemente votará: 14 por ciento
• No sabe sí votará o no: 10 por ciento
• Probablemente no votará: 5 por ciento
 
• Definitivamente no votará: 18 por ciento
 

¿Votaría a favor o en contra de que el presidente Uribe se puede lanzar a una segunda reelección? (Sólo personas con intención de votar en el referendo) 

• A favor: 83 por ciento
• En contra: 17 por ciento

A la pregunta: ¿Cuál considera usted es el problema del país que más lo afecta a usted y su familia? Los encuestados respondieron:

Desempleo

70 por ciento

Alto costo de vida

35 por ciento

Crisis económica

5 por ciento

Pago alto de impuestos

2 por ciento

Salarios bajos

1 por ciento

Inseguridad y delincuencia común

25 por ciento

Violencia – no hay paz

20 por ciento

Guerrilla

13 por ciento

Violación de derechos humanos

6 por ciento

Drogadicción

4 por ciento

Desplazados por la violencia

4 por ciento

Secuestro

4 por ciento

Narcotráfico

3 por ciento

Delincuencia juvenil

3 por ciento

Paramilitarismo

1 por ciento

Salud

18 por ciento

Pobreza

17 por ciento

Servicios públicos

14 por ciento

Educación

11 por ciento

Vivienda

6 por ciento

Corrupción

 8 por ciento

Corrupción política

7 por ciento

Politiquería

3 por ciento

Mal gobierno

3 por ciento

Otros

6.83 por ciento

 

El suicidio asistido del Polo

Por Maurico Vargas

El Tiempo, Bogotá

Junio 1 de 2009

 

Carlos Gaviria y su cuerda radical están a punto de convertir el Polo Democrático en un enfermo terminal.

En 1997, cuando era un distinguido magistrado de la Corte Constitucional, Carlos Gaviria sacó adelante una ponencia que convirtió a Colombia en uno de los países más avanzados en materia de eutanasia, el derecho que tienen los enfermos terminales, o, en su defecto, sus familias, a dar por terminada una vida que ha dejado de ser digna. Fue una postura audaz que convenció a la mayoría de sus colegas y al público y que, aunque no ha sido desarrollada por la ley, sentó un precedente moderno y significativo.

 

Las ironías de la vida han puesto ahora a Carlos Gaviria al frente de un enfermo grave, el Polo Democrático, el primer partido de la izquierda política en la historia del país que ganó la Alcaldía de Bogotá -y no una, sino dos veces- y que ocupó el segundo lugar en unas elecciones presidenciales, justamente con Gaviria como candidato. Hace apenas dos años, todo indicaba que el Polo iba a desplazar de manera definitiva al Partido Liberal y que el país tendría, al mejor estilo europeo, una coalición de derecha, liderada por Álvaro Uribe y sus herederos, y una de izquierda, encabezada por los polistas. El auge del Polo era una buena noticia para la democracia, que, de ese modo, se hacía más completa y amplia. Pero, ahora, el liberalismo ha tomado un segundo aire mientras el Polo apenas respira.

 

¿Qué males lo aquejan? Para empezar, que una agrupación llamada a dejar atrás los vicios de la vieja izquierda recalcitrante y ortodoxa cayó en ellos. En vez de consolidarse como un polo de atracción para sectores inspirados en el socialismo moderno de Felipe González en España, o en el del brasileño Lula da Silva, se dejó atrapar por los viejos comunistas, los que creen en la dictadura del proletariado y la lucha armada. No hay que olvidar el trabajo que le cuesta al Polo condenar el terrorismo de las Farc. El motivo es simple: en su seno, y en posición de poder, está el Partido Comunista, que aún defiende la combinación de las formas de lucha, la tesis de que hay que hacer la guerra al mismo tiempo que buscar los votos.

 

Un segundo mal es la vanidad. Enemigo de la reelección de Uribe, Carlos Gaviria no lo es de hacerse él mismo reelegir como candidato y jefe de su partido. Los argumentos con que la semana pasada se defendió de estas críticas en una entrevista radial son dignos del propio Uribe, o del López Michelsen que falló en su reelección en 1982. Dijo Gaviria que él no quería ser candidato, pero que su gente se lo pedía y que él aceptaba por "responsabilidad con la colectividad". Tan resignado el profesor Gaviria: él, que tanto ha reivindicado el derecho a morir dignamente, no piensa que tiene el derecho a retirarse dignamente.

 

El tercer mal es el clientelismo, que se tomó al Polo como a cualquier partido tradicional o del uribismo. El caso de la secretaria de Gobierno de Bogotá, Clara López, que defiende la contratación de una larga lista de amigos suyos y de su esposo porque dizque son las personas idóneas y "uno gobierna con los amigos", es apenas una muestra de la forma como una colectividad que estaba obligada a renovar las costumbres políticas ha renovado, en cambio, la fe en el intercambio de puestos y contratos por votos.

 

Esa es la verdadera razón por la cual Lucho Garzón, la figura más popular de la izquierda, se retira del Polo: porque sabe que ni él ni sus amigos controlan burocracia ni adjudican contratos y que, en esa medida, en una consulta contra Gaviria, cuyos amigos sí lo hacen, el ex alcalde de Bogotá está derrotado de antemano. Con la salida de Garzón y, por ese camino equivocado, el enfermo grave que ya es el Polo puede convertirse en terminal. No vaya a ser que un día al profesor Carlos Gaviria le toque aplicar su fallo de 1997 y desconectar a su partido del respirador artificial.

Una mujer incómoda

Por Eduardo Pizarro Leongómez

El Tiempo, Bogotá

Junio 1 de 2009


Hace algunas semanas, alguien en Europa intentó colocarnos una trampa a los colombianos: ante su temor de capturar al ex primer ministro de Kosovo acusado de crímenes de guerra por el gobierno de Serbia, Agim Çeku, debido a sus repercusiones en la estabilidad de los Balcanes, buscó que la detención se efectuara en Bogotá. La decisión de Colombia de enviarlo por donde había venido, es decir, a Francia -sede de la Interpol-, fue una idea brillante: de inmediato, ese alguien en Europa lo protegió y le permitió continuar su camino hacia Kosovo.

 

En un artículo que publiqué en este mismo diario ('¿Un criminal de guerra en Colombia?', 23 de mayo), me preguntaba si acaso la justicia internacional estaba subordinada a los intereses geopolíticos de las grandes potencias. ¿Por qué si Agim Çeku, conferencista en Cartagena en un seminario internacional sobre desmovilización de ex combatientes, era un criminal, no había sido capturado en Francia? ¿Quién lo protege en este país y en Europa? Si nos atenemos al explosivo libro que acaba de publicar la ex fiscal de los Tribunales Penales Internacionales para la Antigua Yugoslavia y Ruanda Carla del Ponte, titulado La caza. Yo y los criminales de guerra (Ariel, Barcelona, 2009), existe una evidente "doble moral" de las grandes potencias: para estas, la justicia internacional, más que un recurso del derecho y la moral, es una herramienta geopolítica.

 

Carla del Ponte, suizoitaliana, inició su carrera como fiscal combatiendo el blanqueo de capitales negros de la mafia italiana en el sistema bancario suizo. Para ello, hizo una estrecha alianza con el mítico juez Giovanni Falcone -asesinado por la mafia-, lo cual le permitió destapar la llamada 'pizza connection'. Su valentía y fortaleza de carácter le abrieron el camino para asumir el papel de fiscal de los tribunales de Ruanda y Yugoslavia. De inmediato, tuvo duros enfrentamientos con diplomáticos europeos y estadounidenses, más preocupados por la estabilidad de los Balcanes que por la aplicación de la justicia. Como ella misma describe en su libro, se encontró con un "muro de goma", es decir, con la indiferencia o la discreta hostilidad, disfrazada de muestras de comprensión, ante sus exigencias de justicia.

 

En el libro, la ex fiscal cuenta sin tapujos sus encuentros con personajes tales como Tony Blair, Bernard Kouchner, Angela Merkel, Kofi Annan, Javier Solana o Miguel Ángel Moratinos, algunos de los cuales salen mal librados. Las presiones para proteger a ciertos países o personajes son denunciados por la ex fiscal con nombre propio. El escándalo internacional no se ha hecho esperar.

La "cazadora de serpientes", como ella misma se autodenomina, fue, sin embargo, cazada por su propio gobierno, que le prohibió participar en la promoción del libro en Europa y la obligó a retornar a Argentina, en donde es embajadora. En efecto, el Ministerio Suizo de Asuntos Exteriores consideró que "estas afirmaciones sobre su precedente actividad de juez no pueden ser hechas por un representante del gobierno suizo".

 

Sin duda, que Suiza sea uno de los principales destinos de los exiliados albano-kosovares, así como el hecho de que el actual primer ministro de Kosovo, el muy cuestionado Ramush Haradinaj, haya vivido en esta misma nación, pueden explicar esta conducta.

 

A pesar de todo, Carla del Ponte traza un balance positivo de su actividad en La Haya: 161 altos responsables políticos y militares de la antigua Yugoslavia fueron detenidos y algunos condenados; 45 están todavía en espera de juicio. Su mayor frustración continúa siendo la dificultad para capturar al general Ratko Mladic, responsable de la masacre de Srebrenica, quien es considerado un héroe nacional en Serbia.

 

Vale la pena leer estas memorias de una mujer admirable, símbolo de la internacionalización del derecho penal de los derechos humanos. O ver su hermoso retrato en el documental de Marcel Schüpbach, La lista de Carla.

 

Volvámonos paranóicos

Por Ricardo Mejía Cano

El Colombiano, Medellín

Junio 1 de 2009

¿Son los académicos y empresarios colombianos complacientes?

Muchas de las 113 variables que se estudian para elaborar el Reporte Global de Competitividad (RGC), publicado cada octubre por el Foro Económico Mundial, no provienen de datos cuantitativos, sino cualitativos, medidos en la Encuesta de Opinión Ejecutiva (EOE), diseñada por el profesor Michael Porter y su equipo. Cada pregunta se debe calificar en una escala de 1 a 7, donde 7 es la mejor.

En la EOE del año pasado, los 125 empresarios y académicos encuestados en Colombia dieron a la "Colaboración Universidad-Empresa" una calificación de 3.6, igual a la dada por los 116 líderes encuestados en España. Esta medición es de gran importancia, pues no sólo determina qué tan innovadora es la industria, sino también qué tan beneficiosa y útil es la investigación de las universidades.

A la pregunta "Calidad de la Educación en Matemáticas y Ciencias", los colombianos le dieron una calificación de 3.9, nuevamente igual a la dada por los españoles. La "Adquisición Gubernamental de Productos de Tecnología Avanzada" la calificamos con 3.9, superando la de los españoles, quienes la calificaron con 3.7. ¿Será qué España está muy mal o que los colombianos somos muy complacientes?

Para aterrizar a los ilusos, es bueno anotar que España quedó en la posición 29 y Colombia de 74, entre 134 países, en el RGC del año pasado. Nos llevan una ventaja monstruosa en competitividad.

Los encuestados también deben clasificar, de más a menos grave, 15 factores previamente definidos y que afectan el desarrollo de los negocios. Sólo el 4.9% de los colombianos encuestados consideraron la "Inadecuada Educación de la Fuerza Laboral" como el principal obstáculo para el desarrollo de los negocios, en contraste con el 11.6% de los españoles. De mucho mayor impacto es la clasificación dada a la "Inadecuada disponibilidad de Infraestructura": sólo el 7.3% de los colombianos la consideraron como el mayor obstáculo al desarrollo empresarial, en contraste con el 9.3% de los españoles. ¿Será más preparada nuestra fuerza laboral y mejor nuestra infraestructura que la española, o somos los colombianos muy complacientes?

Los empresarios y académicos españoles mantienen contacto con sus pares de Francia, posición 16 en el RGC del año pasado, con los de Alemania, posición 7 y con Suiza, posición 2. Ese permanente contacto les debe transmitir angustia de todo lo que deben mejorar.

Los empresarios y académicos colombianos mantienen contacto con sus colegas de Venezuela, posición 105; Ecuador, 104 y Bolivia, 118, países que están perdiendo competitividad a la velocidad de la luz. El absoluto desinterés de nuestros vecinos por la competitividad, posiblemente nos hace creer que estamos "sobrados" y de allí nuestra complacencia.

Colombia pasó de estar entre el 87% de los países más competitivos en el 2001-2002, posición 65 entre 75 países, o sea muy rezagados, a estar en el 55% de los punteros en el 2008-2009. En principio una mejora considerable. En ese lapso ingresaron a la competencia Chad, Burundi, Mauritania, Mozambique, Timor, Malawi y algunos de buena familia, pero en su mayoría son como nuestros vecinos, países con los que Colombia no se debía equiparar. Si nos comparamos con los mismos 75 países de la medición del 2001/02, estaríamos en la posición 55, entre el 73% de los países más competitivos, una mejora importante, pero todavía muy rezagados.

Sólo con mayor competitividad podremos reducir el desempleo, la inequidad, la inseguridad y tantos males que nos agobian. Según Porter los países donde los programas de competitividad son liderados por los gobiernos, nunca alcanzan avances considerables. En su opinión, sólo cuando el sector privado y académico asumen dicho liderazgo es posible conseguir verdaderos logros. Como sugiere Porter, en Colombia empresarios y académicos están empezando a liderar los temas de competitividad, pero tendremos que dejar la complacencia y volvernos paranoicos en este compromiso.

La base antinarcóticos en el río Mataje

Editorial

El Mundo, Medellín

Junio 1 de 2009

Un acuerdo de operaciones conjuntas de una base con impacto sobre el Pacífico representaría la posibilidad de establecer nuevos convenios de cooperación en campos hasta ahora poco explorados.

En recientes publicaciones, la última de ellas en su edición de ayer, El Tiempo ha venido presentando avances sobre los análisis que adelanta el Pentágono con el fin de encontrar un centro de operaciones militares que reemplace al de Manta, Ecuador, que ha funcionado durante los últimos diez años y que Estados Unidos debe abandonar por decisión del gobierno del presidente Rafael Correa. Acorde con anuncios realizados en abril por el embajador William Brownfield, Colombia aparece como el país con el que sería natural realizar un acuerdo de operaciones militares, en alternativa que habíamos previsto posible y que hemos considerado deseable, especialmente en aras de fortalecer la fructífera alianza de las dos naciones. 

Tras reconocer que el obligado retiro estadounidense de Manta se convertía en oportunidad que Colombia podría aprovechar para afianzar sus buenas relaciones con Estados Unidos, hemos propuesto la celebración de un acuerdo para construir una base aeronaval colombiana en la Bahía de Sardinas, sobre la desembocadura del río Mataje, al sur del departamento de Nariño. Según los reportes periodísticos, el Pentágono ha centrado sus estudios en la potencial utilización de la Base de Palanquero, en Cundinamarca, desde la cual podría desarrollar operaciones aéreas con alcances incluso transcontinentales, opción que las autoridades colombianas no han confirmado, pero para la cual fue solicitada una partida en el proyecto de presupuesto para defensa presentado por el gobierno del presidente Obama al Congreso hace dos semanas. 

Habida cuenta de que la principal razón que convoca el esfuerzo colombo-estadounidense de fortalecer una base militar con alcance continental es la lucha contra el narcoterrorismo, nos reafirmamos en nuestra invitación a construir una base naval colombiana en la desembocadura del río Mataje, desde la cual, y en virtud de un convenio que garantizará la salvaguardia de la soberanía nacional y bajo el mando de las Fuerzas Armadas colombianas, se podrán desarrollar acciones contra el narcoterrorismo esencialmente con equipo y armamento norteamericano y personal de las dos fuerzas. Razones de conveniencia, operatividad y funcionalidad, nos confirman en una iniciativa necesaria para el combate al enemigo común de los pueblos americanos, como lo puso en evidencia el presidente Calderón durante el Congreso de Víctimas del Terrorismo que se cumplió en Medellín. 


La construcción de una base antinarcóticos con alcance continental y sede sobre el Océano Pacífico en la estratégica Bahía de Sardinas significaría apoyo substancial al esfuerzo que hoy realizan muchos países en el combate al narcotráfico y los distintos grupúsculos criminales que subsisten a su amparo: la guerrilla, los restos del paramilitarismo y las bandas criminales de toda laya. Para el sur de Nariño, el Putumayo, el norte de Ecuador e inclusive el Perú, que son las regiones sudamericanas más afectadas por esos crímenes, representaría una oportunidad salvadora para combatir los delitos que los han asolado y contra los que luchan con empeño pero sin éxito, y para los países de tránsito en Centroamérica y México, implicaría la esperanza de dar mayor alcance a la lucha y tener más control sobre las aguas por las que circulan buena parte de sus problemas. 


A favor de una base en la desembocadura del río Mataje es definitivo el hecho de que sea naval, con posibilidades de servir a las fuerzas aéreas de Colombia y Estados Unidos. Y es que la versatilidad operativa de las marinas impone que se les considere como las más completas en la lucha contra el narcoterrorismo, toda vez que así como cuentan con la capacidad suficiente para grandes empeños, tienen también los medios convenientes para capturar los pequeños navíos y sumergibles en los que se está haciendo la mayor parte del despacho de droga. No en vano la mayor parte de los decomisos se vienen haciendo por las fuerzas navales de los países comprometidos en esta lucha y gracias a los acuerdos de interceptación naval. 


En aras del fortalecimiento de las buenas relaciones colombo-estadounidenses y de la búsqueda de acciones que hagan cada vez más eficientes los esfuerzos en pro de la unidad de los países americanos, un acuerdo de operaciones conjuntas de una base con impacto sobre el Pacífico representaría la posibilidad de establecer nuevos convenios de cooperación en campos hasta ahora poco explorados y con amplias posibilidades al futuro. 


Dadas, pues, las razones que hacen evidente la importancia de tener una base naval con influencia en el Océano Pacífico, no entendemos el sigilo con que, por lo menos en el gobierno colombiano, se discute un tema que debería ser tratado abiertamente, pues con él no se está poniendo en juego valores fundamentales de la democracia como la seguridad o la soberanía nacional y sí se está contribuyendo a hacer más eficiente la lucha contra un enemigo común. En vez de convocar el respaldo que estamos casi seguros recibiría el proyecto, el silencio favorece el sensacionalismo de algunos medios de comunicación amigos de agravar esta clase de anuncios, la especulación de aficionados a la política y la maledicencia, que de todas maneras no faltará entre extremistas que ven amenazados sus particulares intereses y mamertos que no desperdician oportunidad para sacar a relucir su trasnochado antiimperialismo.

Seguridad, la mejor inversión

Por Saúl Hernández Bolivar

El Mundo, Medelín

Junio 1 de 2009

A los ricos de Colombia, a diferencia de otros países, nunca les ha gustado cumplir el servicio militar obligatorio. Son los pobres los que defienden el orden social, en muchos casos –si no en todos– porque para ellos es la única alternativa de sustento digno; o son soldados y policías o se contentan con ser obreros de construcción.

Es aberrante que en las clases más favorecidas persista esa execrable costumbre de ‘comprar’ la Libreta Militar, y es una grave incoherencia de todo el conjunto social que mientras las Fuerzas Armadas y la Policía gozan de un gran aprecio y admiración entre los colombianos –acaso porque sabemos que sus integrantes arriesgan el pellejo por nosotros a diario–, vestir el uniforme no sea visto como un honor sino como un infortunio. 

De cierta forma, los grandes contribuyentes compensan en algo la situación pagando el impuesto al patrimonio con el que se ha incrementado el pie de fuerza y financiado la modernización de los equipos de las fuerzas estatales. Sin embargo, el banquero Luis Carlos Sarmiento ha propuesto que este gravamen sea pagado por todos los colombianos –incluyendo a los que sí prestan a sus hijos para defender a los demás–, sin hacer distinción alguna en la capacidad de pago de cada cual. Eso estaría muy bien si se tratara de un impuesto progresivo, en el que pague más quien más tiene, pero es inaceptable si lo que se pretende es un ‘simple’ aumento de uno o dos puntos en el IVA para gravar a todos los colombianos sin excepción, como si se tratara de una sociedad igualitaria. 

El impuesto a la seguridad no puede tener el mismo tratamiento que aquellos tributos que buscan recursos para el cine o el deporte pues se trata de un asunto que, además del político, tiene un trasfondo filosófico. A los pobres no se les pueden cargar el gravamen y los muertos al mismo tiempo, cuando los problemas de seguridad están íntimamente ligados con las profundas desigualdades. La pobreza no justifica la violencia pero alienta en algunos la presunción de que les da derecho de atentar contra la vida, honra y bienes ajenos como forma de reivindicación social. 

En ese orden de ideas, los ricos demandan más seguridad porque corren más riesgos, en tanto que los pobres son más susceptibles de convertirse en una amenaza para la seguridad de los otros, debido a sus precarias condiciones de subsistencia. Es un contrasentido que quienes más necesitan seguridad paguen menos por ella y que a los más necesitados se les arrebate algo más de sus escasos ingresos para agravar su situación de vulnerabilidad. Además, las clases altas y las empresas invierten cada vez más en seguridad privada, lo cual también es ilógico. 

Debería ser a la inversa, menos seguridad privada y mayor fortalecimiento de las instituciones. 

El hecho de que la financiación de la seguridad quede huérfana le da alas a quienes creen que los organismos de seguridad están sobredimensionados y que estrategias como la negociación política y la legalización de las drogas harían innecesario el actual nivel de gasto militar. Esa es una tesis muy peligrosa porque las guerrillas no han mostrado ni la menor intención de querer un acuerdo de paz. 

Acceder a una negociación en este momento equivale a abdicar y echar por la borda los logros de la Seguridad Democrática. 

De otro lado está el sofisma de que legalizar las drogas acaba con el crimen organizado. La mafia nunca abandona la delincuencia; se transforma, se diversifica, pero nunca con apego a la ley. El periodista Roberto Saviano hace un buen retrato de esa realidad en el libro Gomorra, donde muestra la infiltración de la mafia en todos los sectores de la economía de Nápoles y el sur de Italia: el contrabando, la trata de personas, la falsificación de marcas, etc. 

Estamos en un país en el que la ilegalidad se ha enquistado en la cultura y se expresa con graves manifestaciones de violencia. Faltan décadas para que se pueda prescindir de grandes inversiones en seguridad y justicia para cambiar este panorama y es un mal presagio que los más beneficiados quieran tirar la toalla tan pronto. 

La seguridad es la mejor inversión, es una lástima que ellos no lo vean así.

Reyerta en Mercosur

Editorial

El País, Cali

Junio 01 de 2009

La semana pasada, en una reunión en la ciudad brasileña de Salvador, Hugo Chávez le expresó al presidente Lula da Silva que “estamos en una fase de nacionalización de empresas en el país, menos las brasileñas”. 

La frase, escuchada por los periodistas gracias a que un micrófono quedó abierto mientras los dos mandatarios se reunían en privado, ha enardecido a la opinión pública argentina, país al que le fueron nacionalizadas hace poco tres compañías. La Unión de Industriales de Argentina, UIA, pidió que se revisara el ingreso de Venezuela a la Mercosur como miembro pleno e incluso el gobierno de la Nación gaucha tuvo que pronunciarse al respecto. 

Cristina Fernández, que había permanecido impávida frente a las protestas de los empresarios, se vio obligada a manifestar que aquello constituía un “hecho discriminatorio” e “inaceptable”. A su vez, el Gobierno venezolano, colocado en una situación incómoda, se apresuró a declarar, por boca de su canciller, que la expresión de Chávez tan sólo constituía una “broma”, en una forma poco elegante de hacer frente a las críticas. 

Pero, broma o no, lo cierto es que los argentinos se han tomado el asunto en serio, pues varias de sus compañías han sido afectadas por la ola de las estatizaciones chavistas. Para los inversionistas del grupo Techint, conformado por las nacionalizadas Tavsa (tubos de acero), Matei (materiales siderúrgicos) y Comsigua (complejo siderúrgico en Guayana), los hechos están lejos de conformar una broma. Y a ellos se han unido el resto de inversionistas argentinos, lo mismo que los trabajadores agrupados en la Confederación General de Trabajadores. 

La UIA declaró que “es difícil de comprender cómo el gobierno de un país que manifiesta públicamente el carácter estratégico de la vinculación con Argentina y busca estrechar lazos productivos entre ambas naciones, promoviendo las inversiones y el intercambio comercial, lleva adelante acciones que claramente ponen en riesgo las actividades de una empresa argentina”. 

Este duro comunicado fue seguido, luego de la declaración de Chávez en Salvador, por un pedido formal al Congreso para que “reverse” el ingreso de Venezuela a Mercosur, con lo que, más allá de las diferencias concretas en este caso, se demuestra la fragilidad de las uniones comerciales que se intentan periódicamente en Sur América y en las cuales el Presidente de Venezuela ha jugado un papel de zapador y divisionista. 

Lo mismo hizo con la CAN, de la que se retiró estruendosamente, pretextando la aprobación por parte de Colombia del TLC con Estados Unidos, y lo mismo amenaza hacer con la OEA, si ésta no acepta sus estrambóticos pedidos. Pero, aparte de las pataletas chavistas, no habla bien de las instituciones que se puedan colocar en situación de fragilidad cuando suceden episodios como los descritos. 

La verdad es que no habrá futuro para las uniones comerciales o aduaneras suramericanas si ellas no establecen reglas claras, lo mismo que mecanismos coercitivos que permitan sancionar a los estados que incumplan los acuerdos. 

Los hijos de nadie

Por Víctor Diusabá Rojas

El País, Cali

Junio 01 de 2009

Asombra el valor de Johan Steven Martínez. Más allá de los muchos kilómetros que caminó en Nariño este gladiador de 11 años, para exigirles a las Farc que pongan en libertad a su padre, el sargento del Ejército Libio Martínez, a quien sólo ha visto en fotografías, hay en sus gestos y declaraciones esa terrible madurez pronta que trae consigo la guerra. 

Jamás vamos a poder medir el impacto del conflicto armado sobre los menores de edad de generaciones y generaciones colombianas levantadas en los últimos 40 años entre tiros y bombazos. Y mucho menos nos hemos detenido a pensar en tantos Johanes Stevenes que crecen en medio de la ausencia de sus padres, perdidos en la niebla del secuestro, de la desaparición o de la muerte. 

Son huérfanos a los que, tarde o temprano, esa misma sociedad apática vuelve a encontrarse con el paso del tiempo, ya sea por las buenas o por las malas. Fruto de la tenacidad, como en el caso de Johan Steven. O del rencor y de la desesperanza, en quién sabe cuántos ejemplos de recicle de la violencia. 

Y mientras Johan Steven nos enseña con sus pasos firmes día y noche y la guerrilla no sale de sus oídos sordos, vale la pena pensar en los niños de ese extraño mundo llamado ‘monte’. No sólo aquellos que terminan con un fusil al hombro, combatientes hechos carne de cañón por orden de los comandantes que los reclutaron a la fuerza o los engancharon con falsas ilusiones hasta hacerlos prisioneros por siempre. 

Porque hay otros: los hijos de las guerrilleras. ¿Qué pasa con ellos? ¿Dónde están? Hace varias semanas tuve la oportunidad de sostener una larga conversación con una mujer que decidió dejar las armas. Su vida la hizo allí, desde el mal día en que las Farc pasaron por un pueblito de Santander pidiendo una cuota (un hijo) por familia. De eso hace más de quince años. 

Entonces, era una niña. Antes de un año, ya estaba embarazada de un compañero. Cuando se dio cuenta, le faltaba poco para dar a luz, así que no la pudieron obligar a abortar. El jefe de la columna ordenó dejarla con una familia que habitaba cerca de los caminos por donde acostumbraban transitar. Debía parir y reintegrarse pronto. A los pocos días pasaron a recogerla. Sólo a ella, el niño quedó allí. Ya llegarían indicaciones sobre qué hacer con él. 

Volvió a las carreras y a los miedos. Una vez la hirieron y la mandaron a recuperarse a Bogotá. Allí conoció lo que es una sala de cine. Vio Juana de Arco y se maravilló tanto que ahora quiere saber todo sobre ella. Más adelante estuvo a las órdenes del ‘Mono Jojoy’ y supo de sus debilidades, desde la diabetes que se lo devora de a pocos hasta la copa de coñac Rémy Martin que no le puede faltar. Ahí, como soldada con cierto mando, se volvió a enamorar y tuvo un segundo hijo. Ahora está junto a él. 

¿Qué pasó con el primer hijo? Pues que hoy es un adolescente. Siempre, durante tantos años duros, estuvo en su mente y en su corazón. Madre es madre, ¿no? Por eso, una vez salió de la pesadilla de disparar, agacharse y correr, preguntó por él. Y lo localizó. Cuando lo tuvo en frente, quiso darle un abrazo. Él prefirió mirar para otro lado. No sé qué ha pasado en los últimos dos meses, pero espero que las cosas hayan cambiado para bien. 

La guerra no sólo mata la verdad. También nos hereda estas generaciones de hijos de nadie, hijos que, créalo o no, son como los suyos o los míos. 

Los sinsabores de la ¡realpolitik!

Editorial

El Heraldo, Barranquilla

Junio 1 de 2009

Al cumplir cien días en la Presidencia, Obama era visto por el mundo como un líder dispuesto a sacar adelante a Estados Unidos mediante decisiones completamente opuestas a las de Bush.

Sin embargo, el anuncio de mantener una de las iniciativas de su antecesor más criticadas a nivel nacional e internacional, era algo que pocos esperaban: a mediados de mayo dio a conocer que los tribunales militares, para juzgar los sospechosos de terrorismo en Guantánamo, seguirán abiertos.


Caracterizado por haber tomado al principio decisiones acordes con su discurso de campaña, los medios norteamericanos no hacen más que preguntarse si Obama ha empezado a girar hacia el centro. 


Los Republicanos no dejan pasar oportunidad alguna para reclamarle por sus críticas al gobierno de Bush y exigirle que se retracte de muchas de las acusaciones que realizó en campaña.


Y es que cada decisión tomada por Obama es seguida muy de cerca por sus compatriotas, algo que no ocurría desde la década de los 60. Tal como en aquellos años, cuando depositaron todas sus esperanzas en Kennedy por un mejor país, la actual mayoría, guardadas las diferencias de contexto histórico, hizo lo propio con Obama.


Hace dos semanas, sin embargo, no todos lo continúan aplaudiendo. Las críticas, como era de esperarse, han comenzado a surgir.


Obama cerró el pasado 16 de mayo una de las semanas con más críticas a bordo. Además de anunciar la continuidad de los juicios en Guantánamo, reversó uno de sus planteamientos insignes en campaña: el de darle luz verde a la publicación de fotos sobre malos tratos y torturas en cárceles americanas para evitar así la impunidad en este tipo de prácticas.


Ante esas medidas en contravía de lo esbozado como candidato, las manifestaciones de rechazo no se han hecho esperar. Varias asociaciones civiles, por ejemplo, lo acusan de apoyar tácticas que no hacen más que obstruir la búsqueda de la verdad y dejan abierta la puerta hacia actos más oscuros. Asimismo, Human Rights Watch calificó de decepcionante la reanudación de los tribunales. 


La lluvia de críticas y de reversazos no terminan allí. Nancy Pelosi, una de las dirigentes demócratas más reconocidas, aún sigue haciéndole el quite a quienes la acusan de haber estado al tanto desde 2002 de las torturas, esas mismas para las que ahora reclama una comisión que establezca qué hubo detrás.
Pelosi se ha defendido argumentando que la CIA los engañó a todos con la información que dio a conocer. A lo que el Director de la agencia de investigación respondió tajantemente que la institución no engañó a nadie en cuanto a los mecanismos de interrogación usados con los sospechosos de terrorismo.


¿Desilusiona Obama? Es la pregunta que queda planteada tras el sinsabor de sus dos recientes decisiones. Días antes de cumplir sus primeros 100 de Gobierno, The New York Times publicó una encuesta que le daba un 68% de popularidad. Tras los anuncios de hace dos semanas no se conocen cifras sobre si mantiene el mismo respaldo de los norteamericanos. 


Lo que Obama aún tiene a su favor es la cifra de promesas cumplidas. Un seguimiento de cada una de sus decisiones como Presidente, en relación con sus promesas como candidato, muestra 30 propuestas convertidas en actos de gobierno, y 63 más por el mismo camino. En contra, tiene un saldo rojo de seis incumplidas por no haber actuado como lo había propuesto para situaciones específicas, ya caducadas. 

Una de las promesas incumplidas más debatidas tiene que ver con el genocidio en Armenia por parte de los turcos, durante la Primera Guerra Mundial. En campaña, Obama calificó las muertes como genocidio. Sin embargo, como Presidente no usó la misma palabra durante su visita a Turquía, ni cuando se pronunció en la conmemoración del millón y medio de armenios muertos.


Con solo cuatro meses de gestión, todas las evaluaciones que se le realicen a la administración Obama pueden llegar a ser muy prematuras. Aunque, hay una realidad difícil de ocultar: Obama sigue gobernando un país con los mismos problemas económicos de inicios de año y con pocas probabilidades de superarlos de la noche a la mañana.


Las grandes expectativas que creó le pasan la cuenta de cobro por adentrarse cada día más en los difíciles terrenos de la ‘realpolitik’.

 

La investigación en el Caribe

Por Jairo Parada Corrales

El Heraldo, Barranquilla

Junio 1 de 2009

 

 

Las Universidades y empresas que pretendan tener futuro y se marginen de la investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico, no tendrán futuro. La competitividad en tiempos de crisis se agudiza, y en el terreno de la educación no habrá mercados cautivos, en una economía cada vez más globalizada.

Las universidades que se dedican a otorgar títulos (teaching universities), se mantendrán en forma vegetativa, pero no crecerán mucho. El mercado laboral le hará ver a los padres que mandar sus hijos a estas universidades, es perder la plata.

El futuro pertenece a las universidades públicas y privadas que se enrumben hacia la investigación y los postgrados serios, con maestrías y doctorados. Aquí no vale el ceremonialismo de los títulos. Hay que publicar en revistas indexadas y en ello la competencia es tenaz. La calidad es lo que cuenta.

Por ello, fue interesante asistir al III Encuentro de Investigadores del Caribe Colombiano. En el Caribe se investiga, así sea con las uñas, en medio de grandes dificultades. Asistieron en Cartagena, el pasado 28 y 29 de mayo, más de 285 investigadores, quienes presentaron 33 ponencias seleccionadas entre 80 puestas en consideración. Hubo mucha presencia de la universidad estatal del Caribe y poca de las universidades privadas. Los centros privados de investigación no fueron, y las empresas estuvieron ausentes. Es algo por mejorar.

La investigación en el Caribe fue inventariada a mediados de los 90s, cuando se organizó la Misión Regional de Ciencia y Tecnología, y Colciencias entendía lo de las regiones. Luego, el Comité Regional del Caribe de Ciencia y Tecnología publicó el Plan Regional de Ciencia y Tecnología, el primero del país. En el 2001 se hizo el I Encuentro Regional, y en el 2004 el II Encuentro, del cual se publicaron memorias por el Observatorio del Caribe Colombiano. En otras palabras, hay un inventario del estado de este tema en la región.

Pero a finales de los 90s, se desmontó la visión regional en Ciencia y Tecnología. Quedamos reducidos a los casi inútiles Comités Departamentales de ciencia y tecnología, sin recursos, con reuniones rutinarias, ceremoniales, en manos de las gobernaciones. Lo preocupante es que el Art. 6º, literal 8, de la ley 1286 del 2009, la cual fortalece el posicionamiento institucional de Colciencias en la estructura del estado y le otorga mayores recursos, siguió reduciendo las regiones, a los comités departamentales de Ciencia y Tecnología. La visión regional ordenada por la Constitución de 1991 desapareció simplemente.

Esta precariedad en lo regional nos ha perjudicado. El gobernador Eduardo Verano, único gobernante que se hizo presente en el evento, mostró que, mientras la Región Caribe tiene 245 grupos de investigación, el triángulo de oro (Antioquia-Valle y Bogotá) tiene 1677, y sólo Bogotá tiene 3.7 veces los investigadores de la región Caribe.

Sin duda, nuestro atraso regional se refleja en todos los niveles. Hemos ido avanzando en grupos de investigación, con la Universidad del Atlántico y la Universidad del Norte a la cabeza, pero el camino es largo para recorrer.

Se necesitan recursos y programas específicos, unidos a cláusulas afirmativas, que nos saquen de este atraso. Debemos exigir más del 20% de los recursos y de las becas doctorales para nosotros. No nos vengan con la cantaleta de la calidad, pues ella se construye lentamente a través de un proceso histórico. En fin, el trabajo es inmenso más no imposible. Sólo miremos hacia atrás. Hemos avanzado.