lunes, 1 de junio de 2009

Los sinsabores de la ¡realpolitik!

Editorial

El Heraldo, Barranquilla

Junio 1 de 2009

Al cumplir cien días en la Presidencia, Obama era visto por el mundo como un líder dispuesto a sacar adelante a Estados Unidos mediante decisiones completamente opuestas a las de Bush.

Sin embargo, el anuncio de mantener una de las iniciativas de su antecesor más criticadas a nivel nacional e internacional, era algo que pocos esperaban: a mediados de mayo dio a conocer que los tribunales militares, para juzgar los sospechosos de terrorismo en Guantánamo, seguirán abiertos.


Caracterizado por haber tomado al principio decisiones acordes con su discurso de campaña, los medios norteamericanos no hacen más que preguntarse si Obama ha empezado a girar hacia el centro. 


Los Republicanos no dejan pasar oportunidad alguna para reclamarle por sus críticas al gobierno de Bush y exigirle que se retracte de muchas de las acusaciones que realizó en campaña.


Y es que cada decisión tomada por Obama es seguida muy de cerca por sus compatriotas, algo que no ocurría desde la década de los 60. Tal como en aquellos años, cuando depositaron todas sus esperanzas en Kennedy por un mejor país, la actual mayoría, guardadas las diferencias de contexto histórico, hizo lo propio con Obama.


Hace dos semanas, sin embargo, no todos lo continúan aplaudiendo. Las críticas, como era de esperarse, han comenzado a surgir.


Obama cerró el pasado 16 de mayo una de las semanas con más críticas a bordo. Además de anunciar la continuidad de los juicios en Guantánamo, reversó uno de sus planteamientos insignes en campaña: el de darle luz verde a la publicación de fotos sobre malos tratos y torturas en cárceles americanas para evitar así la impunidad en este tipo de prácticas.


Ante esas medidas en contravía de lo esbozado como candidato, las manifestaciones de rechazo no se han hecho esperar. Varias asociaciones civiles, por ejemplo, lo acusan de apoyar tácticas que no hacen más que obstruir la búsqueda de la verdad y dejan abierta la puerta hacia actos más oscuros. Asimismo, Human Rights Watch calificó de decepcionante la reanudación de los tribunales. 


La lluvia de críticas y de reversazos no terminan allí. Nancy Pelosi, una de las dirigentes demócratas más reconocidas, aún sigue haciéndole el quite a quienes la acusan de haber estado al tanto desde 2002 de las torturas, esas mismas para las que ahora reclama una comisión que establezca qué hubo detrás.
Pelosi se ha defendido argumentando que la CIA los engañó a todos con la información que dio a conocer. A lo que el Director de la agencia de investigación respondió tajantemente que la institución no engañó a nadie en cuanto a los mecanismos de interrogación usados con los sospechosos de terrorismo.


¿Desilusiona Obama? Es la pregunta que queda planteada tras el sinsabor de sus dos recientes decisiones. Días antes de cumplir sus primeros 100 de Gobierno, The New York Times publicó una encuesta que le daba un 68% de popularidad. Tras los anuncios de hace dos semanas no se conocen cifras sobre si mantiene el mismo respaldo de los norteamericanos. 


Lo que Obama aún tiene a su favor es la cifra de promesas cumplidas. Un seguimiento de cada una de sus decisiones como Presidente, en relación con sus promesas como candidato, muestra 30 propuestas convertidas en actos de gobierno, y 63 más por el mismo camino. En contra, tiene un saldo rojo de seis incumplidas por no haber actuado como lo había propuesto para situaciones específicas, ya caducadas. 

Una de las promesas incumplidas más debatidas tiene que ver con el genocidio en Armenia por parte de los turcos, durante la Primera Guerra Mundial. En campaña, Obama calificó las muertes como genocidio. Sin embargo, como Presidente no usó la misma palabra durante su visita a Turquía, ni cuando se pronunció en la conmemoración del millón y medio de armenios muertos.


Con solo cuatro meses de gestión, todas las evaluaciones que se le realicen a la administración Obama pueden llegar a ser muy prematuras. Aunque, hay una realidad difícil de ocultar: Obama sigue gobernando un país con los mismos problemas económicos de inicios de año y con pocas probabilidades de superarlos de la noche a la mañana.


Las grandes expectativas que creó le pasan la cuenta de cobro por adentrarse cada día más en los difíciles terrenos de la ‘realpolitik’.

 

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