lunes, 1 de junio de 2009

Reyerta en Mercosur

Editorial

El País, Cali

Junio 01 de 2009

La semana pasada, en una reunión en la ciudad brasileña de Salvador, Hugo Chávez le expresó al presidente Lula da Silva que “estamos en una fase de nacionalización de empresas en el país, menos las brasileñas”. 

La frase, escuchada por los periodistas gracias a que un micrófono quedó abierto mientras los dos mandatarios se reunían en privado, ha enardecido a la opinión pública argentina, país al que le fueron nacionalizadas hace poco tres compañías. La Unión de Industriales de Argentina, UIA, pidió que se revisara el ingreso de Venezuela a la Mercosur como miembro pleno e incluso el gobierno de la Nación gaucha tuvo que pronunciarse al respecto. 

Cristina Fernández, que había permanecido impávida frente a las protestas de los empresarios, se vio obligada a manifestar que aquello constituía un “hecho discriminatorio” e “inaceptable”. A su vez, el Gobierno venezolano, colocado en una situación incómoda, se apresuró a declarar, por boca de su canciller, que la expresión de Chávez tan sólo constituía una “broma”, en una forma poco elegante de hacer frente a las críticas. 

Pero, broma o no, lo cierto es que los argentinos se han tomado el asunto en serio, pues varias de sus compañías han sido afectadas por la ola de las estatizaciones chavistas. Para los inversionistas del grupo Techint, conformado por las nacionalizadas Tavsa (tubos de acero), Matei (materiales siderúrgicos) y Comsigua (complejo siderúrgico en Guayana), los hechos están lejos de conformar una broma. Y a ellos se han unido el resto de inversionistas argentinos, lo mismo que los trabajadores agrupados en la Confederación General de Trabajadores. 

La UIA declaró que “es difícil de comprender cómo el gobierno de un país que manifiesta públicamente el carácter estratégico de la vinculación con Argentina y busca estrechar lazos productivos entre ambas naciones, promoviendo las inversiones y el intercambio comercial, lleva adelante acciones que claramente ponen en riesgo las actividades de una empresa argentina”. 

Este duro comunicado fue seguido, luego de la declaración de Chávez en Salvador, por un pedido formal al Congreso para que “reverse” el ingreso de Venezuela a Mercosur, con lo que, más allá de las diferencias concretas en este caso, se demuestra la fragilidad de las uniones comerciales que se intentan periódicamente en Sur América y en las cuales el Presidente de Venezuela ha jugado un papel de zapador y divisionista. 

Lo mismo hizo con la CAN, de la que se retiró estruendosamente, pretextando la aprobación por parte de Colombia del TLC con Estados Unidos, y lo mismo amenaza hacer con la OEA, si ésta no acepta sus estrambóticos pedidos. Pero, aparte de las pataletas chavistas, no habla bien de las instituciones que se puedan colocar en situación de fragilidad cuando suceden episodios como los descritos. 

La verdad es que no habrá futuro para las uniones comerciales o aduaneras suramericanas si ellas no establecen reglas claras, lo mismo que mecanismos coercitivos que permitan sancionar a los estados que incumplan los acuerdos. 

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