El País, Cali
Junio 01 de 2009
La frase, escuchada por los periodistas gracias a que un micrófono quedó abierto mientras los dos mandatarios se reunían en privado, ha enardecido a la opinión pública argentina, país al que le fueron nacionalizadas hace poco tres compañías.
Cristina Fernández, que había permanecido impávida frente a las protestas de los empresarios, se vio obligada a manifestar que aquello constituía un “hecho discriminatorio” e “inaceptable”. A su vez, el Gobierno venezolano, colocado en una situación incómoda, se apresuró a declarar, por boca de su canciller, que la expresión de Chávez tan sólo constituía una “broma”, en una forma poco elegante de hacer frente a las críticas.
Pero, broma o no, lo cierto es que los argentinos se han tomado el asunto en serio, pues varias de sus compañías han sido afectadas por la ola de las estatizaciones chavistas. Para los inversionistas del grupo Techint, conformado por las nacionalizadas Tavsa (tubos de acero), Matei (materiales siderúrgicos) y Comsigua (complejo siderúrgico en Guayana), los hechos están lejos de conformar una broma. Y a ellos se han unido el resto de inversionistas argentinos, lo mismo que los trabajadores agrupados en
Este duro comunicado fue seguido, luego de la declaración de Chávez en Salvador, por un pedido formal al Congreso para que “reverse” el ingreso de Venezuela a Mercosur, con lo que, más allá de las diferencias concretas en este caso, se demuestra la fragilidad de las uniones comerciales que se intentan periódicamente en Sur América y en las cuales el Presidente de Venezuela ha jugado un papel de zapador y divisionista.
Lo mismo hizo con
La verdad es que no habrá futuro para las uniones comerciales o aduaneras suramericanas si ellas no establecen reglas claras, lo mismo que mecanismos coercitivos que permitan sancionar a los estados que incumplan los acuerdos.
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