El Mundo, Medellín
Abril 5 de 2009
Durante los dos últimos días, los líderes de los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, se reunieron a una y otra orilla del Rín, en la ciudad francesa de Estrasburgo y en la población alemana de Kehl, en una curiosa decisión de las dos potencias europeas de ser co anfitrionas de la Cumbre, aparentemente como una manera de festejar la reincorporación de ésta última a la estructura militar, después de 43 años de ausencia y justo cuando se celebran los 60 años del nacimiento de la Alianza.
Cabe recordar que la OTAN es el marco político de un pacto militar firmado el 4 de abril de 1949, en Washington, por los gobiernos de los Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Reino Unido y Portugal. Entró en vigor el 26 de julio del mismo año, y desde entonces se incorporaron Grecia y Turquía en 1951; la República Federal de Alemania en 1954; España en 1982; y Hungría, Polonia y la República Checa, en 1999. En esta cumbre los Aliados han dado la bienvenida a dos nuevos estados miembros, Albania y Croacia, en tanto que son notorios los gestos de sus principales líderes, con el presidente Obama a la cabeza, para mejorar las relaciones con Rusia, su histórico rival al este de Europa. De hecho, a pesar de las graves tensiones vividas a raíz de la invasión rusa de una parte del territorio georgiano el año pasado, la Alianza tiende la mano a Moscú para “explotar al máximo” las posibilidades de cooperación en el seno del Consejo OTAN-Rusia reformado y, de otra parte, es una señal alentadora para la paz del mundo que simultáneamente con la cumbre de OTAN, Estados Unidos y Rusia anuncien la reanudación este mismo mes de las conversaciones sobre un nuevo acuerdo para reducir arsenales nucleares.
Eso explica que en la Declaración final de la cumbre de Estrasburgo-Kehl se proclamara que la seguridad de Europa y Estados Unidos es “indivisible” y que la finalidad primera sigue siendo “la defensa colectiva de nuestra población, del territorio y de las fuerzas de nuestros países”, pero la OTAN debe seguir siendo una “alianza adaptable”, dispuesta a afrontar nuevas amenazas, entre las cuales mencionan la lucha contra el terrorismo cibernético, la protección de las rutas de energía y la persecución de la piratería. En este momento, la OTAN tiene 75.000 soldados desplegados en misiones que nada tienen que ver con la defensa territorial de Europa, siendo la operación más importante y la que copó buena parte de las deliberaciones de la cumbre, la que desarrolla en Afganistán, en respaldo de un gobierno que no ha sido capaz de estabilizar el país y combatir eficazmente al grupo terrorista de Al Qaeda, después de ocho años del derrocamiento del régimen Talibán.
Los demócratas y amantes de la paz en el mundo debemos estar complacidos por la unanimidad alcanzada en el seno de la OTAN en la lucha contra el terrorismo, particularmente en lo relativo al conflicto afgano donde, como dice el presidente Sarkozy, “se juega una parte de la libertad del mundo y no tenemos derecho a perder allí”. Un crédito del presidente Obama – que en el frente antiterrorista está demostrando que no hubo solución de continuidad en la política del Imperio liderada por el presidente Bush – es haber conseguido un consenso en torno a su estrategia para Afganistán, basada en la combinación de la intervención militar, el compromiso de los países vecinos en la solución del conflicto y lo que él llama la “afganización” progresiva de las responsabilidades. Exactamente la misma estrategia que se aplica en Irak, desde el gobierno Bush, para que sus autoridades legítimas asuman paulatinamente la defensa de la democracia y de la paz. Por lo pronto, la decisión más importante de la Cumbre es reforzar el componente militar de la misión en Afganistán con 5.000 soldados, provenientes de Alemania, España, Italia, Francia y Reino Unido, entre otros. EEUU, aparte de los 36.000 que ya tiene allí, enviará otros 21.000. Uno de los objetivos inmediatos es reforzar la seguridad del país de cara a las elecciones del 20 de agosto próximo y adiestrar a las fuerzas de seguridad afganas, para lo cual se aprobó un fondo de 100 millones de dólares.
A pesar de la distancia que nos separa, el conflicto afgano no es ajeno a Colombia. En días pasados, en el marco de la “Conferencia de Antiterrorismo Contemporáneo, la Experiencia Colombiana”, celebrado en Bogotá, la Consultora Ejecutiva para el Desarrollo Cívico Militar del Comando Central de EEUU, Dawn Liberi, manifestó “El modelo colombiano es muy relevante y altamente aplicable en muchos aspectos a la situación de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo en Afganistán”. ¿Será que va cuajando la idea, lanzada hace tres años, de que Colombia ingrese a la categoría de “Gran Aliado Extra OTAN”, en la cual ya se encuentran, de Latinoamérica, Argentina y Ecuador?
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