miércoles, 15 de abril de 2009

El impacto del turismo de Estados Unidos en Cuba

Por Andrés Oppenheimer

El Colombiano, Medellín

Abril 12 de 2009

No estoy en contra del creciente movimento en Washington D.C. para flexibilizar las restricciones al turismo norteamericano a Cuba, pero la razón que se esgrime para hacerlo -que una avalancha de turistas estadounidenses producirá cambios democráticos en la isla- es un poco tirada por los pelos.

La semana pasada, más de 20 senadores -incluyendo al presidente del Comité de Políticas Democráticas del Senado, Byron L. Dorgan, el presidente del Comité Bancario Christopher Dodd, y el líder de la minoría del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Richard Lugar- presentaron un proyecto de ley que permitiría a los estadounidenses visitar la isla sin restricciones. La ley fue respaldada por una coalición inusualmente diversa, incluyendo la Cámara de Comercio de Estados Unidos y Human Rights Watch.

Mientras tanto, en Washington D.C., aumentan las especulaciones de que el presidente Obama anunciará nuevas iniciativas para flexibilizar las prohibiciones de viajar a Cuba antes de la Cumbre de las Américas que se realizará el 17 de abril en Trinidad y Tobago. Obama, cumpliendo una promesa de campaña, ya abolió algunas restricciones a los viajes familiares impuestas durante el Gobierno de Bush.

Pero las aseveraciones de que una oleada de turistas norteamericanos aceleraría una apertura política de la isla son un tanto fantasiosas.

"El turismo nunca ha derrocado a un régimen totalitario en ningún caso de la historia", dice James Cason, ex encargado de la Sección de Intereses Estadounidenses en Cuba, y nuevo director del Centro por una Cuba Libre.

Cason y otros escépticos citan las siguientes razones para respaldar su argumento de que el turismo no tendrá un gran impacto político:

- La dictadura cubana penaliza la interacción de los cubanos comunes con los extranjeros. Según la Ley 80 cubana, de 1999, es un delito que un cubano acepte publicaciones de manos de un visitante extranjero

- Virtualmente todos los turistas extranjeros se alojan en Cuba en hoteles situados en sitios aislados, y tienen poco contacto con personas que no trabajan en el sector turístico. De los 103 hoteles de cuatro o cinco estrellas que hay en Cuba, el 67 por ciento está situado en zonas remotas, como Cayo Coco, y sólo el 19 por ciento en La Habana.

- Pocos estadounidenses hablan el español suficientemente bien como para entablar una conversación política con cubanos de la calle, y es dudoso que muchos de ellos quieran entablar esa clase de diálogo. Casi todos los turistas van a Cuba en busca de sol, música y sexo.

- En la última década, más de 15 millones de turistas canadienses, europeos y latinoamericanos han visitado Cuba, sin tener un efecto visible sobre el sistema totalitario de la isla.

Mi opinión: Obama debería cumplir con su promesa de campaña y liberalizar los viajes familiares y las restricciones a las remesas de los cubano-estadounidenses a la isla, y también abolir las restricciones a los intercambios académicos con la isla, que son cosas que están a su alcance. El Congreso, a su vez, debería eliminar todas las restricciones que quedan a las visitas familiares, y tal vez eliminar por completo la prohibición que pesa sobre el resto de los turistas estadounidenses.

Pero eso debería hacerse sobre la base del derecho de los estadounidenses a viajar libremente adonde quieran, y en conjunto con una ofensiva diplomática de Estados Unidos para presionar a Cuba a fin de que permita libertades fundamentales -como la libertad de expresión y las libertades políticas- y no sobre la base de la falsa suposición de que una ola de turistas norteamericanos despertaría una fiebre democrática en la isla.

Como mucho, el ver a más turistas gringos con sus costosas videocámaras en las calles impulsará a más cubanos a lanzarse al mar en una balsa, rumbo a Miami.

Post data: Hablando de la Cumbre de las Américas, Obama debería decirles a los líderes latinoamericanos que le pedirán normalizar totalmente las relaciones con Cuba: "Okay, estoy dispuesto a discutirlo, pero sólo si ustedes están dispuestos a cumplir con los acuerdos hemisféricos que exigen la defensa colectiva de la democracia en cualquier lugar de la región, incluyendo Cuba".

Muchos países importantes de Latinoamérica, incluyendo a Brasil, se hacen los ciegos ante la Carta Democrática Interamericana del 2001 y otros acuerdos regionales que exigen respeto por los derechos fundamentales en cualquier parte del hemisferio en que sean violados.

Al actuar de esa manera, no sólo perjudican la causa de los derechos fundamentales en Cuba, sino que sientan un mal precedente para la defensa de sus propias democracias.

 

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