miércoles, 15 de abril de 2009

El infierno según Marc, Keith y Tom

Por José Obdulio Gaviria

El Tiempo, Bogotá

Abril 15 de 2009

El título del libro de los norteamericanos liberados en la Operación Jaque, Lejos del infierno, tiene un elemento de confusión que el editor despeja certeramente con un subtítulo aclaratorio: 1.967 días en poder de las Farc.

El infierno no es Colombia, sino esa bigornia cruel apodada Farc. Y los demonios son 'Jojoy', 'Joaquín Gómez', 'Sonia', 'Gafas', cierto periodista o relacionista público del mal, Milton, y un sinfín de personajes, a cual más vil y degradado.

Son 456 páginas de aguda y valiente requisitoria contra los victimarios y de generosas palabras para el noble pueblo colombiano. Elogian a Uribe, a Santos, al general Montoya. Exaltan, entusiastas, las virtudes de nuestra Fuerza Pública. 

Como vivieron largos años en el vientre de la bestia, dan datos para saber qué no es la banda: no es un partido político en armas ni una organización insurgente ni un ejército beligerante, como pretenden quienes se empeñan en elevarles el estatus para justificar la 'solución negociada' o imposición a las malas del programa del Partido Comunista. Con las descripciones del libro, se concluye fácilmente que, más bien, son lo que la moderna psicología criminal define como Sectas Coercitivas (aislamiento del exterior, control de información, castigo a la deserción).

Algunos malosos que actúan en el libro como 'protagonistas antagónicos' se dan ínfulas de comandantes y echan uno que otro discurso deshilvanado para consumo en Anncol. Pero la conclusión a la que llega el lector imparcial es que los secuestrados cayeron en manos de una caterva de matones locos. Los autores no logran construir una línea de uso de metáforas y demás tropos, porque, aunque muchas narraciones son cómicas -vestimenta, formaciones, conversaciones-, siempre las anécdotas finalizan con un tiro en la cabeza de alguien, la amputación de un miembro, un suicidio, un secuestrado cavando su propia fosa...

El grupo tortura a todo ser vivo que se atraviese, incluyendo los pobres micos. Marc cuenta que están tan jartas las comunidades de monos con la presencia guerrillera, que los reciben con lluvia de perdigones vegetales y de munición orgánica, incluidos unos bien elaborados balines de estiércol. Leído el libro, concluí que, en un eventual concurso universal de antros humanos, el jurado tendría que recurrir a Belcebú, para que él, que los conoce todos, certifique si el frente primero de las Farc queda o no por fuera de concurso. A su lado, las 'ollas' de bazuqueros en Bogotá, las casas de prostitución infantil en Asia, el hueco de confinamiento de la hija del 'Monstruo de Austria' o las tumbas para secuestrados que cava el Eln son simples sucursales del purgatorio.

Una página que merece enmarcarse en la galería universal de la infamia es el capítulo XI, Muertos. 'Milton', jefe de los secuestradores, con evidente propósito de desahogar su sadismo sin dañar la mercancía (los secuestrados), tortura y da muerte lenta a un mico. Tom nos recuerda (página 287) que ese mismo carnicero que despresó viva a la pobre criatura animal fue quien se autonombró partero y cirujano de Clara Rojas. Sin compasión espiritual y sin asepsia material, 'Milton' rajó el vientre de la madre y jaló el bracito del bebé, como si fuera un despojo.

Qué rabia la que se siente leyendo Lejos del infierno y qué indignación oír la justificación cínica del secuestro por parte de la militancia terrorista. Para muestra transcribo un párrafo de alguien que se pavonea por E.U. denigrando de Uribe y tildándolo de criminal: "Yo mismo me había convencido de la justeza y de la eficacia del secuestro (...). Había aceptado la necesidad de secuestrarlos (a los terratenientes) para obligarlos a respetar los derechos de los labriegos". ¡Siempre tienen un pretexto! ¡O por ser gringos, o ricos, o senadores, o...!

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