lunes, 27 de abril de 2009

Oportunismo humanitario

Por Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Abril 27 de 2009

El oportunismo humanitario de las Farc se ha vuelto a manifestar en las liberaciones unilaterales a cuentagotas, con marcado contenido político y sin considerar el dolor de los familiares de los secuestrados. Debido a su carácter político, buscan con este gesto generar opinión favorable y conseguir acompañamiento internacional. Para tal fin, las Farc alimentan egos, protagonismos personales, descalifican la interlocución del Gobierno y manipulan las expectativas de paz y reconciliación del grupo de Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP).

Sólo bastó una nueva comunicación del Secretariado para que los CCP olvidaran las tímidas exigencias que habían hecho a las Farc, en el sentido de renunciar al secuestro como demostración de voluntad política de paz. Parece que la sola exaltación de su gestión fuera razón suficiente para que los CCP desconozcan sus propios planteamientos y ahora anuncien con excesivo bombo, las nuevas intenciones de las Farc, en el conocido intercambio epistolar que realizan desde el mes de octubre pasado. No hay que olvidar que pocos meses atrás, los llamados angustiosos del profesor Moncayo para que liberaran a su hijo, no tuvieron eco alguno y que también se descalificaba la mediación de la Iglesia católica. Ahora, las Farc anuncian la entrega unilateral del cabo Moncayo y los restos del mayor Guevara, muerto en cautiverio, y ven con satisfacción los pronunciamientos de los jerarcas de la Iglesia acerca de la política y el conflicto nacionales.

Esta simbiosis de oportunismo político-humanitario no se puede esconder en sesgos ideológicos o mamertismos a ultranza, que están presentes en la cotidianidad colombiana. Bienvenidas las liberaciones de cautivos, pero que se acompañen con una real voluntad de paz, sin sofismas de distracción con alto contenido político y mediático.

Entonces, ¿en qué escenario nos encontramos? Es muy sencillo. Unas Farc que en su última comunicación dejan entrever que no aceptan un cese de fuego unilateral y que piden parar la guerra bilateral; insisten en la posición del canje como elemento que conduzca a una negociación política; anuncian la liberación del cabo Moncayo, atendiendo la solicitud de Venezuela, Ecuador, CCP, etc., pero no muestran cambios en su línea política tradicional. El matiz político que se le atribuye a Cano y del cual se habla desde la muerte de Marulanda, parece más bien un producto de los medios de comunicación, reforzado por sus áulicos con imaginarios revolucionarios en desuso, y por ilusos que no faltan y piensan más con el corazón que con la razón.

Las Farc no escatimarán esfuerzo alguno para abrir nuevos espacios políticos, salir del laberinto terrorista en donde se encuentran sumidos, sin reconocer ni acogerse a mínimos de cumplimiento de la normatividad del DIH. Seguirán insistiendo en una ley de canje y no abandonarán su pretensión de adquirir beligerancia. Mantendrán a los cautivos en condiciones infrahumanas, puesto que ellos son piezas del ajedrez político-humanitario, y buscarán nueva oxigenación política, mediante liberaciones unilaterales y entrega de pruebas de supervivencia.

Por doloroso y crudo que nos parezca, debemos entender que las Farc no quieren hablar de paz en este momento operacional, cuando la correlación de fuerzas frente al Estado les es desfavorable y, además, carecen de los argumentos de presión que utilizaron en los diálogos del Caguán.

¿Qué sigue ahora? Más de lo mismo. Unas Farc en un pulso político-militar con el Gobierno, en su intento por incidir en el escenario preelectoral que se avecina y ganar adeptos para el Intercambio Humanitario. Durante el mes de marzo, las Farc mostraron la mayor beligerancia armada de los últimos tiempos, lo cual indica que aunque están afectadas estratégicamente, todavía no están derrotadas.

Sólo resta esperar cuál será la próxima jugada del Gobierno y cómo piensa contrarrestar esta nueva iniciativa política de las Farc.

Da la impresión de que somos testigos presenciales de un juego de intereses que se cumple en el marco del oportunismo humanitario como estrategia política, y un salto estratégico como medio de consolidación de la seguridad democrática, con un enfoque territorial-regional y un énfasis novedoso hacia lo social. 

*Mayor General (r), Ejército Nacional

 

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