domingo, 19 de abril de 2009

Obama debe aprovechar su popularidad en la región

Por  Andrés Oppenheimer                              

El Colombiano, Medellín

Abril19 de2009

¡Qué diferencia! En la última Cumbre de las Américas en el 2005, a la que asistieron 34 países, el entonces presidente George Bush fue recibido como el enemigo público número uno. Ayer, cuando el presidente Barack Obama llegó a esta capital para la reunión continental, lo recibieron como un héroe.

Obama es inmensamente popular en Trinidad y Tobago. Todas las personas con las que he hablado aquí parecían animadas por la visita del Presidente, a pesar de un escepticismo generalizado sobre la cumbre.

En las calles se venden camisetas con la imagen de Obama y The Trinidad Express , el mayor diario del país, publicó una foto de Obama en primera plana con un anuncio que decía "Póster gratis". Hubo una "gran demanda" por el póster, dijo un gerente de circulación del Express.

"Hay un enorme cambio en la actitud de América Latina hacia el liderazgo de Estados Unidos", dice Richard Feinberg, ex funcionario de la Casa Blanca de Bill Clinton que organizó la primera Cumbre de las Américas en Miami en 1994. "De las reacciones de desconfianza y desdeño, ahora tenemos altas expectativas y un abrazo cálido".

De hecho, no es sólo en Trinidad. Una encuesta latinoamericana dada a conocer el jueves por el grupo CIMA, llamado Barómetro Iberoamericano 2009, muestra que Obama es el líder más popular de la región, de calle.

Obama tiene un índice de aprobación de 70 por ciento en la región, seguido por el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva con 59 por ciento, según la encuesta entre 10.000 personas en 22 países latinoamericanos y caribeños. En comparación, el presidente venezolano Hugo Chávez recibió una aprobación del 28 por ciento, según la encuesta.

Anteriormente esta misma semana, el presidente mexicano Felipe Calderón recibió a Obama en la Ciudad de México, declarando que "usted representa, como en muy pocas ocasiones, las esperanzas de millones de hombres y mujeres, no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo".

El hecho mismo de que Obama visitara la capital mexicana -en vez de otro lugar del país- la víspera de su viaje a Trinidad, dice mucho.

En años recientes, los presidentes estadounidenses se han reunido con sus contrapartes mexicanos en centros turísticos o fincas en México, pero han evitado la capital, temiendo manifestaciones antinorteamericanas masivas.

En la última Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, Argentina, donde una enorme cantidad de manifestantes protestaron por la visita de Bush. Chávez se dio gusto: reunió a 40.000 fanáticos adoradores en un estadio de fútbol cercano, dejando a un lado a la delegación estadounidense y acaparando los grandes titulares.

Bush fue criticado en público por el presidente Néstor Kirchner en la ceremonia de inauguración de la cumbre. Recuerdo estar en la audiencia, cerca de un alto funcionario estadounidense, quien hacía con la cabeza gestos de tristeza e incredulidad.

Chávez, quien llegó a la cumbre con la promesa de derrotar el plan estadounidense de crear un Área de Libre Comercio de las Américas, se anotó un triunfo. La idea del Alca, que fue la base de estas cumbres, fue engavetada definitivamente. Fue una de las mayores derrotas diplomáticas de Estados Unidos en la historia reciente de la región.

Así las cosas, ¿qué sucederá ahora? ¿Es probable que veamos una nueva era en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina?

Mi opinión: La popularidad de Obama no se traducirá automáticamente en una nueva era. La misma encuesta de Cima que muestra que es inmensamente popular indica que sólo 43 por ciento de los latinoamericanos tienen una imagen positiva de Estados Unidos, en comparación con 47 por ciento en el caso de China y 57 por ciento para la Unión Europea. Y el impulso de Obama probablemente no dure para siempre.

La clave de una nueva relación entre EE. UU. y América Latina es un compromiso de la Casa Blanca de reunirse todos los años con líderes americanos para seguir los acuerdos de este fin de semana, no cada tres o cuatro años.

De otra manera, la Casa Blanca pronto dedicará su atención a otra parte, como siempre ha hecho.

 

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