sábado, 25 de abril de 2009

Ya les pusieron el Inri

Por Ramiro Valencia Cossio

El Colombiano, Medellíin

Abril 25 de 2009

No soy defensor de oficio de nadie. Sin embargo siento la obligación moral de expresar algunos conceptos sobre lo que les está pasando a Tomás y Jerónimo Uribe.

Los conozco desde la cuna. Los vi crecer al lado de mis hijos porque iban al mismo colegio. De pronto se volvieron hombres grandes y se dedicaron a sus propias actividades.

Hace unos años y cuando su padre, el Presidente Uribe, rompía todos los récords de popularidad, admiración y casi veneración, mucha gente, entre ellos algunos periodistas querían acercárseles, tocarlos, hacerse amigos para ver qué se les contagiaba.

Cuando aparecieron sus empresas, una de ellas Salvarte, de artesanías, los elogiaron, les dedicaron páginas de revistas y artículos de prensa; "verracos empresarios", decían. Ahora, cuando algunos medios de comunicación, algunos periodistas y columnistas ya no gustan de Uribe, todas las actividades de sus hijos parecen sospechosas.

No me meto al meollo de los negocios porque ya demostraron Tomás y Jerónimo que tienen talante para defenderse y saben de sobra que tienen la obligación ante ellos y ante el país de hacer ver su transparencia y su apego a la legalidad. Lo que quiero anotar en este artículo es que hay circunstancias que crean unos privilegios inevitables.

Ellos son hijos de Uribe y eso los marca de por vida, no solo durante el ejercicio presidencial sino para siempre, de aquí en adelante. Ese solo hecho les abrirá muchas, muchísimas puertas y también les cerrará otras. Mas, no les pasa sólo a ellos. Díganme ustedes: ¿es lo mismo que llame a un banco, a un ministro o a un empresario, Juan Gossaín o Darío Arismendi, que Pedro Zapata?

¿Le hacen el mismo caso en un trámite, en la oficina de Tránsito a Julito Sánchez o Néstor Morales que a John Alberto Pataquiva?

¿Serán los mismos requisitos, la misma espera, para otorgarles un crédito a Yamit Amad o a Vicky Dávila, que a doña Amparo Sepúlveda?

¿No se les facilita a ellos más su vida y sus negocios que al resto de los mortales? Y tengo la certeza de que no es por abuso, sino porque son los que son.

Dígase lo mismo de otras personas... ¿o no le pasará más fácil al teléfono un ministro a Jorge Londoño o a Luis Carlos Sarmiento o a Carlos Ardila que a Luis Jaime Pérez? Reitero, no es porque ellos lo busquen, es porque son importantes y representan empresas, también importantes. Así es la vida, todos los seres humanos desempeñamos roles y en la sociedad nos acostumbramos a ser distintos y a tratar diferente a la gente, dependiendo del papel que se juegue.

Lo que debe quedar claro y lo que no se puede admitir, es que se abuse de la posición o se pongan los intereses comunes al servicio de los intereses particulares. Quienes hemos pertenecido a "lo público" sabemos bien eso y tendremos que soportar la doble moral de los que juzgan pero nunca se miran.

Los hijos de los presidentes, de éste y de cualquiera, tendrán, para darles gusto a algunos, que ser desterrados o recluidos en un convento.

Quizá así quede más campo para que ellos hagan sus propios negocios y ejerzan influencias.

Tomás y Jerónimo, de aquí en adelante y para siempre tendrán que defender y clarificar hasta una ida al baño, a ustedes ya les pusieron el Inri.

 

 

1 comentario:

Unknown dijo...

superficial,superficial,superficial, lo que no habla el columnista es la ganancia que de la noche a la mañana obtuvieron los parvulos, de igual forma los servidores públicos que lo favorecieron lease alcalde de Mosquera, hasta ministros, en fin los "empresarios" han dado explicaciones la mayoría nada convincentes.