martes, 21 de abril de 2009

Los triunfadores de la Cumbre

Editorial

El Mundo, Medellín

Abril 21 de 2009

El otro gran triunfador de la Cumbre de las Américas fue el presidente Álvaro Uribe, a quien agradecimos el honor de presidir ayer el acto de entrega de Los Mundos de Oro.

La Cumbre de las 34 democracias de América celebrada el pasado fin de semana en Puerto España dejó a todos contentos – a unos más que a otros, por supuesto – a pesar de que no hubo consenso para firmar la Declaración Final de Compromisos pero sí para autorizar al mandatario anfitrión, el primer ministro de Trinidad y Tobago, Patrick Manning, a que la suscribiera en nombre de todos, en un gesto insólito pero que por sí mismo demuestra cómo se impusieron la cordialidad y las buenas maneras diplomáticas sobre las expectativas de que aquella iba a ser una “cumbre borrascosa”. 

Así habría sido, muy seguramente, si el debutante presidente Obama no hubiera demostrado tanta habilidad para desarmar las intenciones de los levantiscos miembros del Alba y el ánimo de vitrina del venezolano Hugo Chávez, especialmente con el tema de Cuba, a la que pretenden reincorporar a la brava al sistema interamericano y conseguir que de un día para otro EEUU levante el embargo económico, comercial y financiero al régimen dictatorial de los señores Castro. 

Días antes de la Cumbre, en una señal inequívoca de buena voluntad, Obama ordenó levantar las restricciones a los viajes de los cubano-norteamericanos y autorizar el envío de remesas sin límite de cuantía, entre otras medidas. Ya en la cumbre, Obama fue muy claro en que no estaba allí para “hacer parte de un espectáculo. Vine aquí para tratar asuntos correspondientes al futuro y si bien es importante aprender de la historia, no podemos quedar atrapados en ella”. A sabiendas de que el asunto cubano iba a ser el caballito de batalla de sus críticos, manifestó: “... Estoy preparado para que mi administración se involucre con el gobierno de Cuba en una amplia gama de asuntos, desde los derechos humanos a la libertad de expresión, las reformas democráticas, las drogas y los asuntos económicos”. Y al final, a instancias de los periodistas, dijo que “sería tonto pensar que ignorar a Cuba provocaría algún cambio de gobierno en La Habana”, reconoció que debían revaluarse las políticas hacia la isla formuladas por varios gobiernos anteriores al suyo y dijo que ve “una apertura en el gobierno del país caribeño para lograr avances”. 

Con respecto al tema de Cuba, que aunque sonó antes y durante la Cumbre no hizo parte de la agenda y por lo tanto no tenía por qué mencionarse en la Declaración final, el presidente Uribe, en una jugada de riesgo pero aparentemente efectiva como apoyo al presidente Obama, expidió un comunicado a su llegada a Puerto España en que dejó sentado que “Colombia hoy siente que Cuba ayuda a la paz y comprende nuestros esfuerzos de Seguridad Democrática”, y que su Gobierno “considera necesario iniciar el proceso que reintegre a Cuba totalmente al sistema interamericano, de manera integral, en todos los escenarios, y en todas las formas”. Nosotros estamos de acuerdo, inclusive en que cese el bloqueo, siempre que por parte del régimen cubano comience a haber gestos y, sobre todo, actos concretos de reciprocidad, porque no fue gratuitamente que se le expulsó del sistema interamericano y se le aplicaron esas sanciones económicas. Como demócratas, estamos esperando que Raúl Castro, quien da muestras de mayor apertura que su hermano Fidel, abra un espacio a las libertades públicas y al disenso, empezando por acabar el ignominioso ‘delito de opinión’ que tiene a tantos inocentes opositores en la cárcel. EEUU ya puso su case; ahora le toca al Gobierno de Cuba poner el suyo. 

Está claro, pues, que uno de los grandes triunfadores de la Cumbre de las Américas fue el presidente Obama. Es difícil predecir si ello se traducirá en una nueva era en las relaciones interamericanas o si habrá un new deal, como dijo él, “entre socios iguales”, pero consiguió al menos que cierto sindicato no siga culpando a Estados Unidos de todos los males de Latinoamérica, y en ello tuvo un apoyo importante del presidente Lula da Silva. Al final, como decimos, todos tan contentos. Inclusive el presidente Chávez, que además de su anuncio del nombramiento de nuevo embajador en Estados Unidos y de su histriónico gesto de regalarle a Obama “Las venas abiertas de América Latina”, del uruguayo Eduardo Galeano, libro que leyeron con fruición las izquierdas estudiantiles de los setenta del siglo pasado, terminó declarando que “de todas las cumbres a las que he asistido ésta es, sin duda, la más exitosa”. 

El otro gran triunfador de la Cumbre de las Américas fue el presidente Álvaro Uribe, a quien agradecimos el honor de presidir ayer el acto central de entrega de Los Mundos de Oro y celebración del Trigésimo Aniversario de EL MUNDO, en Plaza Mayor, y de paso lo felicitamos porque algunos gurúes, que pretenden manosear a la opinión pública desde los grandes medios capitalinos, habían pronosticado que la presencia de Colombia en la cumbre iba a ser, a pocas vueltas, la de un paria, y hoy tienen que reconocer, así no sea de muy buen grado, el gran éxito diplomático, en primer lugar, por haber conseguido un diálogo de 45 minutos con el presidente Obama, quien, según Wall Street Journal, fue quien pidió expresamente que lo sentaran durante el almuerzo del sábado al lado del presidente colombiano, y en segundo lugar, por haber obtenido su compromiso de reabrir el tema del TLC, con órdenes expresas en tal sentido a su Secretario de Comercio, y su promesa de incluir a Colombia en su próxima gira por Latinoamérica y recibir antes de ello a Uribe en la Casa Blanca. Es, sin duda, una verdadera goleada, que nos recuerda el inolvidable 5-0 a la Argentina.

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