jueves, 23 de abril de 2009

Ejercicios totalitarios

Editorial

El País, Cali

Abril 23 de 2009

Ante los últimos acontecimientos ya no debe quedar duda de las ambiciones totalitarias de Hugo Chávez, del afán de su régimen por perpetuarse en el poder y de su intención de liquidar la oposición. Ni sobre su intención de utilizar el Estado o el amedrentamiento para hacer posibles sus antidemocráticos propósitos. 

Prevalido de su triunfo en el referendo que fue citado por la Asamblea de Venezuela para legitimar las ambiciones reeleccionistas de su jefe político y a la vez primer mandatario, Chávez decidió usar de nuevo su poder absoluto en el órgano legislativo interfiriendo las finanzas de los siete estados y las alcaldías conquistadas por la oposición en las elecciones de noviembre del 2008. Para ello ordenó al Ejército tomarse los puertos e intervenir las aduanas en las fronteras, lo que significa la asfixia de Zulia, Táchira y Miranda, los más poblados. 

Pocas semanas después de triunfar en el referendo reeleccionista, Chávez avanzó en su intención de liquidar la oposición. Para el efecto hizo aprobar de su Asamblea Nacional la creación de una vicepresidencia que, en la práctica, dejó con las manos atadas a Antonio José Ledezma, el otro jefe de la oposición que ganó la Alcaldía de Caracas. Mediante el extraño artificio, el Mandatario le quitó todas sus funciones y recursos, entregándoselos a una de sus obsecuentes servidoras. Difícil encontrar una prueba más contundente de absolutismo, que desconoce el veredicto popular expresado en unas elecciones controladas incluso por el propio régimen. 

Ahora Chávez cumplió su amenaza de meter a la cárcel al que es su gran rival electoral. A Manuel Rosales, el fundador del Partido Nuevo Tiempo e indiscutible líder del estado Zulia, que obtuvo cuatro millones de votos en las elecciones presidenciales del 2006. A él le tocó el turno de ser perseguido por el órgano jurisdiccional, debiendo tomar el camino del exilio ante la evidencia de que su derecho a la defensa por acusaciones de corrupción no sería respetado porque la sentencia en su contra ya está escrita. 

Lo paradójico es que, siendo esa una maniobra grotesca de absolutismo, es difícil afirmar que sea ilegal. La explicación está en que el chavismo se apoderó de todas las ramas del Estado, poniéndolas al servicio de sus propósitos. Allí no hay vigilancia a la actividad del Ejecutivo ni control de constitucionalidad a los actos que expida el Legislativo ni límites a las actuaciones de la Rama Judicial. Lo que existe es una clara intención de utilizar las leyes y los poderes para avasallar a sus contradictores, beneficiar a los áulicos y cancelar cualquier oposición. 

Esa es la respuesta del chavismo a la incuestionable erosión que está sufriendo entre los venezolanos, demostrada en las últimas elecciones y sólo contrarrestada en el referendo reeleccionista. Queda claro que ese régimen depende cada vez más de la figura de su jefe y aplica todos los recursos que le permitan sobrevivir. Es la forma de utilizar la democracia para imponer una dictadura, algo contra lo cual ya se expresaron los venezolanos en el referendo de diciembre del 2007 y en las elecciones de noviembre del 2008. 

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