martes, 28 de abril de 2009

La farsa del día sin carro

Por Saúl Hernández Bolivar

El Mundo, Medellín

Abril 28 de 2009

El día sin carro es una bufonada, una opereta, una farsa. Es una majadería que se fundamenta en la falsa pretensión de favorecer el medio ambiente. La contaminación de Medellín es producida por el transporte público, no por los carros particulares. Eso está demostrado.

Durante el día sin carro, las mediciones de contaminantes dejaron en evidencia un gran incremento de los niveles de monóxido de carbono por la mayor cantidad de buses circulando, pero en la noche salieron las autoridades a decir todo lo contrario. La realidad es que el día sin carro provoca grandes pérdidas económicas y beneficios nulos. 

No cabe duda de que hay que hacer mayores esfuerzos en pro el medio ambiente, pero este tipo de iniciativas son paños de agua tibia que ni siquiera logran concienciar a la comunidad, que es el objetivo principal. Por el contrario, son muchos los que creen que con ese ínfimo sacrificio –una vez al año– le hacen una gran contribución al medio ambiente, a la ‘Madre Tierra’, a la sociedad en general. Y los políticos se valen de estos sainetes para hacerle creer a la gente que se están tomando correctivos. Es el tipo de medidas políticamente correctas que sirven para llenarse la boca y hacerse publicidad mostrando logros inexistentes. 

Si a la dirigencia de Medellín le interesara realmente el medio ambiente se habría decidido implementar el Metroplús movido con electricidad, que le sobra a las EPM, y no con gas que toca traer de muy lejos y cuya autosuficiencia está en duda más allá de 2020.

Combustible que es más caro y cuyo precio ascenderá por estar atado al precio del crudo, y que además no es tan limpio como la electricidad. Un Metroplús eléctrico equivale a decenas y quizás centenas de días sin carro, y sin ocasionar detrimento económico. Como mínimo se pudo haber recurrido a la alternativa de buses híbridos. 

Si a la dirigencia de Medellín le interesara hacer algo verdaderamente útil por el medio ambiente, le exigiría a Ecopetrol un diesel de excelente calidad y no aceptaría más dilaciones en el supuesto plan de mejoramiento de la calidad del Acpm. Pero, además, podría prohibir la circulación de motos de dos tiempos y destinar recursos importantes para subsidiar la conversión masiva a gas de vehículos de transporte público, lo que beneficia económicamente a los transportadores y podría ayudar a reducir tarifas, con consecuencias positivas para la competitividad de la ciudad. 

Si a nuestros dirigentes les interesara el medio ambiente, se preocuparían por la arborización de la ciudad, no sólo por sembrar unas florecitas en el camino de los asistentes a la cumbre del BID. En el separador de la Vía Distribuidora de la Regional se deberían sembrar cientos de árboles frondosos, no esos chamizos miserables que, entre todos, no alcanzan a tener una biomasa importante que compense un poco el bosque que se suprimió. Durante la campaña electoral, el alcalde Salazar se valió del tema de la arborización pero luego lo hizo a un lado. Ese es su interés por la ecología, un tema que sirve para obtener votos y mejorar en las encuestas pero nada más. 

Si hubiera verdadero interés por el tema medioambiental, las autoridades diseñarían estrategias para obligar a todos los ciudadanos a reciclar y trabajarían mancomunadamente con las universidades, centros de investigación y entidades similares para promover iniciativas que favorezcan los emprendimientos en ciencia y tecnología que se desarrollen en la ciudad con miras al uso racional de nuestros recursos. En esto se incluyen temas como los combustibles alternativos y la instalación –como propone Carlos Fonseca, gerente del Parque Tecnológico de Antioquia– de todos los aparatos de ahorro y uso eficiente de energía y agua en cada casa, edificio, fábrica y empresa, descontando su costo en la factura. Hay propuestas de real beneficio para el medio ambiente que, además, son un buen negocio. El día sin carro no es ni lo uno ni lo otro.

 

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