domingo, 19 de abril de 2009

Bienvenido Moncayo, ¿y los demás?

Editorial

La Patria, Manizales

Abril 18 de 2009

Bienvenido Moncayo, ¿pero tendrán los familiares de los demás secuestrados que salir también encadenados por el país para llamar la atención de la comunidad internacional y presionar así la liberación de sus seres queridos? 

Bienvenido el sargento Moncayo, pero ¿qué pasa con los demás? Hace rato que las Farc debieron dejar en libertad a todos los secuestrados, sino a por lo menos 66 personas que continúan en cautiverio, según la más reciente cifra de Fondelibertad, que cruzó información sobre plagiados en Colombia para precisar con exactitud que en el país hay con certeza 125 personas en esta situación. 

Ya estamos acostumbrados a este show. Las Farc hacen el anuncio, la senadora Piedad Córdoba se cobra su parte saliendo a los medios, poniendo condiciones, exigiendo al Gobierno y mejorando sus posibilidades en las encuestas electorales. Después habrá tiempo de echarle la culpa al Presidente y sus colaboradores si algo en el proceso sale mal. Pero si se dan todas las garantías, el éxito de la misión será de la dirigente política y de la buena voluntad de las Farc, olvidando que este grupo armado es el único responsable de que personas como el sargento Moncayo lleven más de 10 años pudriéndose en la selva. 

Como si fuera poco, en su mediático anuncio de liberación de uno solo de los secuestrados, las Farc dejan una reserva importante de cautivos para continuar con su proceso a cuentagotas, seguramente, de aquí a la próxima jornada electoral, y cierran la puerta a la oferta que les hizo el presidente Uribe de hacer un cese del fuego para avanzar en las posibilidades de un diálogo que conduzca inclusive a la paz. Dice la agrupación ilegal que cómo van a hacer un cese unilateral del fuego, pero eso será parte de lo que se tenga que resolver cuando acepten. Su pronunciamiento demuestra su ninguna voluntad de ayudar a solucionar el conflicto armado que desangra a Colombia desde hace décadas. 

El escritor mexicano Carlos Monsiváis mencionó en días pasados en una entrevista que el gran pecado de la izquierda latinoamericana fue demorarse tanto en condenar el secuestro. Precisamente esa cantidad de secuestros en Colombia nos han hecho perder las cuentas. Hablábamos de cerca de 2.800 plagiados en el país, pero ahora parece que son 125 y de por los menos 1.500 no hay razón, lo que abre un nuevo frente de investigación para saber qué pasó con los demás. Eso no se puede quedar sin resolver y es parte de la verdad del conflicto que tanto se necesita saber en Colombia. 

Otra cosa es cuánto se demorará esta nueva escena del show de las Farc, pero deseamos que no sea muy larga la espera, pues ya ha estado bien ensayado todo el montaje para poder ganar la atención mundial y querer lanzar el mensaje de que es un gesto de buena voluntad liberar a los secuestrados, cuando es no sólo una obligación, sino un imperativo si quieren algún día formar parte de los cambios estructurales que requiere una democracia como Colombia. 

Reiteramos, bienvenido Moncayo, ¿pero los familiares de los demás secuestrados tendrán que salir también encadenados por todo el país para llamar la atención de la comunidad internacional y presionar así la liberación de sus seres queridos? ¿O tendrán que afiliarse a Colombianos por la paz? Es un lamentable error histórico de lo que se autodenomina guerrilla, que juega con el dolor, principalmente, de las familias de estos plagiados, como la mamá del mayor Guevara que sigue esperando que le devuelvan el cadáver de su hijo, muerto en cautiverio, cuya ubicación hace rato que están por darla a conocer, pero nada. Y todavía hay quién cree en esta agrupación.

 

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