viernes, 3 de abril de 2009

Chávez, off side

Editorial

El Mundo, Medellín

Abril 3 de 2009

Como sucedía con Fidel Castro, al coronel Chávez le encantan las cumbres de cualquier tipo para llamar la atención.

Dos salidas fuera de foco tuvo en los últimos días el coronel Presidente Hugo Chávez, que lo colocan definitivamente como un personaje grotesco en la escena internacional, mal imitador, por cierto, de su mentor y maestro Fidel Castro, quien sobresalió en la segunda mitad del siglo XX por sus posiciones extremistas en defensa de la revolución y contra el imperialismo, con las que se robaba el show mediático en casi todas las cumbres en que participaba, sin que por ello pudiera tachársele de atrabiliario o vulgar en su lenguaje ni en su trato con los demás jefes de Estado, un rasgo ostensible del carácter primario del bolivariano. 

Como al cubano, al venezolano le encantan las cumbres de cualquier tipo para llamar la atención. Ésta vez le sirvió de mampuesto para sus desafueros contra la Corte Penal Internacional, CPI, y contra la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, la II Cumbre de Países Árabes y América del Sur, que se celebró a comienzos de la semana en Doha, Qatar, con la asistencia de los 22 mandatarios de la Liga Árabe y los 12 de Sudamérica. 

El martes, Chávez la emprendió contra la CPI por haber dictado el 4 de marzo pasado una orden de detención contra el presidente sudanés, Al Bashir, por crímenes de guerra y delitos contra la humanidad en Darfur, calificando la medida de “adefesio jurídico” y de “irrespeto a los pueblos del tercer mundo”. Con su apasionada defensa de su socio y amigo, Chávez pasa por alto la tragedia humanitaria de Darfur, la provincia al oeste de Sudán, donde la guerra civil, auspiciada por el régimen de Jartum, ha dejado en los últimos seis años 300.000 muertos y 2,7 millones de desplazados, según datos de Naciones Unidas. No obstante que Venezuela suscribió el Estatuto de Roma, que le dio carta de nacimiento a la Corte Penal Internacional, Chávez desafía la autoridad y jurisdicción del alto tribunal, invitando durante la cumbre de marras al señor Bashir: “Te invito a Caracas y espero que no tengas algún problema”. 

El otro blanco de sus ataques fue la señora Bachelet, presente en la cumbre. A su llegada a Qatar aprovechó la vitrina que le ofrecían los ávidos reporteros para lanzar los primeros dardos, que luego repitió, casi en los mismos términos, durante su discurso ante la cumbre: “En América del Sur hay ahora gobiernos que se declaran progresistas y no lo entiendo, le voy a preguntar a Lula más tarde... Está la Presidenta de Chile que se reunió en Santiago con el Vicepresidente de Estados Unidos y el Primer Ministro Británico, ¡dos representantes de los imperios! ¡No entiendo nada!… Creo que eso pone en peligro la unión de Sudamérica... Así lo digo, porque un revolucionario, y yo lo soy, no debe callar, debe decir su verdad y esa es parte de mi verdad”. 

Se refería Chávez al Encuentro Mundial de Líderes Progresistas, que por primera vez se realiza en América Latina, y que reunió en Viña del Mar el pasado fin de semana al primer ministro británico Gordon Brown; al vicepresidente estadounidense Joe Biden; al primer ministro de Noruega, Jens Stolnberg; al presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero; a los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva; de Uruguay, Tabaré Vázquez; de Argentina, Cristina Kirchner y a la anfitriona Michelle Bachelet. Además, a 200 intelectuales de la llamada centroizquierda mundial, ministros de Estado y asesores gubernamentales de Italia, Alemania, Holanda, España, Australia, Canadá y Grecia, entre otros países. Se trataba, según informes de prensa, de aunar fuerzas y criterios bajo sello progresista para impulsar la reestructuración del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, entre otros puntos prioritarios, a pocos días de la reunión del G-20 en Londres, que precisamente presidiría el señor Brown y a la que asistirían los dos representantes de Sudamérica en el exclusivo club: Brasil y Argentina. 

La calidad de los participantes y la indiscutible importancia de la reunión hace mucho más notoria la bufonada del presidente venezolano, que lo deja muy mal parado y cada vez más aislado, como rara avis, en el campo diplomático internacional, pues al tachar a la presidenta chilena de invitar a “dos representantes del Imperio”, también lo está haciendo con los mandatarios sudamericanos que aceptaron esa invitación, en esa compañía, es decir, a los presidentes Lula, Kirchner y Vásquez, de quienes se precia socio, correligionario y amigo, y a los que implícitamente está reclamando que no tuvieran en consideración que él había sido ostensiblemente excluido de la reunión. 

El senador chileno, Sergio Romero, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta, caracteriza muy bien el desplante del coronel Chávez: “Está viviendo en siglos pasados y así lo muestran sus comentarios, añejos y sin futuro... El señor Chávez posee una limitación intelectual que revela su falta de visión como estadista, que simplemente lo coloca al margen de lo que es hoy el mundo civilizado; en la práctica, uno puede estar en desacuerdo con una reunión, pero descalificarla creyéndose el vocero del mundo es presumir de un liderazgo que no tiene”. 

Con razón la Cancillería chilena le restó importancia al incidente y, en lugar de una nota formal de protesta, se limitó a calificar de “inadecuadas” las críticas de Chávez a quien “es símbolo de unidad y de diálogo en todo el mundo. Nuestro gobierno participa de la Cumbre Progresista y de todas las instancias donde hay actores relevantes, donde hay temas importantes, donde podamos construir diálogo, esa es nuestra política”. Una vez más el coronel Chávez hace el ridículo con sus ladridos contra la CPI y la Presidenta Bachelet.

 

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