viernes, 17 de abril de 2009

La Cumbre de las Américas

Por Rodrigo Botero Montoya

El Colombiano, Medellín

Abril 16 de 2009

La proliferación de reuniones internacionales de Jefes de Estado puede estar registrando síntomas de fatiga y de rendimientos decrecientes. En determinadas circunstancias es útil recurrir a las gestiones diplomáticas al más alto nivel. Pero si estas reuniones tienden a convertirse en la norma, pueden resultar inocuas en el mejor de los casos. Estos eventos requieren una preparación cuidadosa por parte de los expertos de los respectivos gobiernos y un acuerdo previo respecto al texto del documento que se someterá a la consideración de los mandatarios.

La inadecuada preparación de la anterior Cumbre de la Américas, celebrada en Mar del Plata en el año 2005, explica, en buena parte, su final lamentable. La controversia suscitada por el tema del libre comercio y la falta de profesionalismo del gobierno anfitrión dejaron un legado de discordia y de frustración en las relaciones interamericanas.

Hay razones para esperar que la reunión que tendrá lugar en Trinidad y Tobago a partir del 17 de abril transcurra en forma menos decepcionante que la anterior. La crisis económica mundial pone de presente la necesidad de una respuesta internacional coordinada. El tema controversial del ALCA ha dejado de ser parte de la agenda hemisférica. Ha habido un proceso previo de preparación de la reunión. Y el cambio de gobierno en Estados Unidos le concede al presidente Obama el beneficio de la simpatía y la buena imagen.

Del lado latinoamericano también ha habido cambios que hacen menos probable la repetición del motín anti-americano promovido por Hugo Chávez con la complicidad de Néstor Kirchner en Mar del Plata. El entorno internacional ha causado una reducción significativa en el monto de recursos a disposición del gobierno venezolano. Néstor y Cristina Kirchner están afrontando las consecuencias de un manejo económico inepto. La crisis mundial encuentra al gobierno argentino sin acceso al crédito externo, abocado a un conflicto interno con las organizaciones del sector agropecuario, e incurriendo el costo político de la mezcla nociva de estancamiento con inflación. El riesgo de una eventual cesación de pagos hace recomendable tratar de mejorar las relaciones de Buenos Aires con Washington. Mientras tanto, el presidente Lula está ejerciendo un liderazgo regional con prudencia y sentido de responsabilidad.

Si bien la situación internacional reduce las posibilidades de una reunión conflictiva, también ofrece razones para moderar las expectativas. Las relaciones con América Latina no son un tema prioritario para el gobierno norteamericano. La crisis económica y las exigencias de las guerras en Irak y Afganistán limitan el tiempo y los recursos que se pueden asignar a otros fines. Modificaciones de cierta envergadura en temas como la inmigración o la liberalización comercial tendrían que ser aprobadas por el Congreso.

Hugo Chávez y algunos de los dirigentes del ALBA se proponen llevar a la cumbre el tema del embargo norteamericano a Cuba. La administración Obama ha dado un primer paso al facilitarles a los integrantes de la comunidad cubana en Estados Unidos las visitas y el envío de dinero a sus familiares en la isla. El próximo paso sería eliminar las restricciones a todos los ciudadanos americanos para viajar a Cuba, iniciativa que tiene respaldo en el Congreso. Todavía no existe suficiente apoyo político para la propuesta de levantar el embargo.

La contribución inicial que podría hacer Barack Obama a las relaciones interamericanas es crear un ambiente de cordialidad y estar dispuesto a escuchar. Si todos los gobiernos participantes actúan con espíritu constructivo y buena voluntad, la Cumbre de las Américas de Trinidad Tobago podría sentar las bases para una nueva etapa de cooperación y confianza mutua en las relaciones hemisféricas.

 

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