miércoles, 15 de abril de 2009

Lecturas santas

Por Enrrique Santos Calderòn

El tiempo, Medellín

Abril 12 de 2009

Como lectura de Semana Santa, me llevé dos libros recién salidos del horno sobre nuestro interminable conflicto armado: Lejos del infierno, de los tres contratistas estadounidenses (Gonsalves, Stansell y Howes), sobre sus cinco años en poder de las Farc, y Mis adversarios guerrilleros, del general Álvaro Valencia Tovar, un fascinante recuento de sus 20 años en la lucha contraguerrillera.

El libro de los gringos se deja leer por lo actual y "jugoso". Y por la interesante descripción a tres manos que hace de la vida dentro de las Farc y del comportamiento de guerrilleros rasos, medios y altos. Las angustias y padecimientos del inhumano cautiverio selvático son contados con más fuerza y lujo de detalles que anteriores relatos sobre el mismo tema.

Más allá de los chismes sobre Íngrid y otros secuestrados, ingrediente al parecer inevitable de esta avalancha de libros de liberados, fugados y rescatados de las Farc, Lejos del infierno es un testimonio importante sobre la infamia del secuestro y la mentalidad y conducta de quienes lo practican con tanta saña.

Pero el que literalmente me devoré fue el del general Valencia Tovar, que debería ser lectura obligada (sobre todo para políticos, académicos y militares) en este país que no logra superar su historia de violencia porque no la estudia ni asimila. Mis adversarios guerrilleros es un recuento minucioso y bien escrito de sus experiencias de orden público, desde que lidió a finales de los 50 con el mal llamado "bandolerismo liberal" hasta que salió de la Comandancia del Ejército a mediados de los 70 por las intrigas de un generalato mediocre y miope, que no aceptaba sus métodos para enfrentar la insurgencia armada de esos años.

El libro arranca en 1959 con el 'Capitán Venganza' y los primeros alzamientos armados que sucedieron al Frente Nacional, el pacto entre liberales y conservadores que puso fin al sectarismo bipartidista que desangró a Colombia durante dos décadas, pero que abrió las puertas a la nueva violencia política de inspiración marxista. Valencia Tovar traza los perfiles de seis figuras que personificaron esta etapa del conflicto colombiano y que él enfrentó directamente.

El 'Capitán Venganza' (Medardo Trejos), que defendió a finales de los 50 a los campesinos liberales de Quinchía de la barbarie de los gamonales godos; Tulio Bayer, el excéntrico médico idealista que inspiró un efímero e insólito alzamiento revolucionario en el Vichada a comienzo de los 60; Jaime Arenas Reyes, el arrollador líder estudiantil santandereano que fue "ajusticiado" por el Eln tras desertar de sus filas y denunciar el infierno en que se había convertido este movimiento bajo el liderazgo de Fabio Vásquez Castaño; Camilo Torres, el cura guerrillero caído en las filas del Eln, y los dirigentes de las Farc, Ciro Castaño, muerto en combate en 1966, y Jacobo Arenas, muerto de viejo muchos años después, conforman la galería de personajes con los cuales conversó y guerreó a lo largo de los años este oficial singular.

Prolífico autor de varios libros y veterano columnista de este diario, el general Álvaro Valencia fue en la teoría y en la práctica un exponente de la contrainsurgencia, entendida como una estrategia militar basada en la inteligencia, la acción sicológica y la disposición para ganarse a la población civil. Su libro describe en detalle, con mapas, croquis y no poca terminología castrense, cómo la aplicó contra sus adversarios guerrilleros. No deja dudas sobre sus capacidades y logros en este campo. Pero tampoco sobre las resistencias y resquemores que despertaba dentro de los altos mandos una línea que consideraban demasiado dialoguista y humanista.

Sus críticas al burocratismo e inmovilismo militar que permitieron que resurgiera el Eln, o que las Farc se expandieran progresivamente son puntuales. Y obligan a pensar cuánto conflicto y desangre se hubiera evitado Colombia de haber contado con más oficiales como este, tan prematuramente separado del Ejército.

El libro de Valencia Tovar constituye, en fin, una apasionante y tenaz radiografía de lo que ha sido -y sigue siendo- este país y de su facilidad para echar plomo. Bien vale la pena leerlo.

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