Por Enrrique Santos Calderòn
El tiempo, Medellín
Abril 12 de 2009
Como lectura de Semana Santa, me llevé dos libros recién salidos del horno sobre nuestro interminable conflicto armado: Lejos del infierno, de los tres contratistas estadounidenses (Gonsalves, Stansell y Howes), sobre sus cinco años en poder de las Farc, y Mis adversarios guerrilleros, del general Álvaro Valencia Tovar, un fascinante recuento de sus 20 años en la lucha contraguerrillera.
El libro de los gringos se deja leer por lo actual y "jugoso". Y por la interesante descripción a tres manos que hace de la vida dentro de las Farc y del comportamiento de guerrilleros rasos, medios y altos. Las angustias y padecimientos del inhumano cautiverio selvático son contados con más fuerza y lujo de detalles que anteriores relatos sobre el mismo tema.
Más allá de los chismes sobre Íngrid y otros secuestrados, ingrediente al parecer inevitable de esta avalancha de libros de liberados, fugados y rescatados de las Farc, Lejos del infierno es un testimonio importante sobre la infamia del secuestro y la mentalidad y conducta de quienes lo practican con tanta saña.
Pero el que literalmente me devoré fue el del general Valencia Tovar, que debería ser lectura obligada (sobre todo para políticos, académicos y militares) en este país que no logra superar su historia de violencia porque no la estudia ni asimila. Mis adversarios guerrilleros es un recuento minucioso y bien escrito de sus experiencias de orden público, desde que lidió a finales de los 50 con el mal llamado "bandolerismo liberal" hasta que salió de la Comandancia del Ejército a mediados de los 70 por las intrigas de un generalato mediocre y miope, que no aceptaba sus métodos para enfrentar la insurgencia armada de esos años.
El libro arranca en 1959 con el 'Capitán Venganza' y los primeros alzamientos armados que sucedieron al Frente Nacional, el pacto entre liberales y conservadores que puso fin al sectarismo bipartidista que desangró a Colombia durante dos décadas, pero que abrió las puertas a la nueva violencia política de inspiración marxista. Valencia Tovar traza los perfiles de seis figuras que personificaron esta etapa del conflicto colombiano y que él enfrentó directamente.
El 'Capitán Venganza' (Medardo Trejos), que defendió a finales de los 50 a los campesinos liberales de Quinchía de la barbarie de los gamonales godos; Tulio Bayer, el excéntrico médico idealista que inspiró un efímero e insólito alzamiento revolucionario en el Vichada a comienzo de los 60; Jaime Arenas Reyes, el arrollador líder estudiantil santandereano que fue "ajusticiado" por el Eln tras desertar de sus filas y denunciar el infierno en que se había convertido este movimiento bajo el liderazgo de Fabio Vásquez Castaño; Camilo Torres, el cura guerrillero caído en las filas del Eln, y los dirigentes de las Farc, Ciro Castaño, muerto en combate en 1966, y Jacobo Arenas, muerto de viejo muchos años después, conforman la galería de personajes con los cuales conversó y guerreó a lo largo de los años este oficial singular.
Prolífico autor de varios libros y veterano columnista de este diario, el general Álvaro Valencia fue en la teoría y en la práctica un exponente de la contrainsurgencia, entendida como una estrategia militar basada en la inteligencia, la acción sicológica y la disposición para ganarse a la población civil. Su libro describe en detalle, con mapas, croquis y no poca terminología castrense, cómo la aplicó contra sus adversarios guerrilleros. No deja dudas sobre sus capacidades y logros en este campo. Pero tampoco sobre las resistencias y resquemores que despertaba dentro de los altos mandos una línea que consideraban demasiado dialoguista y humanista.
Sus críticas al burocratismo e inmovilismo militar que permitieron que resurgiera el Eln, o que las Farc se expandieran progresivamente son puntuales. Y obligan a pensar cuánto conflicto y desangre se hubiera evitado Colombia de haber contado con más oficiales como este, tan prematuramente separado del Ejército.
El libro de Valencia Tovar constituye, en fin, una apasionante y tenaz radiografía de lo que ha sido -y sigue siendo- este país y de su facilidad para echar plomo. Bien vale la pena leerlo.
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