martes, 28 de abril de 2009

El nuevo enemigo

Editorial

El País, Cali

Abril 28 de 2009

En los alrededores de 1930, en granjas dedicadas a la crianza de cerdos en los Estados Unidos, surgió el H1N1, nombre con el cual se identificó el virus que en principio sólo afectaba a esos animales. Hoy amenaza a la humanidad. Es el momento para, sin causar alarmas que lleven al pánico, tomar medidas que impidan la pandemia o propagación de una enfermedad que puede generar enormes daños. 

Como toda clase de virus, el H1N1 ha sufrido mutaciones ocasionadas ya sea por el frecuente roce de los cerdos con las personas o con los excrementos que dejan las aves migratorias. Esas características permiten también su propagación, como lo demuestra el que haya aparecido ahora en México. Y que surjan nuevas cepas, capaces de burlar el sistema inmunológico de los seres humanos, produciendo enfermedades como la influenza o gripe, que causa traumatismos severos en su sistema respiratorio. 

Debido a la inexistencia de una vacuna y a la facilidad de su contagio, la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha lanzado una alerta que debe ser escuchada con atención por todas las naciones. Y, aunque parezca una exageración, por cada persona. Nadie puede ignorar la amenaza por el hecho de que hasta ahora tenga su epicentro en México, donde a diario crece el reporte de contagios y de muertes a las cuales se les comprobó una relación directa con la gripa porcina. Como no puede sentirse protegido porque hasta ahora sólo hayan aparecido relativamente pocas manifestaciones de transmisión en los Estados Unidos, Canadá, España, Nueva Zelanda, Israel y el Reino Unido. 

El caso es que, con las facilidades que brinda el transporte, el virus traspasa fronteras en forma veloz. Y así se dispongan inspecciones en los puertos y aeropuertos, es imposible de controlar en su totalidad. Un saludo de mano de alguien que haya sido infectado o un beso de bienvenida bastan para el contagio. Entonces empieza un proceso parecido a una gripa normal, de aquellas que se atribuyen a los cambios climáticos. Esa es la trampa que amenaza literalmente a la humanidad entera, en especial a quienes están entre los 25 y los 45 años de edad. Y no tiene nada que ver con el consumo de carne de cerdo. 

Esas características son las que hacen temer que se desate una pandemia. Sin embargo, no parece tan cercana, en la medida en que la ciencia ha permitido el desarrollo de medicamentos capaces de combatir el virus, si se hace de manera oportuna, y si las autoridades aplican con juicio el procedimiento necesario para detectar y atender a quienes muestren los síntomas. Pero, ante todo, si las entidades de salud y los medios de comunicación adelantan las campañas requeridas para alertar a la población e informarla sobre las características de la enfermedad. 

En esas condiciones, la declaratoria de situación de desastre que hizo el Gobierno Nacional es oportuna y necesaria, en el sentido en que le permite actuar con rapidez para enfrentar lo que ya es inevitable. Es el H1N1, la gripa porcina, que ignora fronteras, toca las puertas de todas las casas del planeta y desafía la capacidad del mundo para neutralizar su daño y la inteligencia del hombre para erradicarlo. 



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