martes, 29 de diciembre de 2009

Desenmascaramiento humanitario

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 29 de 2009


Entrevista concedida al diario La Tercera, de Santiago de Chile.


¿Con el secuestro y el crimen del Gobernador del Caquetá las Farc intentan renacer ante la crisis que viven actualmente?

Esta es una muestra más de la desesperación en que se encuentran, de tal modo que sólo están en capacidad de perpetrar actos terroristas o recurrir al sabotaje. Con todo, las Farc han encontrado en el secuestro político una mina de oro para atraer a los medios de comunicación de todo el mundo cuando montan el espectáculo humanitario de las liberaciones. Y no van a renunciar a esta práctica.


Pero, como los rescates militares les han despojado de su "botín humanitario", ahora quieren recobrarlo, así que no sería extraño que pretendieran el secuestro de un embajador, un destacado industrial o un periodista reconocido.


¿Qué efectos tendrá esta acción para la guerrilla?


Un efecto muy adverso, como sucede con cada uno de los actos que emprenden, pero sobre todo ahora, cuando quieren mostrarse ante el mundo como una guerrilla que libera secuestrados y puede negociar acuerdos políticos.


Lo único cierto en todo esto es que usan la lógica perversa de "secuestrar-y-liberar" para influir como actor político en la amplia coalición anti-uribista que están tratando de formar para las elecciones presidenciales del 2010. Y para eso cuentan con la bendición del presidente Chávez, es decir, del Movimiento Continental Bolivariano.

¿Qué piensa de la medida adoptada por el presidente Álvaro Uribe cuando ordenó el rescate militar del Gobernador?

El Estado colombiano tiene que acabar con el chantaje humanitario de las Farc y de quienes las auxilian políticamente, tanto dentro como fuera del país. Ese mercantilismo político sólo puede ser combatido mediante el uso especializado de la fuerza y la colaboración del ciudadano a través de recompensas y del compromiso espontáneo.


En pocas palabras, Colombia no puede darse el lujo de regresar a lo que era hace 7 años cuando el gobierno se hallaba a merced de las Farc, negociando con ellas el futuro del Estado. Es más: en este momento, el rescate militar en Colombia no es tan solo una opción más: es un orgullo para cualquier compatriota víctima del terrorismo.

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