Editorial
Julio 30 de 2009
Colombia debe seguir adelante sin responder a las provocaciones acostumbradas del chavismo y procurar la unidad nacional, pues está demostrado que lo que está haciendo el gobernante venezolano no es propiamente ayudarnos.
Nuestro país debe conservar la calma y no salirse de los protocolos diplomáticos por los que siempre se ha regido, por más incómoda y perjudicial que resulte, la nueva pataleta del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías. Su orden de congelar las relaciones diplomáticas y económicas con Colombia, argumentando una supuesta agresión de nuestro gobierno que reclama explicaciones por el hallazgo en poder de las Farc de armas bélicas que Suecia le vendió a Venezuela hace 20 años, no tiene justificación.
Este nuevo episodio, previsible a todas luces por la condición de amistad y simpatía que por las Farc han expresado Chávez y su corte de mandatarios bolivarianos, marca el quinto choque entre este y Álvaro Uribe Vélez a lo largo de sus años de mandato y deja ver que por encima de la razón y de la capacidad intelectual y política del ex coronel están siempre una dosis de reacción, de miedo y de complicidad con el grupo calificado como narcoterrorista.
No de otra forma se puede interpretar que quien se declara estadista y amigo de los pueblos (el suyo, el colombiano y el suramericano) se niegue a dar una explicación dentro de los cánones diplomáticos y acuda a la más perversa y dañina de las actitudes como es frenar de la noche a la mañana una dinámica económica, comercial y política entre dos naciones hermanas, pasándose por alto convenios y tratados que repercuten directamente sobre las condiciones de vida de los pueblos.
Es cierto, para Colombia las órdenes de bloqueo y de desconocimiento de pactos comerciales que hizo Chávez tienen un enorme perjuicio económico y lesionan una alicaída economía que empieza reponerse de los efectos de la recesión mundial. Eso debe llevar a replantear esquemas de negocios y de producción, pues aunque mañana, de manera eventual, se abra nuevamente la frontera y se reactive el intercambio entre los dos países, nada garantiza que el mandatario venezolano no vuelva a salir con otra trastada. Por eso la necesidad de buscar otros caminos para vender nuestros productos y en eso de lo que se trata es de salir a explorar nuevos mercados.
Otra cosa es para Venezuela privarse de recibir todo lo que nuestro país le vende. No es fácil de la noche a la mañana, así se disponga de todos los dólares que dan sus petroleros, salir a comprar en el mercado internacional miles de toneladas de carne, leche, huevos, hortalizas y todo tipo de alimentos que una nación no está en capacidad de producir. Mientras eso pasa el desabastecimiento comienza a hacer mella en el pueblo y éste con hambre es capaz de rebelarse contra la mano asistencialista que no tiene qué darle.
En nuestro caso lo mejor es seguir sin responder a las provocaciones acostumbradas del chavismo y procurar la unidad nacional, pues está demostrado que lo que hace el gobernante vecino no es propiamente ayudarnos, pues primero no tiene la capacidad de explicar por qué hay armas suyas en manos de las Farc, se comporta hostil al reforzar su capacidad militar en la extensa frontera y no respeta nuestra soberana decisión de sostener acuerdos con cualquier país, en este caso con Estados Unidos, mientras allá sí fortalece su capacidad bélica con Rusia.
Es este un momento clave para convocar a
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