Por: Humberto de la Calle
El Espectador, Bogotá
Julio 26 de 2009
De igual modo, bajo el gobierno de César Gaviria, quien esto escribe instaló las conversaciones con la guerrilla en Caracas, bajo los auspicios del gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien mantuvo una posición de equidistancia frente a las partes, aunque autorizado al efecto por Colombia.
No obstante lo dicho, que permite situar la discusión con Venezuela en perspectiva histórica, hay que señalar varias cosas:
La primera, es que Chávez ha venido adoptando un ofensivo nivel altisonante. Los antecedentes históricos mostraban un manejo discreto. Chávez en cambio se ha solazado haciendo pública su posición de franca simpatía con la guerrilla, algo que sin embargo se ha visto atenuado últimamente, al menos en apariencia.
En segundo término, hay una distancia sideral entre la guerrilla liberal de entonces, e incluso las Farc de hace algunos años, y la condición actual de ese grupo, declarado como terrorista por varios países del orbe.
Por último, la cercanía ideológica de las Farc con el socialismo del Siglo 21, combinada con el carácter expansionista del proyecto liderado por Chávez, que ha organizado un grupo de gobiernos alrededor del ALBA, el cual pretende jugar como bloque en la actual geopolítica latinoamericana, determinan que, aun contando con antecedentes históricos, el papel de Chávez frente al conflicto de Colombia posee una altísima peligrosidad para nuestra estabilidad democrática
En ese contexto, la desmesurada reacción de Chávez frente al acuerdo de uso de bases militares por los norteamericanos, es apenas una secuela de sus ideas bolivarianas de dominación, en una especie de preocupante renacimiento de la época de la guerra fría, que parecía cancelada a estas alturas.
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