martes, 28 de julio de 2009

Silva :gerente de defensa

Por Yohir Akerman

El Colombiano, Medellín

Julio 28 de 2009

Sorpresa. Esa fue la sensación que dejó el nombramiento del nuevo ministro de Defensa.

No solo porque todas las previsiones apuntaban a que Bernardo Moreno fuera el titular de la cartera, sino porque Gabriel Silva suena en ese cargo como un buen concierto con un instrumento mal afinado.

No hay duda que Silva es preparado, hábil e inteligente.

Formado en el "kinder" del ex presidente Gaviria, trabajó con Noemí cuando fue embajador, fue figura importante en el gobierno de Pastrana, es amigo de Juan Manuel Santos y ahora ficha clave de Uribe.

Silva parece saltar de un bando político a otro sin generar ninguna suspicacia.

Eso habla bien de su carácter autónomo e independiente, que puede capitalizar en este cargo en imparcialidad para no ser un yes man de Uribe como otros ministros de esta administración.

Pero el conocimiento de este barranquillero cachaco no está en la estrategia y la defensa. La especialidad de Silva es gerenciar y, sobre todo, conciliar.

Difícil tarea la suya ahora que las finanzas dificultan el proceso de modernización de las Fuerzas Armadas, lo cual ha generado retrocesos en materia de seguridad por primera vez en este gobierno. Pero para esos retos, Silva es bueno.

También servirá para bajarle el volumen a la polémica por la extensión del acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos. En ese sentido su nombramiento también es un acierto.

El acuerdo ha generado anuncios de militarización de la frontera venezolana y posiciones desafiantes por parte de Ecuador, por lo que sus dotes de analista, conciliador y administrador serán positivos en una situación en la que las relaciones con los países vecinos se tienen que manejar con extremo cuidado.

Ahora bien, con esta designación el Presidente envía un mensaje de que la estrategia militar y el planeamiento de guerra estarán bajo su mando, en coordinación directa con los generales Naranjo y Padilla.

Silva se dedicará a manejar la parte administrativa y política de la cartera de Defensa, y Uribe y sus generales al manejo del conflicto armado.

Es un acierto de Uribe mantener un civil al frente de la Defensa. No cabe duda. Aunque Padilla lo hizo bien durante estos meses, Uribe se demoró en el nombramiento definitivo del sucesor de Santos.

Dejar a Padilla como ministro de Defensa hubiera parecido justo; pero no sensato.

Nombrar a Silva en ese ministerio es sensato; pero no estratégico.

Sorpresa. Esa fue la sensación que dejó el nombramiento del nuevo ministro de Defensa.

Seguramente será una positiva para el año de gobierno que le queda a Uribe, en el que si Silva sabe jugar sus fichas, podrá mantener su cargo en un posible gobierno de su amigo Juan Manuel Santos.


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