jueves, 23 de julio de 2009

Vecindario caliente

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Julio 23 de 2009

Después de algunos meses de relativa calma, volvieron las tensiones a la región andina. La publicación sobre un acuerdo de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos generó una airada reacción de los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa. Este último, además, respondió con otra de sus iras conocidas y desbordadas a la aparición de un video del 'mono Jojoy', en el que el guerrillero afirma, con todas sus letras, que las Farc hicieron donaciones para su primera campaña presidencial.

El canciller Jaime Bermúdez ha explicado con buenos argumentos la posición colombiana. Así como Venezuela y otros países de la región han fortalecido sus lazos, militares y políticos, con poderes extracontinentales, como China, Irán y Rusia, Colombia consolida su alianza con Estados Unidos. La cual no es un invento de última hora, sino la consolidación de exitosos programas que poco a poco se han construido durante la última década y que llegaron a su fase superior en el Plan Colombia. La lucha contra las drogas ilícitas y el apoyo en el combate de la guerrilla deberían ser una explicación suficiente para los nerviosos mandatarios vecinos.

No obstante, en el caso de Ecuador, el presidente Correa parece empeñado en estropear cualquier arreglo posible para las truncadas relaciones diplomáticas con su vecino del norte. La publicación del impactante video de 'Jojoy' le calentó la cabeza y lo llevó a reaccionar sin sindéresis contra el presidente Uribe. Una cosa es que las imágenes reveladas no prueben que su campaña haya buscado, o recibido, el dinero de las Farc, y otra, muy distinta, que sean un maquiavélico invento de la diplomacia colombiana.

Apenas unos días atrás, Quito había impuesto aranceles a más de 1.300 productos de importación desde Colombia. También formuló una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el "asesinato" del ciudadano ecuatoriano Franklin Aisalla y apoyó al desorientado juez de Sucumbíos que intentó librar una orden de arresto contra el ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Para no hablar de la demanda por las fumigaciones aéreas contra cultivos ilícitos que ha puesto contra Colombia ante la Corte Internacional de Justicia y la amenaza de otra por el operativo contra el campamento de 'Raúl Reyes' ante el mismo tribunal.

Las salidas poco amistosas y nada profesionales de ambos mandatarios constituyen un difícil reto para la diplomacia colombiana. Más allá de los argumentos con que se pueden enfrentar las provocaciones de los caudillos vecinos, la dinámica del 'ojo por ojo, diente por diente' no conviene a los intereses nacionales. Con Venezuela y Ecuador hay asuntos vitales -comercio, migrantes nacionales, seguridad, narcotráfico, energía- que requieren tratamiento conjunto y no se pueden dejar a la deriva. Menos aún se puede mantener en forma indefinida una tensión peligrosa, que puede llevar a cualquier parte. La sola mención, hecha por el presidente Chávez, antes de ayer, de la palabra 'guerra' -así sea para descartarla- da la medida de la gravedad del panorama.

La situación es crítica y debe enfrentarse como tal, sin errores que pueden ser muy costosos y con un sentido de urgencia y prioridad que hasta ahora no ha sido evidente. América Latina vive un momento inédito y caótico, que se caracteriza por el desgaste de sus instrumentos tradicionales para tratar controversias -como la OEA y la CAN- y que vuelve aún más cruciales los canales bilaterales. La Casa de Nariño convocó a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores para el 12 de agosto con desgano e inexplicable retraso, lo cual al menos brinda una oportunidad para que sus miembros aporten luces y sean solidarios. La consigna colectiva debería ser parar la peligrosa bola de nieve que crece en las fronteras.

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