miércoles, 22 de julio de 2009

Las peleas de Chávez

Editorial

El País, Cali

Julio 22 de 2009

De nuevo, al Presidente de Venezuela se le notan demasiado las ganas de intervenir en los asuntos internos de Colombia y de interceder por su aliado Rafael Correa del Ecuador, comprometido en asuntos escabrosos con las Farc. Ante la delicada situación que se está produciendo con los vecinos, nuestro país debe estar alerta y el gobierno actuar con la serenidad que hasta ahora ha sido su norma de conducta.


Hizo bien nuestro Ministro de Relaciones Exteriores al contestar en forma clara y terminante la nueva andanada de Hugo Chávez. Es normal y democrático que se produzca un debate en Colombia por los acuerdos que permitirán a los Estados Unidos usar algunas bases militares. Pero es desproporcionado y fuera de todo contexto que el Mandatario de Venezuela trate de crear un nuevo conflicto por ese acuerdo, que no es nuevo ni tiene como propósito intervenir en las naciones vecinas.


No obstante, era de esperar que Chávez buscara una disculpa para plantear otro diferendo. Lo exótico, en este caso, era que hubiera dejado de pelear con nuestro país, aunque lo está haciendo cada que su gobierno dilata el pago de las exportaciones colombianas y bloquear los productos nacionales en Venezuela. Y lo que sorprende es que hubiera nombrado un embajador en propiedad tras año y medio de haber dejado acéfalas las delegaciones diplomáticas.


El elemento nuevo es que está mezclando a Colombia en su desapacible campaña en contra de los Estados Unidos. Ahora resulta que el acuerdo soberano entre dos países amigos comprometidos en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo es una maniobra para “agredir” a Venezuela y, por qué no, a sus socios de la Alianza Bolivariana para las Américas. Y, en ese absurdo razonamiento, nuestro país casi es convertido en un enemigo, sin conocer siquiera el acuerdo ni esperar el resultado del debate democrático que aquí se lleva a cabo.

Y, otra vez, la amenaza y la insinuación contra nuestra Nación vuelven a llenar el de por sí fogoso y complejo lenguaje del Mandatario venezolano, al igual que el de sus homólogos de Ecuador y Bolivia. Nadie puede desconocer entonces que se está ante una estrategia que pretende aislar a Colombia e intervenir en sus asuntos internos, para tratar de imponer el Socialismo Siglo XXI. Y que es muy útil para el Alba, en momentos en los que aparece el video en el que las Farc confirman su aporte a la campaña presidencial de Rafael Correa.


Por lo pronto, no sería de extrañar que Chávez llame de nuevo a consultas a su embajador en Bogotá, algo que se volvió parte del paisaje en las relaciones colombo-venezolanas, para infortunio de las dos naciones. Y que sus afanes por imponer sus intereses políticos en el resto de América se lleven por delante lo que los pueblos han construido en siglos de historia. Lástima que los delirios de Hugo Chávez contra los Estados Unidos, o cualquiera que no comulgue con sus propósitos, lo lleven a destruir la que siempre ha sido una relación exitosa y fecunda entre Colombia y Venezuela.

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