Por: Uriel Ortiz Soto
El Espectador, Bogotá
Julio 30 de 2009
El principio de autoridad de todo gobernante empieza a deteriorarse cuando se le comprueba que las sendas democráticas por las cuales llegó al poder, están minadas de prácticas corruptas, que siembran la cizaña de perversión moral, generando desconfianza en sus gobernados y acudiendo posteriormente, a protagonismos y señalamientos cargados de odios, con el fin de desviar la opinión nacional e internacional.
El presidente Correa piensa que tanto ensañamiento contra Colombia y sus instituciones democráticas, es una forma de gobernar y mostrar resultados a quienes patrocinaron económicamente su candidatura, entre ellos, nada menos que el grupo narcoterrorista de las Farc. Nunca se había visto a gobernante alguno debatir con tanta amargura y pesadumbre la muerte de un narcoterrorista, como en el caso de “Raúl Reyes”, calificando dicha acción valida, como violación de soberanía.
El video presentado a los medios de comunicación y ampliamente difundido por la prensa internacional, donde aparece el mono jojoy,- uno de los máximos dirigentes de las farc-, divulgando ayudas económicas de más de trescientos mil dólares a la campaña presidencial de Correa en el 2006, y posteriormente al Referendo, el cual ganó por cierto, que muy holgadamente, deja perplejo a todo el mundo, y se abre el camino para entender con claridad, que la aversión de Correa hacia Colombia, tiene su justificación, por el soborno de conciencia y mercantilismo electoral, patrocinado nada menos que por el grupo narcoterrorista que tanta muerte, destrucción y lágrimas ha causado con sus acciones criminales al martirizado pueblo de Colombia.
Es inaudito también, que prevalido de ser el presidente de Ecuador, Nación por la cual los, Colombianos, guardamos profundo respeto y admiración desde las épocas de nuestra gesta libertadora, almacene en el fondo de su alma, un infierno de responsabilidad moral, puesto que él, sabe, que Colombia y Ecuador, son dos Países limítrofes que se necesitan mutuamente y que de continuar con sus prácticas corruptas, tendenciosas, malintencionadas y guerrilleras, sus días como gobernante pueden estar contados.
Ahora sí, nos podemos dar cuenta que el odio visceral de Correa hacia Colombia, no es nada gratuito. Es sencillamente un odio comprado y por cierto a muy alto costo, pero, lo más grave criminal, del cual es bueno que nuestras autoridades se cuiden y mantengan en estado de alerta, son muchas las cosas que pueden ocurrir con tan indeseable gobernante. Con las grabaciones tan comprometedoras, quedó plenamente demostrado que nuestra hermana república, queda en el ojo del huracán y que muy posiblemente le vendrán tiempos difíciles, mientras se soluciona la crisis de credibilidad y de gobierno.
Desde que ocurrió el ataque al campamento del guerrillero alias “Raúl Reyes” Correa las ha emprendido contra Colombia, con argumentos tan infantiles, como: la violación de soberanía, los programas de fumigación contra los cultivos ilícitos y otra serie de despropósitos que dejan ver el grado de admiración y respeto que tiene este oscuro gobernante por las farc, que desgraciadamente le paga con creces su desfachatez como acaba de comprobarse.
Como si fuera poco, nadie entiende su postura poco amistosa y descortés al decretar el pago de impuesto a más de l.400 productos nuestros, que desde los inicios del Pacto Andino, hoy Comunidad Andina de Naciones Can, ingresan libre de arancel, regulados por
El hermano pueblo Ecuatoriano ha de entender que el comercio con Colombia, tiene sus orígenes inmemorables desde el nacimiento de nuestras dos Naciones, cocidas en la misma cuna de la libertad, con unos mismos principios, culturas y valores. Estamos formados por la misma idiosincrasia y que jamás nos debemos separar de las sendas del progreso. Tenemos mucho por construir entre nuestros Países, siempre y cuando el Ecuador cuente con un gobernante sensato y respetuoso de los convenios y tratados internacionales, que para ser sinceros, el presidente Correa los ha violado de un solo tajo en forma arbitraria y unilateral.
En síntesis, que el presidente Correa se defina de una vez por todas, qué es lo que quiere, pero que deje de estar amenazando a nuestro País, y sus Instituciones Democráticas. Esto, con el fin de redimensionar el nuevo rumbo que ha de tomar
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