miércoles, 29 de julio de 2009

Nombramiento afortunado

El Editorial

El País, Cali

Julio 29 de 2009

Dos meses después de haberse presentado la renuncia de su titular Juan Manuel Santos al Ministerio de Defensa, el presidente Álvaro Uribe designó como su sucesor al gerente de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, Gabriel Silva Luján. Y si bien puede considerarse un gran acierto, es de lamentar su retiro de la entidad, que representa a más de 500.000 familias que viven del café, en momentos en que se encuentra comprometida en una de las transformaciones más profundas de su existencia.


Sin duda, el nombramiento del doctor Silva es positivo. Su formación académica como politólogo, economista y experto en relaciones internacionales, sumada a su trayectoria en el sector público como asesor del presidente Virgilio Barco, embajador en los Estados Unidos en el gobierno de César Gaviria, entre otros cargos, lograron el reconocimiento general. Otro tanto debe decirse de su paso por el gremio cafetero, donde llegó a producir una verdadera revolución.


Tales características lo califican con abundancia para desempeñar el Ministerio, que quizás tiene más responsabilidades en el presente y futuro de Colombia. A su cargo estará la dirección de la Fuerza Pública, debiendo cumplir también la labor política y administrativa de la Seguridad Democrática, el programa bandera del Gobierno Nacional. Y deberá continuar la fecunda labor que se inició hace ocho años y que permitió consolidar los avances necesarios para enfrentar con firmeza y capacidad los desafíos de la violencia.


El aspecto político se destaca por la necesidad de dar la cara ante los colombianos y la comunidad internacional por los hechos que a diario deben producir los militares y los policías en su permanente combate al crimen organizado. Es el uso de la fuerza legítima, no exenta de riesgos, errores y abusos, la que exige de los ministros del ramo una particular capacidad para guiar a sus oficiales, para motivar a sus subordinados en el combate a la delincuencia, que se ampara en supuestos ideales políticos, y para orientar a la ciudadanía en la colaboración que se requiere de ella en el propósito de derrotar el narcotráfico, el terrorismo y la delincuencia común.


Para esa labor, el nuevo Ministro cuenta con la credibilidad necesaria en la Nación, con el ingrediente adicional de no estar matriculado en movimiento político alguno ni tener antecedentes que hagan dudar de su imparcialidad. Como la tiene también en el contexto internacional, donde son suficientemente conocidas sus ejecutorias como diplomático y como promotor del cambio en la agremiación cafetera. Esas dos características le dan el espacio necesario para enfrentar asuntos como el acuerdo con los Estados Unidos sobre la utilización de bases en nuestro país y la búsqueda de cooperación internacional para el combate a la violencia y el narcotráfico.


Así las cosas, el nombramiento del doctor Silva es bienvenido por los colombianos. Y aunque deba lamentarse su retiro de la Federación en la mitad de la transformación más importante de su historia, es muy grande la expectativa existente por los resultados que arroje su nueva vinculación al servicio público.

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