miércoles, 22 de julio de 2009

La paja en el ojo ajeno

Editorial

La Patria

Julio 22 de 2009



Colombia está en su legítimo derecho de firmar los acuerdos militares y de cooperación con quien considere para luchar contra enemigos tan poderosos y que le han hecho tanto daño como el narcotráfico y la guerrilla.

Como era de esperarse, la soberana decisión de Colombia de permitir mediante un acuerdo de cooperación la presencia de militares, aviones y tecnología estadounidenses en bases aéreas nacionales, generó reacciones de todo tipo, entre ellas la del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien una semana después en un arrebato de ira e intenso dolor anunció que pondrá en revisión las relaciones diplomáticas con nuestro país.


A juicio del vociferante Chávez el acuerdo colombo-estadounidense es una amenaza para Venezuela porque le abre la puerta a quien los agrede de manera constante y le permitirá preparar “nuevas agresiones contra nosotros”. En su concepto los estadounidenses hacen y deshacen en Colombia, lo que podría trasladarse a su país que según él es uno de los objetivos de la potencia norteamericana para acabar con su gobierno socialista.


Vuelve el controvertido mandatario a actuar, como es costumbre, infundado en sus propios miedos, pero sin hacer observación imparcial de lo que sucede ni de sus actuaciones, pues si hay una amenaza seria para Colombia la representa el socialismo bolivariano que él quiere meter a toda costa dándoles tratamientos especiales a las Farc, grupo al que considera revolucionario y no terrorista ni narcotraficante.


Tampoco se fija Chávez en el derecho que le asiste a un gobierno independiente de establecer las relaciones y los acuerdos que considere necesarios en su territorio, más cuando se trata de derrotar enemigos tan poderosos dedicados a producir y traficar droga y a la vez a atacar con acciones de terror a la población y a los organismos de seguridad legítimos.


El ex coronel golpista parece ver la paja en el ojo ajeno, pero no mira la viga en el propio toda vez que Venezuela durante los 10 años de su gobierno ha realizado una impresionante carrera armamentista que incluye compra de 100 mil fusiles, tanques de guerra, aviones y hasta una flota naval, y ha realizado de la mano de Rusia deslumbrantes ejercicios militares en el Océano Atlántico, asunto que Colombia no ha cuestionado así le preocupe tener con semejante armamento a un vecino reaccionario y amigo de la guerrilla.


Es más, Hugo Chávez, quien funge de ser pacifista y de respetar la soberanía de las demás naciones, fue el mismo que dijo estar dispuesto a llevar sus tropas a Honduras para acabar con el gobierno de facto de Roberto Micheletti y procurar, de esa forma, que el depuesto Manuel Zelaya retome el mandato que le fue arrebatado tras un golpe de Estado, o el mismo que tras el bombardeo de Colombia a un campamento de las Farc en Ecuador, donde fue abatido Raúl Reyes, ordenó desplazar tropas y tanques de guerra a la frontera entre las dos naciones hermanas y cerró el paso entre ambos sin razón.


Colombia está en su legítimo derecho de firmar los acuerdos militares y de cooperación con quien considere para luchar contra enemigos tan poderosos y que le han hecho tanto daño como el narcotráfico y la guerrilla.


Naturalmente esa presencia militar estadounidense debe estar sometida a unos parámetros de actuación que establezcan reglas específicas y que contemplen sujeción a la ley colombiana para los delitos cometidos por extranjeros en nuestro suelo. Tampoco se le puede dar apertura total a quienes si bien nos ayudan, vienen a trabajar por fines particulares como son los de Estados Unidos.

Y está demostrado que nuestros vecinos andinos, con excepción de Perú, encarnan un alto riesgo para los intereses de seguridad nacional, por eso no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que ellos se fortalezcan sin que hagamos uso de la colaboración que brindan los aliados. Es un asunto de simple lógica y realidad.

No hay comentarios: