Por: Víctor Diusabá Rojas
El País, Cali
Julio 27 de 2009
Más allá de que uno de ellos sea de un colega colombiano, José Hernández, no hay peor señal sobre lo que vive el vecino país. En Vanguardia, donde José ejerce como director, varios encapuchados ingresaron a las oficinas y se llevaron cinco equipos de computación en los que se guardaba información, no importa de qué tipo, privada. Los asaltantes obraron a sus anchas, sin que un puesto policial muy cercano reaccionara.
Lo que vino cinco días después se puede considerar como algo más que una simple casualidad: otros, o quién sabe si los mismos, le cayeron encima al director comercial de la revista, José Luis Estrada, y a un vigilante. Luego de inmovilizarlos y amedrentarlos, se llevaron el maletín personal de Estrada, incluidos sus documentos.
Y lo de El Comercio fue una celada a una reportera y a un fotógrafo en los predios de una universidad local. Un grupo de militantes de un grupo político cercano al gobierno agredió con gas pimienta a los periodistas y los despojó de los equipos que portaban.
El objetivo de ese tipo de incursiones, en cualquier lugar del mundo, ya lo conocemos los periodistas: meternos miedo. Es el primer aviso. Después, casi siempre, vienen cosas peores, no exentas de sangre y calumnias.
¿En qué han coincidido en los últimos meses Vanguardia y El Comercio? En denunciar, por ejemplo, la súbita prosperidad de Fabricio Correa, convertido en el rey Midas ecuatoriano a punta de contratación estatal, ¡oh casualidad!, en medio del mandato de su hermano Rafael, el presidente. Bueno, tampoco digamos que los Correa inventaron esa rueda, ¿no?
También han dicho, como otros medios y analistas, que el futuro de Ecuador está cada vez más comprometido si Correa insiste en seguir haciéndole mandados al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Y, en una de sus últimas ediciones, Vanguardia concluyó que la actual situación de Honduras es una derrota para ambos. Claro está, eso dicho en estos tiempos de intemperancia no sólo duele, sino que genera reacciones, incluso por parte de embozados y a medianoche.
En otra edición, Vanguardia calificó como “peligrosa escalada contra Colombia” la decisión de Correa de pasar de la molestia diplomática a las medidas económicas que afectan un sistema comercial en el que los dos países o ganan o pierden y que dejaría la destrucción de 150.000 empleos.
El ministro del Interior, Gustavo Jalkh, y el secretario de Comunicación de
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