Editorial
El País, cali
Julio 28 de 2009
Ahora la prueba incontrastable es la incautación de lanzacohetes de origen sueco en campamentos de esa guerrilla, ubicados en
El hallazgo es contundente, porque las series de los artefactos demostraron que fueron vendidos en 1990 al Gobierno de Venezuela por el fabricante, la firma Saab Bofors Dynamics, con el conocimiento de su homólogo de Suecia. Son armas de gran capacidad de destrucción, capaces de abatir tanques de guerra y edificaciones, por lo cual se tiene gran cuidado en conocer su destinatario final. Esta vez terminaron en manos de un grupo calificado como terrorista por
La pregunta entonces es quién les entregó esas letales armas a las Farc. La respuesta la deben dar los generales Cliver Alcalá y Hugo Carvajal, pertenecientes a las Fuerzas Armadas del vecino país y muy cercanos al presidente Chávez. Ellos son citados con frecuencia en documentos de la guerrilla, como los encargados de adelantar la negociación con el secretariado del grupo que más daño le ha causado a nuestra Nación. Eso lo conocían los dos generales, uno de los cuales, Carvajal, se encarga de la inteligencia militar y también ha sido vinculado con el ELN.
Pues bien, ante tan descarada relación, que se conoció hace varios años, ahora se viene la andanada retórica del gobierno chavista, iniciada por su canciller Nicolás Maduro, el mismo que hasta ayer estaba en Nicaragua azuzando al presidente Zelaya para que entrara a Honduras sin reparar en el baño de sangre que se podría producir. “Es una campaña brutal contra Venezuela”, dijo Maduro, tratando de sugerir que se quiere desviar el interés sobre la supuesta “cesión de tierras” que realizará Colombia al firmar el convenio con los Estados Unidos para la utilización de sus bases militares.
Nada hay más alejado de la realidad que esa acusación. Y, por el contrario, es nuestro país el que debe reclamar por la campaña, esa sí brutal, que el Gobierno venezolano ha apoyado. Es la campaña terrorista de las Farc, que ha dejado miles de muertos en Colombia, conocida por el presidente Hugo Chávez y por todos los miembros de su régimen. Por eso, deben responder a Suecia su justificada inquietud ante el destino que tuvieron los lanzacohetes.
Sin duda, para nuestra Nación es importante normalizar las relaciones comerciales y diplomáticas con Venezuela. Pero, ¿cómo no reclamar ante la evidencia que demuestra la vinculación de su gobierno con la guerrilla y el resultado que ha tenido en la violencia que ha azotado a Colombia?
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