Por Jaime Jaramillo Panesso
El Mundo, Medellín
Julio 26 de 2009
A raíz de la confirmación de aquellas pruebas de delitos y redes criminales por el discurso del Mono Jojoy, comandante y miembro del Secretariado de las Farc, los Presidentes atrás citados se han enardecido en sus posiciones públicas contra
El convenio firmado entre Colombia y los Estados Unidos para utilizar varias bases militares con fines de control y vigilancia del narcotráfico y el terrorismo, ha desatado una cortina de humo, que muchos colombianos no han detectado, para ocultar con aspavientos y lujuria antimperialista de Chávez y Correa, el asunto de su ligamento con las Farc. Es ahí donde está el quid del problema. Los pueblos, la sociedad civil de Colombia, Ecuador y Venezuela no aceptarían ir a una confrontación militar por razones históricas y de larga cooperación y amistad. Pero hay etapas donde la opinión pública tiene que asumir responsabilidades.
Las bases militares colombianas con técnicos y militares calificados de Estados Unidos tienen valor práctico policivo: descubrir y eliminar las rutas de los traficantes y colaborar en la lucha contra el terrorismo, ambos delitos internacionales. Además sirven de reciprocidad para un TLC, para disuadir a los que mueven, o dicen mover, batallones en las fronteras y para nuestra existencia como nación. Las Fuerzas Armadas colombianas tendrán bajo su jurisdicción y mando los predios donde se asienten los militares estadounidenses.
El brinco, el enojo y la pataleta del coronel-presidente de Venezuela evidencia las intenciones proclives de su expansionismo que en Honduras tropezó. Si no tenía interés político y militar en Colombia, ¿por qué pone el grito en el cielo de su jupiterina amenaza? Chávez no recibió protesta alguna de nuestra parte cuando compró cien mil fusiles AK47, seis submarinos, veinticinco aviones de guerra, alrededor de ochenta tanques, baterías de artillería. Cuando realizó maniobras conjuntas con
Chávez y Correa han sido pillados con las manos en la masa blanca del polvo maldito de las Farc. No podrán ser juzgados mientras estén en el poder, reciban el respaldo de sus sobornados amigos y
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