jueves, 30 de julio de 2009

Chávez: pataletas peligrosas

Editorial

El Colombiano, Medellín

Julio 30 de 2009

En esta última crisis con Venezuela, el Presidente Uribe y su Canciller hicieron lo que tenían que hacer. Y lo hicieron bien. Con firmeza y prudencia. Manejo que debe continuar bajo estos parámetros y solamente en sus manos. Está en juego la supervivencia democrática de dos pueblos hermanos. Y la lucha contra su principal enemigo, el terrorismo.

Defender la independencia y la honra del país es una obligación constitucional del Presidente de Colombia.

Es un mandato imperativo, no potestativo. Y eso es precisamente lo que está haciendo Álvaro Uribe al pedirle a la comunidad internacional ser firme contra el terrorismo: "Hay que pensar que en lugar de tener laxitud para venderles armas a los terroristas, debe tenerse firmeza para cooperar con la democracia colombiana", afirmó.


El pasado 2 de junio, el canciller colombiano, Jaime Bermúdez, entregó a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, en una reunión reservada, en Honduras, un documento que evidencia el hallazgo, por parte de
la Fuerza Pública de Colombia, de tres lanzacohetes en un campamento de las Farc, en La Macarena, Meta. Armas que fueron fabricadas en Suecia y vendidas a Venezuela en 1988, tal como lo confirmó el ministro sueco de Comercio, Jens Eriksson.


Así mismo, el ministro Bermúdez puso en manos del canciller Maduro información documental sobre dos cabecillas de ese grupo ilegal que mencionan la colaboración de tres altos funcionarios del gobierno venezolano en la entrega de los citados lanzacohetes.


Colombia no podía quedarse en silencio. Le solicitó una aclaración al gobierno venezolano sobre tan delicados hechos. Y se lo requirió en forma discreta, reservadamente, en aras de un cuidadoso manejo de las relaciones binacionales, tan apreciadas históricamente. Es claro que el único propósito de nuestro gobierno ha sido la protección de la soberanía colombiana y de los principios y valores democráticos.

La respuesta tardía de Hugo Chávez no ha sido propiamente la de la diplomacia que, la verdad sea dicha, tampoco la esperábamos. Ésta es una virtud ajena al Primer Mandatario venezolano. Pero sí albergábamos una remota esperanza de su rotundo rechazo al terrorismo, y de su voluntad política para investigar los citados hechos, que también van en contra de su país. ¿Habrá funcionarios de su gobierno apoyando a las Farc, reconocidas internacionalmente como terroristas? ¡Muy grave!


El mandatario venezolano no quiere dar las explicaciones que debe, tanto a Colombia como a Suecia. Con su conocido cinismo se ha dedicado a calificar al Presidente Uribe de irresponsable y calaña, no obstante las irrefutables pruebas que hicieron pública la tenencia de armas venezolanas por parte de las Farc. Tal como se lo reitera nuestro Gobierno en el contundente, conciso y sobrio comunicado de ayer.


Es obvio que Chávez está usando la estrategia dictatorial, que tanto le gusta, de crear cortinas de humo. Pretende apelar al sentimiento nacionalista y acusar a Colombia de lesionar la dignidad de Venezuela. Busca así desviar la atención de los graves problemas internos que ahora le han hecho bajar su popularidad y ponen en peligro su anhelada reelección perpetua.


El mandatario venezolano cree que al "congelar" las relaciones comerciales con Colombia y llamar a su embajador en Bogotá, sus compatriotas lo van a acompañar en esta pataleta. Nada más erróneo. Colombia y Venezuela han sido mercados naturales y confiables. Nuestra extensa frontera así lo impuso.


La comunidad internacional también lo entiende así. Hasta Insulza, secretario general de
la OEA, hizo ayer un llamado a Chávez para que no aplique medidas contra Colombia y recurra al diálogo como medio para resolver las diferencias. ¿Tendrá Chávez miedo de que se conozcan sus amistades peligrosas? El Presidente Uribe y Jaime Bermúdez, su canciller, hicieron lo que tenían que hacer.
Y lo hicieron con firmeza y prudencia.

No hay comentarios: