Por Plino Apuleyo Mendoza
El Tiempo, Bogotá
Julio 24 de 2009
Crece la popularidad de Chávez; el camino abierto para su reelección inmediata debe ser visto como una herramienta imprescindible para la protección social de los sectores más indefensos de la población; millones de pobres e indígenas constatan que el liberalismo no les ofrece justicia. ¿Quién dice semejantes barbaridades? No podía creerlo: Santiago Roncagliolo, un joven y renombrado escritor peruano, en un reciente artículo publicado por el diario español El País.
Claudia López no se le queda atrás. En una columna titulada con acierto 'Burrada tras burrada' cuestiona que Venezuela sea considerada un "narcoestado". Tal honor sólo le cabría a Colombia. El video del 'mono Jojoy', según ella, fue un montaje del Ministerio de Defensa. Alguien debió imitar la voz de 'Jojoy', pues no es verosímil que hiciera tales revelaciones delante de 200 farianos, ni que la campaña de Correa recibiera ayuda financiera de las Farc.
¿Qué les sucede? ¿Por qué quienes se identifican con la izquierda ven a Chávez, a Correa, Morales, Ortega y ahora a Zelaya como los buenos del paseo, y a Uribe como el malo? ¿Por qué les parece más exitoso y justo con los pobres el ruinoso modelo bolivariano que el próspero modelo liberal de Chile? Quizás sea un simple problema de distorsión ideológica. Les impide ver el lobo. No ven, en efecto, los peligros que se ciernen sobre el continente latinoamericano. Tampoco, los pasos dados por Chávez y su combo en el camino hacia su socialismo del siglo XXI: asambleas constituyentes; absorción por este medio de todos los poderes para dejarlos en manos de un caudillo; reelección indefinida; sistema electoral manipulable a su antojo; milicias populares y duros golpes a la libertad de expresión. Eso, solo por ahora.
¿Qué nos depara más tarde el socialismo del siglo XXI? Ulises Daal, líder chavista en el Congreso, lo revela sin rodeos: "Con el transcurrir del tiempo, la idea es que todos los medios de producción sean socializados. En lugar de burócratas burgueses, serán los propios trabajadores los que se harán cargo de la dirección de las fábricas".
Más claro no canta un gallo. Eso se llama comunismo puro y duro. Y lo grave es que el plan de Chávez y sus amigos busca extenderse a otros países. Por lo pronto, a El Salvador (cuyo presidente, Mauricio Funes, ha sido felicitado por las Farc) y el Perú, nada menos. Allí, en el Perú, el decreto 1090 que autorizaba la explotación de petróleo y gas en la región amazónica fue derribado por 5.000 indígenas que, con armas de combate, secuestraron y mataron a más de veinte policías. A estas movilizaciones indígenas, apoyadas por Chávez y Morales, se asocian las casas creadas por el Alba y los petrodólares con el fin de fortalecer el aparato electoral de Ollanta Humala y asegurarle, al fin, su acceso al poder.
En Colombia, el socialismo del siglo XXI es el mejor aliado que tienen las Farc. Maite Rico, una excelente periodista de El País, ha recogido testimonios de ex mandos medios de las Farc, además de lo revelado en el computador de 'Reyes', para comprobar que, en efecto, 'Tirofijo' hizo llegar a la campaña de Correa 100.000 dólares.
Negar esta realidad es un desvarío. Me gustaría llevar a Roncagliolo, y a quienes piensan como él, a Caracas, donde estuve hace algo más de un mes, para que escuchen en barrios populares las quejas de sus habitantes sobre los problemas de inseguridad y desempleo que sufren. Verían, al fin, cómo Chávez lleva a su país a la ruina para alarma de los ricos, pero sobre todo de los pobres a quienes dice proteger. Comprobarían, de una vez, cómo los sueños socialistas y la realidad mantienen un divorcio irreparable.
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