Editorial
El Mundo, Medellín
Julio 24 de 2009
Su absurdo sacrificio es otra prueba de la clase de delincuentes y terroristas que nos toca enfrentar aquí.
El diplomático belga Gilles de Kerchove, Coordinador de la Unión Europea para la Lucha Contra el Terrorismo, quien se encuentra de visita en Colombia, pudo constatar no sólo los esfuerzos de las autoridades y el inmenso sacrificio del pueblo en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, sino conocer de primera mano la insania de organizaciones criminales como las Farc y el Eln, la primera por sus fracasos de los últimos días al ser develados y frustrados a tiempo, por la acción coordinada del Ejército, la Policía, la Armada y la Fiscalía, sus planes terroristas en el Cauca y el Valle; y la otra, por el cobarde asesinato de un carabinero de la Policía Nacional que participaba en la “Ruta Libertadora”, crimen de lesa humanidad que cínicamente reivindican en un comunicado como una acción contra “la caravana de una fuerza represora” y como “retaliación” contra el Gobierno dizque por estar negociando la instalación de bases militares estadounidenses en el territorio colombiano.
En medio de tanta incomprensión y falta de solidaridad por parte de sectores – por suerte cada vez más aislados y minoritarios – de la “intelectualidad” y de la política de izquierdas en Europa, que aun creen en el carácter supuestamente revolucionario de esos grupos, resultan alentadoras las palabras del señor Kerchove en el sentido de que “desde la UE hay que poner a las víctimas del terrorismo y de la violencia en el centro de nuestro trabajo, porque esto contribuye a deslegitimar a los grupos terroristas y a quitarles el glamour que ellos pretenden vender”. Ahí están, para no ir muy lejos, el comandante Nicolás Rodríguez, alias “Gabino” y otros miembros del Comando Central de una organización militarmente reducida a su mínima expresión y sin el menor apoyo político en Colombia, en su glamoroso paseo –o estancia permanente, debería decirse ya– de Caracas a La Habana y de allí a quién sabe cuántas capitales europeas, en busca de apoyos para su malhadada causa, con el cuento de que el Eln no está involucrado con el narcotráfico porque “preferimos cocinar piedras” –según la conocida expresión de Gabino– y fingiendo interés por una negociación a la que generosamente ha estado dispuesto el gobierno y a la que ellos le han puesto toda clase de obstáculos.
Mientras eso hacen los comandantes, refugiados en el exterior, sus mandos medios en Colombia están cada vez más comprometidos con el negocio de la droga, y sus escasas acciones “militares” se reducen a actos esporádicos y aislados de terror, como el del miércoles, cuando el llamado frente “José David Suárez” explotó una bomba a un costado de la vía que comunica a las poblaciones de Nunchía, Casanare y Morcote, Boyacá, al paso de los 300 policías y soldados y de los 25 civiles, entre ellos varios periodistas, que recorren a caballo y a pie el camino del Ejército Libertador, entre Pore, Casanare, y el Puente de Boyacá, a donde esperan llegar el 7 de agosto para conmemorar la gloriosa batalla de 1819 que selló definitivamente nuestra Independencia. Dejamos consignada nuestra protesta contra ese acto de barbarie, lo mismo que nuestras condolencias a la Policía Nacional y a la familia del subintendente Yimmy Téllez Ortegón, adscrito a la Escuela de Carabineros. Su absurdo sacrificio es otra prueba, ante la justicia y la comunidad internacional, de la clase de delincuentes y terroristas que nos toca enfrentar aquí y por lo cual merecemos una mayor solidaridad de todo el mundo.
Los responsables de ese crimen no merecen llamarse colombianos, pues resulta repudiable aprovechar una conmemoración patriótica, de la que todos nos sentimos orgullosos, para cometer un asesinato infame, a mansalva y sobre seguro, con un acto típicamente terrorista. Estúpido, además, porque, aparte de desnudar su decadencia como organización insurgente, sin capacidad militar para enfrentar a las fuerzas del Estado, el ataque a un grupo de personas – así la mayoría fueran miembros de las FFAA – que no estaban en plan de enfrentarlos ni en actitud de combate sino participando en un acto simbólico de conmemoración de una gesta libertaria, los hunde irremisiblemente en el desprestigio nacional e internacional.
Con esa demostración de su decidida vocación delictiva, criminal y terrorista, los “elenos” le dieron el mejor argumento a la Unión Europea, representada aquí por el señor Kerchove, para ratificar su decisión de mantenerlos en la lista de las organizaciones terroristas del mundo, junto a las Farc y las Auc, y reiterar el compromiso de la UE de seguir colaborando con información e inteligencia para romper las redes de cómplices de las organizaciones terroristas colombianas en Europa. “Si alguien apoya estos grupos, eso constituye una violación de la legalidad europea”, dijo el diplomático y reveló que el Consejo de Ministros de la UE acaba de dar luz verde a un plan de cooperación entre Colombia y Europol, que permitirá el intercambio de información sobre la presencia de miembros de esas organizaciones en el Viejo Continente, y también sobre grupos, organizaciones y personas comprometidas en actividades de propaganda y acopio de fondos para los terroristas. Esperamos que todo eso tenga resultados muy pronto.
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