Editorial
El Nuevo Siglo
Julio 22 de 2009
Resulta inevitable que los vecinos puedan sorprenderse con los tratados de Colombia y Estados Unidos. De manera que la política exterior debe manejarse sobre la base de que habrá algunos estremecimientos a causa de ampliar los norteamericanos su presencia en las bases militares colombianas. Importante, en todo caso, es que el buen desarrollo de la política internacional impida la desavenencia con los vecinos mientras que se mantienen activas y en ascenso las relaciones con Estados Unidos.
En todo caso, países como Venezuela y Brasil ya han generado alianzas militares con sus respectivas escogencias. Caracas viene adelantando gigantescos acuerdos con Rusia, lo que motivó un viaje del Ministro de Defensa colombiano de entonces a Moscú. Es evidente que el Gobierno venezolano está en su derecho de profundizar las alianzas militares que a bien tenga y así lo aceptó Colombia sobre la base de que los convenios no afectarían en absoluto las buenas relaciones colombianas con Rusia. Por su parte, Brasil, que es autosuficiente militarmente, también viene desarrollando acuerdos militares de primer orden con Francia, sin que ello demerite las sanas relaciones continentales. Igual pasa con otros países, como Ecuador, que ha dicho que está llegando a acuerdos de inteligencia militar con China. Así, resulta obvio que a Colombia también se le deba respetar su soberanía de realizar tratados al respecto con Estados Unidos.
Por todo el continente es conocido que Colombia viene haciendo énfasis en sus relaciones con los norteamericanos desde hace más de una década. El Plan Colombia, un acuerdo bipartidista del Congreso estadounidense para ayudar al país, mantiene su vigencia y pareciera desdoblarse hacia las nuevas posibilidades de las bases militares. Tendrá, desde luego, que discutirse el tema en el Congreso, y tal y como lo ha señalado el Consejo de Estado, el asunto promete ser de un interés prioritario. En pocas ocasiones a Colombia se le había hecho la propuesta de que sus bases se abrieran a personal extranjero de modo generalizado. Más importante que ello es si en aquellas se va a contar con infraestructura bélica de Estados Unidos, incluidos sus aviones de última generación. En efecto, se sabe que Venezuela ha comprado a los rusos aeronaves de la misma factura, imposibles de acceder en el Presupuesto colombiano.
Tendría que conocerse, por tanto, si tales artefactos de fabricación norteamericana tendrán entrada a las bases militares colombianas. Como se sabe, en la aproximación que, por contingencia, suele tenerse en las academias militares, los aviones venezolanos, en caso de conflicto abierto, estarían en tres minutos en Barrancabermeja, ocho en Cartagena y doce en Bogotá, que es el escenario presumido en una contienda de este tipo. Desde luego sería un verdadero exabrupto llegar a ese escenario, pero en las apreciaciones militares todo debe estar estudiado y contenido. Ante ello es evidente que un factor disuasivo muy fuerte sería el eventual ingreso de los aviones norteamericanos a las bases, sin que tengan carácter permanente.
En el mar, la situación es a otro precio. Colombia tiene casi la mitad de su territorio en la plataforma marítima, sin los instrumentos y cantidad de fragatas adecuadas al tamaño de la zona Atlántica y Pacífica.
Suelen ser, precisamente, los Estados Unidos quienes otorgan las coordenadas a los barcos y lanchas colombianos para las incautaciones de droga. Mucho de lo logrado a causa del Plan Colombia, en las administraciones Pastrana y Uribe, proviene igualmente de haber fortalecido
Desde el punto de vista del conflicto interno, el cambio se ha dado con base en las bombas “inteligentes” conseguidas con el Plan Colombia. La mayoría de las operaciones importantes, incluida la incursión en Ecuador, proviene de ello más que de ninguna otra circunstancia.
Seguramente será inevitable que el gobierno de Chávez haga política con el hecho de que Colombia profundice su relación con Estados Unidos. Ya se dijo que se ha respetado el acuerdo que ellos han hecho con Rusia y se espera que Caracas haga lo mismo con Colombia. Igual que en los casos de Brasil y otros vecinos. Sería un error permitir que los tratados militares tengan repercusiones comerciales. Así como el acuerdo con Estados Unidos no tiene nada que ver con el TLC, se aspira, por igual, a que Venezuela no aplique retaliaciones comerciales. Por eso la discusión en el Congreso es fundamental y la prioridad de esta legislatura. Ahí se sabrá cuál es el norte internacional de Colombia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario