Eduardo Herrera berbel
El Colombiano, Medellín
Febrero 26 de 2010
Me animé a escribir una tercera columna sobre la seguridad, porque el tema me apasiona, es de actualidad y puede ser orientador; además, hizo, hace y hará parte de mi proyecto de vida.
Pero lo más importante, es que este espacio de opinión me permite participar en la construcción de nación y con mi pluma, espero coadyuvar también en el logro de la reconciliación nacional.
Más allá de la definición, si hay luz verde sobre el referendo reeleccionista, lo cual parece que decidirá hoy la Corte Constitucional por segunda vez, les hago una cordial invitación a los candidatos presidenciales ya lanzados o no al ruedo, que le cuenten al país sus planteamientos programáticos acerca de algunas inquietudes que se ventilan en la percepción que tienen los colombianos en relación con la seguridad.
Partiría entonces, por preguntarles: ¿Están dispuestos a hacer una nueva caracterización del escenario de conflicto interno colombiano? O por el contrario, ¿mantendrán la tesis de la actual administración de que no existe el conflicto? Ustedes creen que ¿sólo se enfrenta una agresión terrorista?
La dinámica de la multicriminalidad es cada día más evidente en el país.
La simbiosis entre grupos de las Farc y el Eln con las bandas criminales es una realidad incuestionable.
Hoy se observa una delincuencia organizada con visos transnacionales, cuyo soporte son las redes del comercio ilícito de drogas. ¿Cómo enfrentar esta nueva diversidad criminal? El proceso de consolidación de la seguridad democrática que está en marcha, ¿responde con efectividad a esta creciente dinámica criminal?
A propósito, sería interesante que los presidenciables dieran a conocer sus planteamientos al respecto: ¿Cuál es el tipo de victoria que visualizan sobre los actores violentos? ¿Cómo romper el aislamiento de la estrategia de seguridad en el plano regional? ¿Se mantendrá la actual política antidrogas? ¿Cuál es la visión sobre el futuro de la Ley de Justicia y Paz? ¿Cómo se va a enfrentar la inseguridad ciudadana que afecta a las principales capitales del País? Y por último, la salida negociada al conflicto ¿tendrá alguna oportunidad?
Bien, se acabó el espacio y desde luego, quedaron muchos interrogantes sin plantear. Con todo, mi propósito fue generar reflexión sobre temas sensibles a la seguridad de los colombianos, y espero que los distinguidos candidatos presidenciales se salgan del trillado discurso de la continuidad de la seguridad democrática, con la cual, por supuesto, estoy de acuerdo y no hay discusión.
En suma, la nueva administración de quien sea, deberá continuar con el fortalecimiento de las capacidades institucionales del Estado, lo cual implica: incrementar la capacidad disuasiva de las Fuerzas Militares frente a riesgos y amenazas externas; reforzar el rol de los operadores de seguridad e inteligencia; controlar el monopolio legítimo de la fuerza; garantizar la plena vigencia del Estado de Derecho, la consolidación social y económica de las regiones deprimidas, y fortalecer la legitimidad de las instituciones democráticas.
PAUSA UNO: Frente al llamado a la desmovilización del Mono Jojoy y su carta pública de respuesta, un simple comentario: ¡Bienvenido el debate civilizado de las ideas, pero sin ¡TERRORISMO!
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