El Colombiano, Medellín
Agosto 28 de 2009
Los últimos pronunciamientos del comandante Chávez ameritan un análisis cuidadoso. En efecto, su descarado intervencionismo en nuestros asuntos internos al anunciar "la paz en Colombia como política de Estado para Venezuela"; las bases de paz localizadas en la frontera entre los dos países; y el lanzamiento del "Plan Político Bolivariano", que incluye la expansión del Socialismo del siglo XXI y menciona al Polo Democrático Alternativo como su potencial aliado en Colombia, son temas inquietantes para todos los colombianos.
Es evidente que Chávez ha puesto en marcha una estrategia expansionista de la revolución bolivariana en nuestro país, lo cual ha quedado confirmado en sus recientes entrevistas en los medios de comunicación colombianos; el encuentro con los Colombianos y Colombianas por
Es hora de preguntarnos si se está configurando un triángulo bolivariano con el propósito de influir en el debate electoral colombiano en 2010. En el momento se observan a los CCP y al PDA como dos actores políticos colombianos en el escenario chavista. Acaso ¿falta uno por identificar? En primer término, no se puede descartar que sean las Farc, que repetidamente han manifestado su afinidad ideológica con la plataforma bolivariana, han propuesto una tregua bilateral a la sociedad civil (CCP), han dado un no rotundo al Gobierno, y se encuentran inmersas en el indefinido show de las pruebas de supervivencia, sin considerar el dolor de las familias de los retenidos, además de buscar vigencia política con el sofisma de un diálogo amplio y un escenario humanitario internacional.
El propósito soterrado del triángulo bolivariano es articular actores políticos colombianos con el socialismo del siglo XXI, constituyendo así una injerencia en la política colombiana para impedir la continuidad de la seguridad democrática, reconceptualizar el conflicto colombiano y conformar en Colombia un gobierno de corte bolivariano que desde luego, no faltan los áulicos ni los aduladores que avalan este despropósito chavista.
Por su parte, el Gobierno colombiano carece de una estrategia política para soportar la seguridad democrática y está en mora de desmilitarizar y convertirla en una política de Estado, soportada en una eficaz diplomacia pública.
Es impensable renunciar al derecho de la legítima defensa o ser mudo testigo del avance peligroso de la revolución bolivariana en la región Andina. Todos los colombianos debemos rechazar la permisividad y ambigüedad de ciertos movimientos políticos que se están deslumbrando con los cantos de sirena bolivarianos.
Esperamos que en la reunión de Bariloche se pidan explicaciones con serenidad y firmeza sobre: los tratados extra hemisféricos o bilaterales de defensa; una mayor corresponsabilidad en la lucha contra el terrorismo; la permisividad del tráfico de armas; el armamentismo injustificado; las alianzas de industrias armamentistas, su justificación regional y la presencia de cabecillas guerrilleros en santuarios fronterizos.
En la cumbre de Unasur el comandante Chávez debe dar más explicaciones que nuestro Presidente, para justificar un convenio de cooperación legítimo y necesario en la lucha de la humanidad contra el flagelo del narcotráfico.
*Mayor General (r) Ejército Nacional
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