viernes, 8 de enero de 2010

¿La pipa de la paz?

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Enero 8 de 21010

Sorprendió el comunicado de las Farc y el Eln de diciembre pasado para anunciar la búsqueda de unidad, cuando hasta hace poco tiempo, el Eln hacía desesperados llamados públicos para acabar la confrontación entre ambas guerrillas. La pregunta es entonces, ¿qué pasó? ¿A qué se debe esa voluntad manifiesta de fumar la pipa de la paz?, ¿Qué se traen entre manos las Farc y el Eln?


Da la impresión de que estuviera en ciernes la construcción de una plataforma política conjunta en la coyuntura electoral de 2010, y tal vez, sin proponérselos, han logrado su primer cometido mediático, al generar expectativas en los medios, la comunidad política y hasta en algunas instancias del propio Estado.


Parece que estamos frente a una cuidadosa labor de filigrana político-subversiva, cuyo objetivo es configurar un escenario de presión, conjugando dos actitudes similares: por una parte, la propuesta de las Farc (presentada a los Colombianos y colombianas por la Paz en julio pasado), de lograr un acuerdo nacional de paz que invita... "a construir una alternativa política que privilegie la paz, convoque al diálogo, instrumente una tregua bilateral y proceda a suspender de inmediato la presencia de tropas en nuestro territorio". Y por la otra, y en concordancia con la posición del Eln (entrevista a Nicolás Bautista en Revista Insurrección 167), de materializar un... "tratado de paz, sólo que para lograrlo se requiere un proceso de unidad o convergencia de todos los que estamos de acuerdo que la paz es un imperativo...".


Por supuesto, se descarta que las Farc y el Eln estén pensando en revivir la "unidad" o "coordinadora guerrillera", figura impensable, que no tiene cabida en el contexto político nacional e internacional actual. Tampoco se puede desconocer la posición hegemónica de las Farc frente a un Eln derrotado estratégicamente, sin un proyecto de alcance nacional, con una vigencia regional en algunas de sus antiguas áreas tradicionales de influencia y sin haberse podido superar las causas que originaron su confrontación armada con las Farc debido, en gran medida, a sus intereses comunes en el ilícito de drogas.


De todo lo anterior, podría vaticinarse que con este llamado a la unidad de acción, las dos guerrillas consigan un cese temporal en la confrontación armada, entren en una sinergia de cálculos políticos, continúen con la manipulación de las liberaciones anunciadas, entre ellas la del cabo Moncayo, y mantengan in crescendo , las acciones en áreas urbanas y suburbanas, incluido el secuestro y asesinato de personalidades, como el lamentable caso de Luis Francisco Cuéllar, gobernador de Caquetá.


En conclusión, parece que las Farc y el Eln, durante enero y febrero, esperan que gracias a sus anunciadas liberaciones unilaterales, el terrorismo y la presión externa vecinal, puedan materializar un escenario político favorable, que les permita mejorar la correlación de fuerzas frente al Estado; para lo cual, como muchos otros sectores de oposición, ruegan en esta época de año nuevo, que fracase el referendo.


Si en realidad tuvieran voluntad de paz, la unidad de acción planteada por las Farc y el Eln debería abrir la posibilidad de explorar caminos de reconciliación. Cualquier cosa distinta es la misma carreta revolucionaria que nos tienen acostumbrados a escuchar desde hace muchos años.

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