viernes, 4 de diciembre de 2009

¡Guerra de percepciones!

M. Gral. (r ) Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Diciembre 4 de 2009

No se requiere de un análisis riguroso para concluir que la política de defensa y seguridad democrática (PDSD), sería objeto de un minucioso y crítico balance, al estar próxima a cumplir ocho años desde su formulación e implantación.


Para la Fundación Nuevo Arco Iris ya alcanzó su techo y se encuentra en declive; sus rendimientos operacionales son decrecientes; los actores violentos y terroristas se adaptaron a ella; hay un resurgimiento del paramilitarismo; y estos grupos generan más violencia que la misma guerrilla.


En fin, sólo falta que nos hagan creer el cuento de que la guerra contra los violentos está perdida y que la única opción es negociar, negociar y negociar a cualquier precio, los intereses y la dignidad nacionales.


En efecto, el documento de Nuevo Arco Iris fue elaborado por un grupo heterogéneo de investigadores sociales, de cuyo trabajo es importante resaltar su poco rigor académico y la falta estructural del mismo.


El informe revela improvisación e incluye planteamientos tendenciosos, al insistir que la Fuerza Pública sólo combate a las Farc. Pareciera que este documento estuviera dirigido más hacia la galería de los medios de comunicación y opositores del Gobierno o a ensalzar a sus autores, que a suscitar un verdadero debate académico que coadyuve a generar propuestas viables tendientes a buscar la paz nacional.

Para la estabilidad institucional y la seguridad de todos, el riesgo mayor se está dando con una guerra de percepciones de alto contenido político y mediático, que tenderá a acentuarse a medida que se acerque el debate electoral de 2010, con su propósito de socavar los cimientos de la seguridad democrática, para hacerla ver inoperante, derrotada y claudicante frente a la acción de los violentos.


Si a lo anterior se le suma el síndrome del espejo retrovisor, al ver sólo grupos paramilitares por doquier, los cuales hacen parte de una nueva generación, se consigue una visión sesgada, acomodada, peregrina y de un alto contenido político, cuyo objetivo es desprestigiar al Gobierno y al Estado colombiano.

Es indudable que se está explotando con gran habilidad un escenario de inseguridad periférico que aún afecta a los colombianos, y que sí demanda una nueva caracterización, debido a la diversidad de acciones criminales que afectan la convivencia y la tranquilidad ciudadana internas.


No pretendemos negar la realidad y la complejidad del fenómeno de la multicriminalidad, aún presente en apartadas regiones y algunos centros urbanos del territorio nacional. Los colombianos somos conscientes de que la PDSD debe continuar y convertirse en política de Estado.


Por esta razón, debemos estar alertas con los distractores como Arco Iris, para no caer en el error de poner plazos fatales ni triunfalistas para derrotar a los violentos. Todavía falta un buen trecho por recorrer para conseguir la victoria final, aunque vamos por buen camino e, incluso, que puede mejorarse y contar con mayor solidaridad de todos los colombianos.


De cara a las próximas elecciones, ya se evidenció su eje de debate. En consecuencia, el país requiere investigaciones sobre seguridad, bien estructuradas, sin trasfondo político y sesgos ideológicos en desuso.

Análisis sólidos que superen la frontera del debate oportunista y superficial que como el de Arco Iris, resta pero no suma en pro de la reconciliación nacional.


Nuestra voz de aliento para los soldados y policías, por su invaluable y noble esfuerzo de construir una mejor patria para las nuevas generaciones de colombianos.

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