viernes, 11 de diciembre de 2009

La guerra de Obama

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 11 de 2009


Después del impacto que significó para los Estados Unidos el ataque de Al Kaeda en 2001, la primera represalia fue el derrocamiento del gobierno fundamentalista musulmán de los talibanes en Afganistán, acción que se llevó a cabo rápidamente, con unas pocas tropas estadounidenses, masivos ataques aéreos y el concurso de las fuerzas afganas de oposición de la llamada Alianza del Norte. Luego, en 2003, vino la segunda guerra de Irak, la ocupación de este país y la lucha contra la resistencia de los extremistas shiitas y sunitas que ocupó la atención mundial y el esfuerzo bélico de Washington, hasta fatigar a buena parte de la opinión pública estadounidense que no vislumbraba un triunfo rápido, lo que contribuyó a la victoria de Barak Obama con su promesa de una pronta salida de Irak. Mientras tanto, con los recursos aliados concentrados en Irak, los talibanes se recuperaron en Afganistán. Si bien Obama podía retirar tropas de Irak, traspasando muchas responsabilidades al gobierno local, el problema afgano se había crecido tanto que amenaza también a Pakistán. Si Irak fue la guerra de Bush, Afganistán es la guerra de Obama. Durante la presidencia de este, el pié de fuerza estadounidense se ha casi triplicado, de 34.000 hombres en enero pasado, el nuevo incremento de 30.000 “para quitarle a Al Kaeda un santuario”, llevará este número a 100.000 que con los soldados de otros países aliados pondrá a disposición del Comando Unificado unos 140.000 hombres, bastante menos de los 400.000 que algunos analistas, desde 2008, estimaban ser el mínimo para controlar el país cuando en ese momento las fuerzas combinadas de los Estados Unidos, la OTAN y otros países, no sumaban sino unos 100.000 hombres.


Las palabras de Obama había llevado a muchos a creer que, una vez desenredados de Irak, los Estados Unidos reducirían al mínimo el precio en vidas y dinero que pagaban en Oriente Medio “por la belicosidad del gobierno Bush”, pero se está demostrando que eran sólo retórica electoral. Una reciente encuesta Gallup señaló que el 55% del electorado desaprueba su política afgana (35% la acepta). Su anuncio de que a mediados de 2011 comenzará a retirar las tropas ha sido criticado como una señal para que los talibanes prolonguen el conflicto a la espera del anunciado retiro, muchos guarecidos en bases en Pakistán. Esto es tan cierto que dos días después del anuncio de Obama el Presidente afgano se declaró dispuesto a dialogar con los talibanes para buscar la paz, añadiendo que sólo dentro de unos 15 años (!) podría Afganistán tener y pagar las fuerzas necesarias para su seguridad.


Grave dilema se le presentará a Obama dentro de 18 meses: o abandona a Afganistán a los talibanes o incumple su nueva promesa, como no ha podido cumplir el cierre de Guantánamo, ni el retiro masivo de Irak. Es fácil hacer promesas durante una campaña electoral, lo difícil es cumplirlas.

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