Por Lionel Moreno Guerrero
El nuevo Siglo
Agosto 28 de 2009
PARECE que, al fin, Colombia abandonó la estrategia de “poner la otra mejilla” a Chávez y a los demás países que han querido aprovecharse de las tensiones colombo-venezolanas, apoyando al socialismo chavista directamente (Ecuador, Bolivia) o criticándonos para obtener ventajas, comerciales en el caso de Argentina, políticas en los casos de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. En Bariloche Colombia denunciaría ante la comunidad internacional el desvergonzado intervencionismo de Chávez en sus asuntos internos y de otras naciones como el Perú; su apoyo, político, económico y militar, al terrorismo de las Farc; su armamentismo desmesurado; sus insultos, más propios de una verdulera que de un jefe de Estado, contra los gobiernos de otras naciones.
Dada la pasividad a este respecto del mandatario colombiano, ni Chávez, ni Lula, promotor de Unasur y de la reunión de Bariloche, a donde se pretendía llevar a Colombia para ser sermoneada, se esperaban tal reacción. Chávez trata ahora de amedrentarnos amenazando, una vez más, con ruptura de relaciones, entiéndase suspender el comercio, para que Uribe se calle, mientras Lula y Bachelet tratan afanosamente de obtener un compromiso para que Bariloche no termine en una ruptura declarada, existente de hecho, entre los gobiernos partidarios del socialismo chavista y sus contradictores. De ser así, la supervivencia de Unasur, herramienta brasilera para ganar el liderato regional, quedaría comprometida, lo mismo que su pretendido liderazgo regional. El compromiso sería que Colombia aceptara dar “garantías jurídicas” de que no se permitirá a los Estados Unidos utilizar las facilidades concedidas para operaciones fuera de Colombia y que no denunciara muy fuertemente a Chávez, la contraprestación que los otros países aceptarían dichas garantías, reconociendo la soberanía colombiana para esta clase de convenios, previas explicaciones a Unasur. ¿Y sobre los actos inamistosos y antidemocráticos de Chávez? ¿Por qué no pedir garantías a Chávez sobre sus convenios con Irán y de que los 100.000 Kalashnikovs y otras armas del ejército venezolano no terminen en manos de las Farc?
Queda la duda sobre cuales son las “garantías jurídicas” exigidas de Colombia y que también Lula, optimista, pidió a Obama, requerimiento que este no se dignó contestar, como tampoco la “invitación” para que se explicara, como Uribe, ante Unasur, excepto por un comunicado del Departamento de Estado declarando que al no ser miembros de Unasur no estarían representados. Ojalá que Colombia no acepte un tal compromiso que nos dejaría donde estamos, abierto a las continuos ataques de Chávez, con la pasividad, rayana en complicidad, de aquellos, que como el Brasil, quieren quedar bien con Dios y con el diablo y así constituirse en árbitros de Suramérica.
Hoy, más que convenios sobre uso de instalaciones, lo que Colombia necesita es un tratado de defensa mutua con los Estados Unidos. Pero estas son especulaciones, esta misma tarde sabremos el resultado de la reunión de Bariloche.
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