viernes, 4 de diciembre de 2009

Elecciones libres vs. socialismo

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 4 de 2009


Podría creerse que la evidencia de unas elecciones libres convencería a los más escépticos pero muchos insisten en desconocer los resultados hondureños. El desenlace lo sabían de antemano el destituido Presidente y sus protectores pues la deposición no había sido, como sostiene la izquierda, por un golpe militar, sino por un procedimiento constitucional en el que participaron Corte Suprema de Justicia (por traición a la patria, desobediencia a órdenes judiciales, violación de los deberes de los funcionarios y abuso de autoridad), Congreso (con los votos de su propio partido Liberal), Fiscalía y fuerzas militares (que para evitar el escándalo de un Presidente en prisión, decidieron, equivocadamente, sacarlo del país), es decir, el pueblo hondureño. Por esto los más radicales restaron por anticipado validez a las elecciones, clamando que era necesario que previamente, y como según ellos estipulaba el Acuerdo de Tegucigalpa, se hubiera restituido a Zelaya. Otros, como los Estados Unidos y Colombia se reservaron su opinión para cuando se verificaran las condiciones en que se desarrollaran los comicios.


El pueblo acudió con toda libertad en unas elecciones en las que fueron candidatos Pepe Lobo por el Partido Nacional y Elvin Santos, por mismo partido que Zelaya, el Liberal. Ganó Lobo, los liberales con Santos a su cabeza aceptaron el resultado. ¿Puede haber algo más democrático? Estados Unidos, Colombia, Perú y otros pocos reconocieron el resultado. Brasil, Argentina, Chávez y sus áulicos, lo rechazan. O Zelaya o nada y más aún, que Zelaya, si es restablecido, ocupe nuevamente la presidencia hasta más allá del 27 de enero, fecha en que vencería su período y por un número de días igual al que le faltaba desde el 28 de junio y que se anulen las elecciones, cuya campaña se había iniciado desde fines del 2008.


Es falso que el Acuerdo de Tegucigalpa contemple la restitución de Zelaya, sino que “… el Congreso Nacional, …en consulta con las instancias que considere pertinentes como la Corte Suprema de Justicia y conforme a ley, resuelva en lo procedente en respecto a “retrotraer la titularidad del Poder Ejecutivo a su estado previo al 28 de junio hasta la conclusión del actual periodo gubernamental, el 27 de enero de 2010”. Si Zelaya creyó que podía convencer a su propio partido, en las urnas y en el Congreso, de votar a su favor, hizo mal los cálculos. También los hizo mal el otro gran intervencionista, Lula, en su afán desmedido por obtener reconocimiento mundial para su país como el líder único de Suramérica descartando a los Estados Unidos y a México, perdió el sentido de las proporciones y arriesga hacer el ridículo, a menos que Obama le provea una manera de salvar la cara, a pesar de los esfuerzos de Lula por establecer su equivalente de la doctrina Monroe para el sur del continente. A Lula le falta experiencia para esto y al Brasil mucho más peso.

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