Por Ramiro Andrade Terán
El País, Cali
Julio 07 de 2009
Lo que ocurre con Juan Manuel Santos y el Gobierno ecuatoriano no es un episodio de menor cuantía. Es parte de un plan contra Colombia inspirado y dirigido –en la práctica- por el presidente venezolano Hugo Chávez.
Cabeza visible de un bloque de Socialistas del Siglo XXI (Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia) que está en la tarea de aislar a nuestro país y reducir su presencia tanto en América del Sur como en el escenario internacional. Para el chavismo, Colombia es la punta de lanza de Estados Unidos en todo el continente y debe ser combatida por todos los medios posibles. Cualquier episodio negativo con países del bloque que Chávez dirige podría conducir a una confrontación más allá de las disputas verbales o las notas diplomáticas.
Ya es bastante, en el caso de Ecuador, que tengamos rotas las relaciones diplomáticas. Y que su iracundo presidente ande en el plan de fomentar una guerrita entre dos naciones hermanas. Con la advertencia de Chávez, quien intervendría con todo su poderío militar. El gobierno de Correa señala que el operativo de Colombia contra ‘Raúl Reyes’, en territorio ecuatoriano, fue una violación de la soberanía de su país. Pero olvida que su gobierno dejó que el reconocido dirigente de las Farc permaneciera allí bastante tiempo para dirigir operaciones contra el Ejército de una nación vecina y con vínculos tan especiales con Ecuador.
Muy mal andan las relaciones colombo-ecuatorianas. Personas enteradas de las intimidades del complejo problema estiman que Correa suele consultar con mucha frecuencia a Chávez lo que debe hacer en el diferendo con Colombia y admitirá que se instale en nuestro país una base militar de EE.UU. que supla la que tenía en Manta. Actitud que él considera como una agresión.
Hay pocos indicios de una mejora en las relaciones de dos naciones que deberían ser modelo de integración. Por el contrario, día a día se deterioran más y Correa aumenta el tono de sus recriminaciones. La exótica providencia de un juez ecuatoriano, al que se acudió en un pueblo remoto para solicitar la detención de Santos no sólo es una provocación sino una payasada. Hace bien Uribe en protegerlo de semejante idiotez. El pueblo colombiano espera que mantenga su enérgica actitud. Una cosa es la tradicional actitud pacífica y fraternal con el pueblo ecuatoriano y otra sentarse a esperar que los ominosos planes de Correa se cumplan con el apoyo del gran padrino: el Presidente venezolano.
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