miércoles, 8 de julio de 2009

El doble rasero de la OEA

Maurico Vargas

El Tiempo, Bogotá

Julio 6 de 2009


Si Honduras no cabe en la OEA porque violentó su democracia, ¿cabe acaso la Cuba de los Castro?

"Con OEA o sin OEA, ya ganamos la pelea", era el pegajoso corito de una canción de Carlos Puebla, compuesta para respaldar al régimen de Fidel Castro en Cuba, tras su expulsión del organismo a principios de los años 60. Me temo que el gobierno hondureño debe estar cantándola por estos días, una vez verificado el fracaso de la misión del secretario general, José Miguel Insulza, durante su corta e ineficaz visita a Tegucigalpa el viernes. Roberto Micheletti, el presidente elegido por el Congreso, le notificó al mundo que no permitiría el regreso de Manuel Zelaya y que, ante el ultimátum de la OEA para que ello ocurriera, su país prefería irse del organismo.

Sabido es que los militares secuestraron a Zelaya el domingo 28 de junio y lo sacaron para Costa Rica a las malas. Sabido es también que Zelaya tiene parte de la culpa de lo ocurrido, porque se inventó un referendo reeleccionista inconstitucional y desoyó pronunciamientos del Tribunal Electoral y de la Corte Suprema, que le decían que no podía celebrar esa consulta que, por cierto, según muchas fuentes en Honduras, estaba financiada por Hugo Chávez, con quien Zelaya andaba aliado. Y sabido es que este trató de que los militares hicieran el referendo, con lo cual los metió en la pelea política y selló su suerte.

Pero, aun así, no hay duda de que, al sacar del poder y del país a Zelaya, los militares hondureños rompieron el régimen constitucional, razón más que suficiente para que, en aplicación de la Carta Democrática, la nación quedase expuesta a una expulsión, que el gobierno de Micheletti evitó al retirarse unilateralmente. Son varios los artículos de la Carta Democrática violados por el nuevo gobierno hondureño, pues, por muchas bestialidades jurídicas y políticas que Zelaya estuviese cometiendo, cuando un piquete de soldados lo sacó a empellones de la casa de gobierno, el orden democrático se fue al carajo.

El problema para Hugo Chávez y sus marionetas Daniel Ortega y Rafael Correa, quienes han promovido la intervención de la OEA para reinstalar en el poder a Zelaya, es que esos mismos señores impulsaron hace muy pocas semanas el reingreso de Cuba al organismo continental. De hecho, lo hicieron durante una reunión de la OEA en Tegucigalpa, que presidió Zelaya semanas antes de que lo tumbaran. Por unanimidad, los países miembros de la OEA decidieron abrirle las puertas a la Cuba de Fidel y Raúl Castro. En ese momento, nadie mencionó la Carta Democrática, que el régimen de La Habana viola de manera integral. En el pasado, muchos regímenes del continente han sido antidemocráticos, pero entonces no existía la Carta Democrática, aprobada apenas en el 2001.

Esta exige que el gobierno sea elegido por voto popular en un sistema de variados partidos políticos, y que esas elecciones se celebren de manera frecuente y periódica. Exige también que haya libertad de expresión y el respeto a la carta de derechos humanos, lo que implica libertad de movilización, de entrar y salir del país con un pasaporte, y expresamente prohíbe que haya gente en la cárcel por cuenta de sus ideas. Cuba no sólo viola la Carta Democrática: se la pasa a diario por donde sabemos.

Por eso, de algún modo, creo que, al impulsar la intervención de la OEA en Honduras y la salida de este país del organismo tras la caída de Zelaya, Chávez y sus socios se dispararon un tiro en el pie. No pueden sacar a Honduras por haber roto su orden constitucional democrático y dejar entrar a Cuba, donde simple y llanamente el orden constitucional democrático no existe. ¿Será que en eso pensó Barack Obama cuando exigió -a coro con Hugo Chávez- que Honduras cumpliera con la Carta Democrática? ¿Será que creyó que por esa vía pone de presentes las condiciones que Cuba debe cumplir si quiere volver a la OEA?

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