Por Plinio Apuleyo Mendoza
El Tiempo, Bogota
15 de julio de 2009
Luego de tomar la decisión de lanzarse al ruedo, le corresponde a Noemí Sanín mostrar al fin su imagen, la que ha permanecido en penumbra para muchos colombianos mientras era embajadora en España y luego en el Reino Unido.
Mujer resuelta, su obligatoria prudencia de funcionaria a la hora de responder las crudas preguntas de un Julio Sánchez Cristo o de cualquier otro periodista era vista a veces como ambigüedad e indecisión. Su condición femenina y su atractivo personal han hecho pensar a otros que no es la persona indicada para continuar la lucha del presidente Uribe contra el terrorismo. (Desconocen, por cierto, que el valor no es solo rasgo de machos). Pues bien, es hora de ver qué hay de cierto o de falso en estas aprehensiones.
Como ocurre con el presidente Uribe, Noemí tiene una virtud muy antioqueña: lo que piensa lo dice y lo que ofrece lo hace con un extraño empecinamiento. Lo demostró como ministra de Comunicaciones y más tarde como canciller, cuando logró darle a Colombia un incuestionable liderazgo dentro de los países latinoamericanos. No lo saben de pronto los nuevos electores que la han visto de lejos, pero sí los colombianos que en España vieron lo conseguido por ella como embajadora. Cuando se produjo en Madrid el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004, fue la primera en llegar al lugar de los hechos, indagar sobre las víctimas colombianas y conseguir para ellas la nacionalidad española, aun si se encontraban en situación ilegal. Logró la homologación de títulos para conducir y, algo vital, reconocer los años de cotización en Colombia a fin de que nuestros compatriotas residentes en España pudiesen obtener en este último país el pago de su pensión. No descansó hasta lograrlo.
¿Lucha contra el terrorismo? No va a extraviarse hablando de acuerdos y diálogos con las Farc. Volver atrás jamás, suele decir a sus amigos. Conoce, aprecia y defiende lo conseguido hasta ahora por el presidente Uribe con su política de Seguridad Democrática. Los aspectos nuevos que supone esta lucha adelantada por él parece tomarlos muy en cuenta. Me refiero a la guerra subterránea que adelantan las Farc en el campo político y jurídico. He sabido que, con asesoría de expertos internacionales, Noemí adelanta un proyecto de reforma de la Justicia colombiana, dentro del cual reservaría para las fuerzas militares y de policía una justicia compuesta por jueces civiles especializados, distinta a la antigua Justicia Penal Militar y a la actual justicia ordinaria. Su propósito es darles a los militares y policías, hoy víctimas de una soterrada guerra jurídica, la garantía de una Justicia independiente y confiable, y a la sociedad la seguridad de que quienes violen la ley tendrán su merecido castigo.
Dicho esto, me parece que siguiendo los pasos del presidente Uribe, Noemí Sanín sería muy prudente en el manejo de las relaciones con nuestros peligrosos vecinos, los gobiernos de Venezuela y Ecuador, pues no ha perdido de vista lo que esos países representan en nuestras relaciones comerciales. No sería capaz de sacarles las uñas cuando hay intereses tan valiosos de por medio. Su charme podría dar mejores resultados.
Finalmente, para trazar un rápido perfil suyo, es bueno recordar que clientelista nunca ha sido. No es cazadora de votos a la antigua, buscando caciques y conjugando con ellos el verbo dar (tú me das y yo te doy), propio de los que no conocen otra forma de fortalecer sus aspiraciones.
¿Qué piensa de la reelección? ¿Cuál es su posición frente a los diversos grupos políticos, y en especial el Partido Conservador dentro del cual tiene tantos amigos? Lo sabremos dentro de muy poco tiempo, cuando regrese al país. Me atrevo a pensar que no se andará con rodeos. Hablará claro y no como la diplomática que en ciertos temas tenía la obligación de avanzar en puntas de pie. Era asunto suyo decidir en qué momento renunciaba y cómo lo haría. Indecisa no es, créanlo. Una cosa es ser embajadora y otra candidata. Así, pues, en el ruedo la veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario