Por Hernán Avendaño Cruz*
La República, Bogotá
Julio 10 de 2009
Hay diferentes criterios para definir con qué países negociar acuerdos comerciales. En el caso de Colombia, el gobierno analiza los compradores más importantes de nuestros productos; define los socios naturales mediante la estimación del modelo gravitacional; y analiza el riesgo de ser desplazados por los competidores en los principales destinos de las exportaciones, entre otros aspectos.
Pero hay quienes consideran que esos criterios son inútiles y que habría que acudir a otros más elementales: el tamaño de los países. No lo dicen explícitamente, pero es lo que se concluye de sus opiniones.
Durante el trámite legislativo del TLC con Estados Unidos y recientemente, en un debate de control político sobre la negociación con la Unión Europea, se hizo un símil con un combate de boxeo, para mostrar la desproporción que hay entre Colombia y estos socios comerciales. Se afirmó que era como boxear con un gigante de 54 pisos de altura, en el primer caso, y con uno de 35 pisos, en el segundo.
¿De dónde sale el tamaño de los gigantes? De las diferencias en el tamaño del PIB; para el caso de Estados Unidos señalan que es 129 veces superior al de Colombia, cifra que dividida por una altura de 2.4 metros, da los 54 pisos (!!!). Ese mismo procedimiento indica que el PIB de la UE es 84 veces mayor que el nuestro.
Estas raras piruetas aritméticas tienen poca importancia, pues pisos más, pisos menos, es evidente que son dos gigantes mundiales; lo importante son las argumentaciones implícitas que hay en ese razonamiento: 1. El comercio internacional y los tratados comerciales son un combate en el que los gigantes arruinan a los chicos. 2. La integración económica debe hacerse entre países de igual tamaño.
El primer argumento evidencia las típicas contradicciones de estos críticos, pues si bien afirman que no son enemigos del comercio internacional, en la realidad añoran la autarquía, como se concluye de su símil boxístico. ¿Cómo se puede evitar la competencia que existe en los mercados internacionales si no es aislándose? ¿Creen acaso que los tratados de libre comercio exacerban una competencia desigual? ¿Cómo analizar entonces la competencia con China, nación con la cual no tenemos TLC y está atacando varios sectores de la producción en el mercado local y en el internacional?
Los países que negocian TLCs se comprometen a reducir sus aranceles, lo que puede implicar una mayor competencia; pero es una desgravación ordenada con el fin de cerrar las brechas de competitividad entre productores de uno y otro país. Pero a la vez, el ingreso preferencial permanente al otro mercado mejora las condiciones de competencia frente a terceros países que no tienen tratados. Además, los tratados establecen reglas de juego claras que hacen más limpio “el combate”.
El segundo argumento implica que sólo podemos integrarnos con economías de igual tamaño, con el fin de evitar a los gigantes y no actuar como tales frente a países más pequeños.
Con este criterio, además de no negociar con Estados Unidos y la Unión Europea, aparecerían entre las prioridades para firmar TLCs países como Egipto, Pakistán, Filipinas, Argelia, Bangladesh y Nigeria. De esta forma obtendríamos acceso preferencial a mercados a los que exportamos US$13 millones en 2008, esto es, el 0.04% del total. ¿En cuánto podríamos crecer las exportaciones a estos países que cuentan con un ingreso per cápita a precios de paridad equivalente al 40% del de Colombia?
En conclusión, clasificar a los socios como rascacielos o como casas de un piso es irrelevante y no es un criterio serio para definir una agenda de integración económica.
*Jefe Estudios Económicos Mincomercio
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