Alfonso Monsalve Solórzano
El Mundo, Medellín
Julio 12 de 2009
En Facebook, una red social de Internet, un grupo de personas anónimo abrió una página en la que declara la intención de matar a Jerónimo Uribe, hijo del presidente. El anuncio es hecho por trece personas que ‘quieren vengarse’, haciéndole sentir al presidente y a su familia lo que significa ‘perder a alguien’ y el ‘horror de la guerra’.
La página retrata de cuerpo entero la degradación a la que han llegado algunos en nuestra sociedad. En una confrontación tan crispada como la que estamos viviendo, invocan e incitan a practicar el método mafioso realizado desde siempre por paramilitares y guerrilleros de atacar la familia de sus enemigos. Son conocidas de sobra las historias sobre secuestros y ejecuciones de familiares de jefes por elementos del bando opuesto, como una forma bárbara de ‘ablandar’ al enemigo, y ‘distribuir el sufrimiento’ una especie de ley del talión entre criminales.
En la recuperación de la soberanía interna, el estado colombiano, injustamente agredido militarmente desde los extremos, ha aplicado acciones, que por supuesto han causado bajas en las filas del enemigo, pero también ha sufrido pérdidas importantes en las suyas propias, en una lamentable guerra que le fue impuesta por ‘salvadores’ con intenciones ‘altruistas’, que no dudan en asesinar inocentes y civiles para construir un’ país mejor’, ‘más equitativo y justo’.
Las leyes de la guerra, de la ética y de la decencia prohiben este tipo de amenazas y sus materializaciones. Nuestro Estado y la comunidad internacional han ido desarrollando mecanismos para que posibles excesos sean juzgados conforme a la ley, en caso de que hubiere responsabilidades individuales. Pero de lo que aquí se trata es de amedrantar al presidente para que no se defienda la sociedad de la agresión de la que ésta es objeto, no porque haya cometido crímenes, sino porque cumple con el deber de defenderla.
Desde el punto de vista político, lo publicado en Factbook por esos sociópatas muestra la desesperación que surge del convencimiento de que su proyecto es inviable en una sociedad que ama la libertad y que rechaza a ‘benefactores’ que destilan sangre. En ese sentido, es tanto un signo de degradación moral como de derrota.
Pero queda una reflexión distinta por hacer. ¿Cómo tratar este tipo de publicaciones en el ciberespacio? La red ha sido el mayor avance tecnológico de la humanidad, según mi criterio. También el mayor salto para posibilitar la democratización del conocimiento y la difusión de todo tipo de valores. Y, el lugar por excelencia de la libertad, especialmente de la libertad de expresión. Basta observar que todos los tiranos intentan controlar la información que por ella fluye, para aislar a sus población del mundo e impedir que se conozcan las tropelías que cometen. El monopolio de la información se rompe, lo que hace que millones tengan más y mejores razones para tomar decisiones.
Pero la libertad de expresión no podría dar cabida a la incitación al asesinato y otro tipo de crímenes atroces. Los dueños de estas redes son empresarios privados que ponen sus propios límites, y que además, ni siquiera están dentro de la jurisdicción nacional. Pero lo sucedido en este caso debería llevara a fecebook a colaborar con la identificación de los que hicieron tamaña amenaza. Y la comunidad internacional tendría que discutir y tomar medidas para prevenir que estos hechos vuelvan a repetirse.
En cuanto a Colombia, la investigación y la identificación de los responsables, así como su judicialización debería ser una prioridad. Porque hoy es un hijo del presidente, pero mañana, el hijo de cualquiera.
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