Por Maria Teresa Ramírez Uribe
El Colombiano, Medellín
Julio 7 de 2009
Tengo el honor de pertenecer al Consejo de Literatura de Medellín. En días pasados fui citada para una reunión extraordinaria en la que se iban a tocar diversos temas, y entre ellos la programación de la Fiesta del Libro a celebrarse en Medellín en el mes de septiembre. Recibí el programa por correo electrónico y quedé sorprendida cuando leí lo siguiente:
Medellín conmemora los 50 años de la Revolución Cubana y sus aportes al desarrollo cultural y artístico en América Latina. Exposiciones, conversaciones, presentaciones escénicas y musicales hacen parte de la programación.
Una propuesta del Comité Cuba: Comfenalco-Antioquia, Confiar, Corporación Cultural Nuestra Gente, Museo de Antioquia, Corporación Otraparte, Teatro Matacandelas, Universidad de Antioquia, entre otras.
Como mujer libre, como escritora y como ciudadana, opino que Medellín no puede celebrar que durante 50 años Cuba haya tenido una dictadura que ha cercenado los derechos de sus ciudadanos coartando su libre expresión.
Lo que sí es cierto es que debido a esa dictadura, muchos intelectuales, escritores, poetas y representantes del arte en todas sus expresiones, han tenido que huir para refugiarse como exiliados en otros países. Los pocos que han quedado en la isla han sido perseguidos y encarcelados por atreverse a levantar la voz con sus escritos en contra del régimen de Fidel Castro.
No puede ser que en un país como Colombia, donde tenemos una democracia, celebremos que en Cuba durante 50 años los ciudadanos no hayan podido ejercer el libre derecho del voto para elegir a sus gobernantes; y que Medellín, como sede de la Fiesta del Libro, celebre que durante cinco décadas muchos escritores cubanos hayan sido hostigados hasta tener que huir de su patria.
La lista es larga, pero entre los muchos expatriados dignos de mencionar, están: Reinaldo Arenas, que se suicidó en Nueva York; Eliseo Alberto, que vive en Ciudad de México; Guillermo Rosales, que se suicidó en Miami; Carlos Victoria, que murió de cáncer en la misma ciudad; Norberto Fuentes, y otros exitosos escritores cubanos exiliados que viven en Europa como Zoe Valdés, que vive en París, y Fernando Villaverde, que hasta hace muy poco vivía en Barcelona. Esto, sin contar la lista de intelectuales muertos en el exilio, como Manuel Moreno Fraginals, quien murió en 2001 en la ciudad de Miami. Allí descansa junto a otros grandes historiadores cubanos también fallecidos en el exilio, como Emeterio Santovenia, Herminio Portell Vila, José Manuel Pérez Cabrera, Carlos Márquez Sterling, Rafael Esténger o Juan J. Remos Rubio. A ellos les sucederán los nuevos escritores cubanos que viven actualmente en Miami y que ya deberían estar en las grandes ligas de la literatura contemporánea.
Y como dice Sealtiel Alatriste, quien dirige la oficina de Alfaguara en México y es novelista también, "mientras que los escritores mexicanos frecuentemente escriben para mexicanos y los colombianos para sus compatriotas, los escritores cubanos tienen que tratar temas más amplios porque no tienen mercado en un país que está en bancarrota".
Todo lo anterior forma parte de esa revolución cubana dominadora y represiva de los derechos humanos y de la libre expresión que la Fiesta del Libro de Medellín quiere celebrar.
Señores, por favor, un poco de cordura: entidades como las mencionadas arriba no pueden patrocinar revoluciones trasnochadas, entre otras cosas porque la Fiesta del Libro no debe tener ningún sesgo político. ¿Consideran los organizadores de la Fiesta del Libro que es esto lo que tenemos que celebrar? Si es así, dentro de muy poco tiempo estaremos conmemorando la creación del extinto M19 con la toma del Palacio de Justicia incluida, o el nacimiento de las Farc y su absurda revolución que dice defender al pueblo colombiano con ataques a caseríos indefensos, con cientos de muertos, secuestros y toda clase de violaciones a los derechos humanos.
Pienso que los escritores cubanos y todos los artistas de esa hermosa isla deben ser invitados a Medellín con un respeto profundo, pero sobre todo, con un gran sentimiento de solidaridad para que algún día puedan recuperar sus libertades.
Como miembro del Consejo de Literatura de Medellín, protesto públicamente por la forma como fue redactado el programa de la Fiesta del Libro con la conmemoración de la revolución cubana.
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