Por Ana Cristina Restrepo Jiménez
El Colombiano, Medellín
Julio 8 de 2009
"La tarde del sábado, día anterior al golpe, le eché llave a mi casa, en el barrio El Trapiche, a un par de kilómetros del palacio presidencial. Alcancé a regalar algunos muebles. Ni el carro vendí. Salí con mi bebé y agarré los últimos cupos de un vuelo lechero, rumbo a Colombia. La profesora de mi hija me contó que en esa semana seis familias del preescolar habían abandonado el país.
Hace año y medio que había llegado a Tegucigalpa, para trabajar en emprendimiento y desarrollo empresarial. Aterricé en un país lleno de recursos, cuya población, maltratada, tolera las maquilas y la esclavitud (árabes y coreanos han implantado fortines de explotación humana).
Desde meses atrás sentí el ambiente pesado, pero entré en pánico cuando
Lo más terrorífico eran las noches, Zelaya todo lo tramaba en la oscuridad: en la madrugada del jueves (28), destituyó al general de las FF. AA.
Se rumoraba que, con dinero de Chávez, les pagaban cinco dólares y un almuerzo a los campesinos para respaldar al presidente. Llegaban caravanas de buses, gente que jamás había pisado la ciudad asomaba la cara por las ventanillas. Niños y madres con bebés de brazos. Frente a la casa presidencial se apiñaron multitudes, manifestantes de Cuba y Venezuela. Una amiga, vinculada a
Honduras está contra la pared.
Es obvio que ninguna organización internacional y país que se llame democrático apoye a Micheletti (que le tiene 18 cargos criminales a Zelaya). Un precedente así sería fatal, y más en Latinoamérica.
Durante el mandato de Zelaya crecieron el crimen y la corrupción. A punta de populismo se ganó el favor de sindicalistas y movimientos de izquierda. El sector empresarial hondureño no le perdona el decreto ejecutivo de aumento del salario mínimo en un 62%. Las encuestas muestran que el apoyo al presidente no hubiera sido suficiente para ganar una consulta (sin manipulación de resultados). Zelaya iba en picada. Honduras estaba a solo cuatro meses de las elecciones.
(*) Relato de una profesional colombiana, residente en Honduras
No hay comentarios:
Publicar un comentario