Por Edmundo López Gómez
El Nuevo Siglo, Bogotá
Julio 17 de 2009
Estuvo en Montería hace pocos días la doctora Dora Prieto, magistrada del Tribunal Disciplinario del Partido Liberal, notificando a concejales rebeldes de procesos disciplinarios y anunciando la apertura de otros, entre ellos, uno contra este columnista, por su posición asumida contra las políticas de
No ejerzo funciones públicas de ninguna naturaleza y desde hace mucho tiempo he venido opinando, comentando y fijando criterios sobre asuntos que tienen que ver con el acontecer nacional en varios periódicos del país que generosamente me han acogido en sus páginas.
De ahí que haya entendido que el proceso disciplinario que está en ciernes contra mí obedezca a la posición franca de discrepancia que he asumido contra las políticas que ha puesto en marcha
Esa visión pragmática puede no compartirse, pero no puede constituirse en falta disciplinaria alguna dentro de un Partido que consagra en sus estatutos el derecho a disentir.
¡Vaya manera de desprestigiar a un partido, la escogida por la magistrada Prieto! ¡Recrear el delito de opinión, como si estuviéramos en las épocas de
Debo advertir que no asistí al último Congreso del Partido celebrado en Medellín, y por tanto no me vinculé a las determinaciones allí adoptadas, y sobre algunas de las cuales he disentido públicamente.
De este insólito asunto he dado cuenta al Director del PLC, doctor César Gaviria, y al Veedor del Liberalismo, doctor Rodrigo Llanos. Como columnista de opinión, espero que se haga claridad si en las andanzas de la magistrada Prieto tienen alguna responsabilidad, porque hay un cierto tufillo de persecución política en los anuncios de la magistrada, quien habría viajado a Montería acaso con consignas contra el movimiento político que dirijo en mi departamento y con el cual he enfrentado a la maquinaria que tiene instalada
Debo recordar que para revisar las políticas del Partido acompañé a un grupo de eminentes copartidarios en la solicitud de convocar un Congreso extraordinario; solicitud que fue desestimada. En cambio, se procedió a convocar la famosa “Cumbre del Tequendama”, conformada por parlamentarios y presidentes de los directorios departamentales, sin que esa clase de reunión tuviera fundamento estatutario y, menos, para trazar las líneas del Partido y otorgar poder general a su Director para fijar nuevas reglas.
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