Jorge Enrique Pava Quiceno
La Patria, Manizales
Diciembre 18 de 2009
Dentro de la infortunada costumbre de despreciar nuestros valores y de ignorar cuanto sucede bueno en nuestro entorno, solemos darle la espalda a los personajes que nos representan con excelencia y renombre, y fincamos nuestros comentarios, escritos y opiniones en las cosas negativas que nos pasan, como queriéndonos flagelar constantemente y explotando esa especie de masoquismo que parece ser nuestro estado natural.
Es el caso de Óscar Iván Zuluaga, declarado por entidades internacionales como el mejor Ministro de Hacienda de América Latina, personaje del año de El Espectador, mejor ministro del gabinete, y objeto de los mejores conceptos aún por parte de sus enemigos políticos más enconados. Pero en nuestra región nada parece haber pasado y se voltea a mirar sólo cuando se le necesita, o se desprecia para evitar que se convierta en ese líder que reclaman las nuevas generaciones. Es decir, por sus ejecutorias, por su dedicación y por la forma como ha dejado evidencia de los aportes que le ha hecho a nuestras más ambiciosas obras, es el peor enemigo de la clase política tradicional y es ella la que se niega a reconocer públicamente que tiene un rival difícil de superar.
Cuando Óscar Iván Zuluaga se vio involucrado en un proceso judicial por parapolítica (del que por fortuna salió airoso y exonerado), fueron muchos los titulares de prensa que se ocuparon de hacer un gran despliegue y mucha la tinta que se derramó en aras de mancillar su imagen y de aprovechar esos momentos aciagos de su vida para desprestigiarlo y procurar sacarlo del camino, como antes lo habían hecho con Luis Alfonso Hoyos y ahora con Adriana Gutiérrez.
Pero Óscar Iván fue superior a sus enemigos y logró mantenerse en su posición por encima de las intrigas, la guerra soterrada y los ataques aleves de sus rivales. Supo demostrar su inocencia y, como les pasa a los grandes hombres, el haber vivido estas vicisitudes lo fortaleció y le dio más bríos para seguir en su lucha por sacar adelante este país.
Manizales y Caldas pasan por uno de sus mejores momentos. Tanto el Alcalde como el Gobernador se han trazado unas metas ambiciosas, exigentes y difíciles de realizar. Y tanto el uno como el otro, han encontrado en Óscar Iván Zuluaga al mejor aliado para concretarlas y ejecutarlas, contando siempre con las puertas abiertas de su ministerio y con la mayor disposición para colaborar en todo lo que signifique crecimiento y desarrollo regional.
Obras como el Cable Vía y la renovación urbana de la Comuna San José, que le cambiarán la cara a Manizales y que serán definitivas para su desarrollo, han contado con el compromiso y el aporte de Óscar Iván desde el ministerio, y ha sido él su soporte en el Gobierno Nacional. Y el Aeropuerto del Café, la ampliación y rectificación de la vía Manizales-Mariquita, la destinación de los dineros de la venta de las acciones de la Chec en el Plan Vial de Caldas, y la irrigación de dineros de Acción Social en los más necesitados puntos del departamento, han sido aportes concretos para Caldas por parte del citado ministro.
Podríamos decir que sin el apoyo decidido de nuestro Ministro de Hacienda, nunca nos hubiéramos atrevido a soñar, y mucho menos hubiéramos visto realizados nuestros sueños; y tal vez seguiríamos en esa pasividad y conformismo en que nos encontrábamos, producto de la resignación y el conformismo de sentirnos dominados por una clase política que llegó a sentirse dueña de nuestro destino.
¿Y por qué hago estas reflexiones y estos reconocimientos? Pues porque al finalizar el 2009, tenemos a una nueva Manizales y a un Caldas con bríos renovados y con esperanzas de que a muy corto plazo mostraremos ante el mundo una región diferente. Y porque cada vez nos convencemos más de que la emancipación de las tan arraigadas costumbres políticas corruptas es posible, y de que también es posible pensar con positivismo y con esperanza de cambio, progreso y desarrollo. Y mucha parte de esto, se la debemos a Óscar Iván Zuluaga, quien desde el Ministerio de Hacienda, nos ha demostrado que es posible manejar el presupuesto nacional con probidad, honestidad y eficiencia y que de la región pueden emerger grandes valores humanos que nos posicionen nuevamente en el liderazgo colombiano. ¡Gracias, Ministro!
* * *
Y hablando de reconocimiento a los nuevos valores, hay que hacérselo al nuevo presidente del Once Caldas. Independiente de la amistad que nos une, hay que decir que un hombre que se pone al servicio de una institución como el Once Caldas, y que se compromete a cambiarle la cara ante aficionados, ciudadanos y empresarios, merece el apoyo general, pues estos son los retos que se deben asumir, y él se ha empeñado en sacarlos adelante. Además, asumir este compromiso exponiendo el pellejo y poniendo su nombre, prestigio y credibilidad en juego, sin recibir nada a cambio, es digno de admiración, apoyo y respeto. ¡Buena por esa, Juan Ramos! La afición espera mucho y las expectativas que se han generado en torno a los cambios que desde ya se vislumbran en el Once Caldas, tienen que ser un aliciente para que esa misma afición responda desde ya y se genere un apoyo masivo a nuestro equipo del alma.
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